Mientras el pueblo de Venezuela sueña con un mejor país donde existan oportunidades, progreso, bienestar, libertad, soberanía y democracia, sus gobernantes engañan, deliran, manipulan y boicotean el clamor nacional.
Es más fácil despolitizar las fuerzas armadas, llevar las pensiones y el sueldo mínimo a 500 dólares, acabar con la inflación, recuperar la industria petrolera y minera y recuperar la soberanía del país que cumplir el sueño al señor Maduro de que un venezolano se ponga rodilla en tierra en la Luna. Para muchos es una fantasía revolucionaria inalcanzable y una acción efectista del momento crítico que se vive en las filas oficialistas.
Venezuela, un país acosado por la pobreza, camino a la indigencia inducida e implantada premeditadamente por un Estado irresponsable que cabalga desde hace años en el mar de la corrupción y la inmoralidad y no precisamente en el de la felicidad, que fue el que prometieron, vive una era espantosa, cruel, de atraso absoluto severo y lacerante de la condición humana.
Escuchar hace años al promotor de la revolución socialista hablar del lanzamiento en el espacio de satélites para librarnos de la dependencia comunicacional, una ilusión esquizofrénica que acarreó el despilfarro de grandes recursos económicos, y ahora escuchar a su sucesor, el señor Maduro, anunciando que enviará al primer venezolano a la Luna en un convenio con el imperio asiático como una noticia impactante ensombrece aún más el panorama dramático e inhumano de índole económico, emocional y psicológico que viven todos los venezolanos.
Ningún anuncio oficial en los últimos años ha generado un beneficio directo y tangible para la ciudadanía. Se ha informado de convenios y más convenios con naciones de corte comunista y los resultados son absolutamente nulos.
Quienes ostentan el poder solo han elevado el endeudamiento obsceno del país y han puesto a la vista del mundo los escándalos más aberrantes de asalto a las arcas de la nación por parte de funcionarios de alto nivel, que en su mayoría actualmente disfrutan del botín en diferentes partes del mundo mientras los ciudadanos maltratados, humillados, chantajeados, vejados y en los últimos años esclavizados llevan una vida atroz, con extremas necesidades, limitaciones, padecen los desmanes del socialismo y otros más, mueren de mengua en sus casas y centros de salud.
Lo que sí es verdad es que vemos en las redes sociales miles de publicaciones diarias en las que personas, ante el desamparo total del Estado, piden colaboración para cubrir gastos médicos o de operaciones de familiares que aguardan un milagro de Dios y el socorro de alguna ayuda. Leemos noticias de denuncias periódicas de desapariciones, muertes y ahora secuestros de venezolanos que continúan huyendo despavoridos del país. Observamos los centros de salud y educativos todos los días más deteriorados, sin el recurso humano suficiente y preparado para encarar la crisis aguda y necesidad de servicios que requiere la población en franco, sostenido y acelerado deterioro. Hasta las cárceles convertidas en bunkers de las grandes mafias, muchas aliadas al poder. Los campos desasistidos. Campesinos y productores arruinados, empobrecidos y acosados por el sistema imperante, sin incentivos, ni políticas sustentables de asistencia. Trabajadores, jubilados y pensionados humillados con 3,5 dólares mensuales que solo alcanzan para un día medio comer. El colapso incontrolable desde hace años de los servicios de luz, agua, gas, transporte, comunicaciones y otros. Sistemas de salud, educación y justicia declarados en emergencia por ineficientes. Miles de empresas, microempresas y emprendimientos cerrando sus puertas por la caída general de la capacidad de compra del venezolano. Y todo lo que ya sabe, conoce y padece cada venezolano en cada región del territorio nacional sin excepción alguna.
Resumiendo, quienes en un círculo donde reina la opulencia han decretado el confinamiento del ciudadano, que debe cumplirlo en condiciones de precariedad, hambre y miseria. Sin importarles, además, tienen la osadía de burlarse inmisericordemente del país.
La reflexión es: qué creen ustedes que puede pensar un sitiado, arrodillado y subyugado venezolano, en estado permanente de preocupación y necesidad, cuando sale el líder de la revolución socialista a decirles que viajó gastando una millonada para China, firmó acuerdos de cooperación como los que tienen años firmando sin ningún beneficio y que destaca que enviará a jóvenes venezolanos a la Luna.
La verdad es que creo que el 10% que le queda de respaldo al PSUV y sus aliados debe haber caído un poco más y el rechazo de casi 90% del país hacia el régimen se consolida con cada uno de los desacertados anuncios del representante del Ejecutivo, que ninguno mitiga las necesidades del pueblo venezolano.
Los comunistas son trogloditas, oportunistas y chulos.
Recordemos que China es corresponsable de la corrupción en Venezuela con las obras ferroviarias y del sistema eléctrico, casi todas inconclusas y otras inoperantes ejecutadas en varias partes del país, que hicieron posible que el gobierno de Jinping se hiciera acreedor del petróleo venezolano para cobrarse algo que no concluyeron en tiempos pasados, que están a la vista de todos y se les catalogan como elefantes rojos. Amén de los cubanos, que son unos verdaderos mantenidos de la revolución bolivariana que le quita el pan de la boca a los venezolanos para financiar la expansión del castrismo por el mundo y alienta con algún capital el sustento de la oscura y maligna Revolución cubana.
El régimen no tiene justificación alguna para mantener a la nación en vilo. Sarcasmos, noticias estrafalarias fuera de contexto y escenarios faraónicos en un país devastado y arrasado por la inacción, el control social, el saqueo permanente de sus recursos y el abandono a su suerte de la sociedad y la familia venezolana por parte del Estado genera un malestar general, de consecuencias negativas e irreversibles para la revolución socialista. Seguir hablando de las sanciones, de la lucha antiimperialista, es contradictorio cuando el país ha sido violentado por los cuatro costados por potencias extranjeras y regímenes que diariamente se llevan de los puertos venezolanos todo el petróleo que pueden y otros todos los minerales que quieren.
Venezuela perdió su soberanía en manos de los líderes de un proyecto que fracasó y recuperarla pasará por el cambio ineludible que se gesta y consolida de manera espontánea e indetenible.
Lo que en lo sucesivo se anuncie o especule, por más ilegal, fantasioso, grotesco u ofensivo que sea en este desmembrado país, deberá tomarse como un cuento chino del siglo XXI.
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