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Análisis de El Debate | Suenan campanas de repetición electoral en España

Por El Debate
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La diferencia entre un día cualquiera de julio, antes de las elecciones del domingo 23, y un día cualquiera de esta semana que termina es que ahora que enfilamos el otoño anochece antes. Y también, que no estorba una chaqueta a primera hora. Por lo demás, cualquiera que visite hoy España podría pensar que el país sigue inmerso en una campaña electoral y que las urnas aún no han hablado. Como en esas tres primeras semanas de julio.

Las campanas de una repetición de los comicios en España el 14 de enero han empezado a repicar esta semana, después de que el pasado lunes el PSOE decidiera levantar el pie del acelerador y trasladar a Carles Puigdemont que si sigue en esas «posiciones de máximos» –en palabras de María Jesús Montero– el acuerdo será imposible.

Cuenta en privado Yolanda Díaz que su padre, el sindicalista Suso Díaz, le enseñó una máxima aplicable a toda negociación entre dos partes: ambas pactan cuando quieren pactar, porque es más lo que ganan pactando que lo que ganarían no haciéndolo. En parte, para eso viajó la socia del jefe de gobierno de España Pedro Sánchez el 4 de septiembre a Bruselas: para tratar de descifrar, fuera de cámara, si el prófugo está más por pactar o por romper la baraja.

Cuenta también en privado la vicepresidenta segunda que volvió de su entrevista con la impresión de que el líder de Junts quiere carta en la investidura de Sánchez. Pero lo que parece y lo que es no siempre coinciden. Además, Díaz tiene aún más motivos que su socio para querer un acuerdo: en caso de repetición, Sumar sería el gran damnificado por el voto útil.

España

La imagen de Yolanda Díaz con Puigdemont y Comín, dos prófugos de la Justicia. Foto: EFE

El problema para el PSOE en este punto es que aún no ha sido capaz de averiguar si a Puigdemont le conviene más ordeñar la vaca o sacrificarla. Si la ordeña corre el riesgo de acabar pagando en las urnas el precio que ya ha pagado ERC por su alianza con Sánchez. Pero si la sacrifica se queda sin vaca.

El PSOE aún no ha sido capaz de averiguar si a Puigdemont le conviene más ordeñar la vaca o sacrificarla

Por mucho auricular que los socialistas instalen a toda prisa en el Congreso para el uso del catalán, el euskera y el gallego, la paradoja es que no consiguen traducir a Puigdemont, la persona que les ha obligado a implantar el uso de las otras lenguas. Una de esas cesiones que el PSOE no estaba dispuesto a hacer hasta hace un par de meses, porque para eso ya está el Senado, decían.

La contestación interna a la amnistía en España

El PP, siempre atento a las señales que salen de la Moncloa y Ferraz, ha percibido que el viento ha cambiado de dirección en los últimos días. Y que los socialistas empiezan a valorar muy en serio la repetición de las elecciones en España. Porque en el PSOE están sufriendo su propia DANA, con tormentas y bajada de las temperaturas directamente proporcionales a la crecida de la contestación interna a la amnistía. La expulsión de Nicolás Redondo Terreros en pleno debate sobre la arbitrariedad de la medida –ya no digamos sobre su constitucionalidad– es un síntoma del temporal interno.

Así las cosas, los populares no quieren que una posible repetición de elecciones en España les pille con la guardia baja. De ahí el acelerón de esta semana, con la convocatoria de un gran acto el próximo domingo en Madrid, en la avenida de Felipe II, que contará con la presencia de José María Aznar y de Mariano Rajoy. Según el PP, ese día «Núñez Feijóo avanzará qué haría él con su país si tuviera la posibilidad de ser presidente, pero también lo que no haría nunca para presidir el Gobierno de España». En otras palabras: un mitin preventivo, a la espera de que el 27 de noviembre se disuelvan las Cortes si el candidato del PSOE no logra ser investido.

El acto del domingo 24 será una especie de mitin preventivo del PP, a la espera de si hay repetición electoral

Los de Alberto Núñez Feijóo han pasado por distintas fases en estos casi dos meses transcurridos desde las elecciones del 23 de julio, que supusieron un enorme mazazo. Del shock inicial a dar por hecho el acuerdo entre Sánchez y Puigdemont. De caerse a levantarse e intentar la vía PNV, cerrada a cal y canto desde el principio. De encomendarse a una repetición de las elecciones a conformarse con una legislatura corta, viendo que los socialistas empezaban a hablar con total ligereza y desahogo del encaje de la amnistía en la Constitución. Y, ahora, vuelve a abrírseles el escenario de unas nuevas elecciones a la vuelta de las navidades.

Todo lo que Núñez Feijóo haga antes, durante y después de su investidura fallida de la semana del 26 de septiembre será en esa clave: con la esperanza de que los españoles vuelvan a ser convocados a las urnas el 14 de enero. Por eso en Vox han empezado a cuidarse las espaldas, apenas dos semanas después de la primera foto juntos de Núñez Feijóo y Abascal. Y de que el líder de Vox proclamara el inicio de una «nueva etapa de entendimiento» entre ambas formaciones.

Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal posan para las cámaras. Foto: EFE

Las opciones de Núñez Feijóo de obtener una mayoría mucho más amplia en esas hipotéticas elecciones pasan por achicar el espacio a Vox. Los populares han comprobado –sostienen– que la izquierda sí se puede permitir ir a los comicios dividida en dos, puesto que ahí están y estarán ERC, Bildu y el PNV para sumar sus escaños; pero la derecha no. Ya lo deslizó Núñez Feijóo el mismo día de esa foto con Abascal. Entonces achacó la situación de ingobernabilidad a la «ruptura del espacio político del centro derecha».

De ahí que en el PP hayan tratado de evitar a toda costa que Vox se una a la concentración del domingo 24, dejando muy claro que es un acto convocado por el PP y bajo las siglas del PP: no quieren compartir. Entre otras cosas, porque tampoco guardan buen recuerdo de la foto de Colón.

Una semana después de aquella estampa, el 15 de febrero de 2019, Sánchez rompió las negociaciones con ERC para los Presupuestos y se tiró en plancha a convocar elecciones el 28 de abril. Con el argumento de que un hombre de Estado como él no podía ceder al chantaje de Esquerra ni a la figura del «relator» para encauzar el «conflicto catalán».

Aquel día, el presidente leyó una declaración institucional desde la Moncloa que decía así: «Nosotros, dentro de la Constitución y de la legalidad, estamos dispuestos a hablar, a dialogar, y a encontrar una solución. Dentro de la Constitución, todo. Fuera de la Constitución, nada». ¿Les suena? Cambien a ERC por Junts y lo tienen, cuatro años y medio después.

Crónica de Ana Martín

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