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Eduardo Strauch, sobreviviente del accidente aéreo de los Andes de 1972: «Jamás sentí ningún remordimiento»

Por EFE
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«Jamás sentí ningún remordimiento», confiesa Eduardo Strauch, uno de los supervivientes del vuelo que se estrelló en los Andes en 1972.

Con motivo del estreno de una nueva película sobre la tragedia, Strauch habló en Madrid sobre las lecciones aprendidas y el auge mediático en torno al canibalismo que tuvo lugar entonces.

«Llegar a esa conclusión sobre lo que debíamos hacer fue difícil debido a todos los tabúes que existen, pero lo logré; jamás sentí ningún remordimiento, en absoluto», señala.

Lo mediático del accidente

Strauch (Montevideo, 1947) cree que no hizo daño a nadie. Incluso a pesar de que le costó darse cuenta de que la única forma de sobrevivir era alimentarse de compañeros fallecidos.

«Lo malo fue todo lo mediático que se hizo después, aunque creo que también ayudó a difundir la historia. Una historia que ha hecho mucho bien a muchas personas en todo el mundo durante cincuenta años», asevera.

Fue uno de los dieciséis jugadores de rugby sobrevivientes del conocido vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, que se estrelló en medio de la cordillera de los Andes, uno de los lugares más hostiles e inaccesibles del planeta.

Además de la famosa película estadounidense ¡Viven! (Alive!, 1993) y numerosos libros y documentales, el director español Juan Antonio Bayona acaba de clausurar el Festival de Venecia (Italia) con una nueva cinta sobre la historia, La sociedad de la nieve.

Lo que aprendió Strauch

Cincuenta años después, el uruguayo explica cómo aprendió muchas cosas que incorporó a su forma de vida y que todavía mantiene, como la importancia de dar amor y aprovechar cada minuto.

«Aprendimos todos en esa experiencia en la que vivimos rodeados de muerte y muertos. Siento que hoy en día tenemos tantos estímulos que nos marean, distraen y nos hacen perder el rumbo», advierte este arquitecto.

Además, logró ver lo positivo de todo lo que pasó, a pesar de que nunca pensaron que tanto horror y sufrimiento los llevarían a ver cosas tan buenas como las que han sucedido a lo largo de estas décadas.

«Nuestra historia ha ayudado a muchas personas a ser más felices. Tenemos muchos casos de personas que estaban profundamente deprimidas y pensando en el suicidio, pero que se encontraron con la historia de los Andes y les cambió la vida», sostiene.

Desde su perspectiva, el problema es que mucha gente con experiencias de vida como la suya tratan de bloquear el dolor y olvidarse de las cosas, cuando la clave es no olvidar lo que sucedió para vivir con más serenidad.

«Hay cosas que se te van quedando en las neuronas con el tiempo. Como por ejemplo que comíamos como postre la pasta de dientes disfrutándolo a cada bocado. Eso me viene a la mente hoy en día y recuerdo lo importante que es vivir con poca carga», cita como ejemplo.

«A veces no nos conectamos con lo verdadero. Ese es uno de los motivos por los que voy a la cordillera, he ido ya veinte veces al lugar donde ocurrió todo», concluye Strauch.

De los 45 ocupantes del avión, entre tripulación y pasajeros, solo sobrevivieron esos 16. A ellos los rescataron después de 72 días.

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