Casi 70% de los grupos criminales de la Unión Europea utilizan técnicas básicas de blanqueo de dinero, mientras que el resto colabora con redes profesionales o bancos clandestinos. Aunque los operativos policiales han incautado millones a estas bandas, se calcula que solo suponen 2% de sus ingresos anuales.
La Agencia de la Unión Europea para la Cooperación Policial (Europol) acaba de publicar El otro lado de la moneda, un análisis de los delitos financieros y económicos en la UE. Este informe desgrana detalladamente cómo estos grupos criminales consiguen lavar el dinero procedente de las actividades ilícitas. Para ello utilizan la figura de los blanqueadores profesionales, empresarios individuales o redes que ofrecen sus servicios a cambio de una tarifa.
Utilizan todo el espectro de herramientas y técnicas de lavado, manejando todo el proceso, desde cobros de efectivo in situ hasta la entrega oportuna y global de activos limpios en cualquier forma. Su tarifa basada en comisiones es de 5 a 20% de la suma blanqueada y varía según el origen geográfico y el destino de los fondos.
Aunque son muchas las nacionalidades relacionadas con estos profesionales, Europol destaca el caso de las redes chinas, que ejercen de recolectores de efectivo y mensajeros en todo el territorio comunitario aprovechándose de empresas de transporte legales para transportar dinero escondido entre la mercancía o en compartimentos ocultos.
También actúan como corredores que ofrecen seguros y responsabilidad por las trasferencias internacionales. Establecen contratos y entre las partes y puede transferir una gran cantidad sin movimiento físico de efectivo transformando el dinero en productos básicos y esquemas de compensación gracias a la magnitud del comercio entre la UE y China.
IVTS
Uno de los métodos más habituales es el sistema informal de transferencia de valor (IVTS), también conocido como banca clandestina, que permite que los fondos sean pagaderos a un tercero a otra ubicación geográfica fuera de la supervisión regulatoria. Por ejemplo, la hawala –del árabe transferencia o cable– es un tipo de IVTS que utilizan los trabajadores extranjeros para enviar remesas a sus familias, pero cada vez es más utilizado por estos grupos criminales para mover el dinero. De hecho, se sospecha que fue el método utilizado para la compra de votos en Melilla.
Otro sistema es el uso de mulas para el transporte físico de efectivo. En muchos casos se trata de personas que aceptan llevar dinero; en otros, las redes de blanqueo transfieren dinero a cuentas personales de estas mulas. Los investigadores han descubierto el reclutamiento masivo de estudiantes, inmigrantes o personas en situación de vulnerabilidad a través de las redes sociales.
Uso del comercio
Finalmente, Europol destaca el lavado de dinero basado en el comercio (TBML), un método que explota los procedimientos de tránsito y comercio exterior para mover los fondos utilizando datos de facturación y documentación falsos. Los delincuentes establecen estructuras comerciales que operan con bienes como vehículos de segunda mano, metales, ropa, equipos de construcción, arte e incluso caballos.
Este sistema implica varias etapas. En primer lugar, los fondos se transforman en productos comerciales para adquirir un aire de legitimidad y ser llevado al sector financiero sin atraer la atención de las autoridades. También puede servir como un sistema de envío de dinero a través de esquemas de facturación falsa. El problema es que este método requiere una gran cantidad de efectivo por adelantado para comprar bienes que comercializar, por lo que solo las redes involucradas en actividades altamente rentables, como el tráfico de droga, puede financiarlo.
Daigou (compras sustitutas) es un tipo de TBML que implica el uso de ganancias ilícitas para comprar internacionalmente artículos de lujo que luego se ponen a la venta en China, aprovechando los precios minoristas más altos.
Más de 4.000 millones
Según la información recibida por Europol por parte de 24 estados miembros, el valor de los activos incautados en la UE ascendió anualmente a al menos 4.100 millones de euros de media en 2020 y 2021, lo que muestra que las incautaciones casi se han duplicado con respecto al periodo 2010-2014, cuando la cifra media por año era de unos 2.400 millones.
Lo que más se incautó fue dinero en efectivo, seguido de cuentas bancarias y vehículos, y lo menos frecuente fueron las acciones, oro, bienes mobiliarios (incluidos buques) y activos digitales.
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