El resultado del control político del socialismo del siglo XXI sobre el estado y la sociedad venezolana ha sido la instauración de una economía de la pobreza. Hoy somos una de las naciones más pobres del hemisferio occidental.
La miseria existente es resultado directo del autoritarismo de inspiración marxista. La fatal combinación de las tesis económicas comunistas, donde el estado es dueño de los medios de producción y el gran contralor de la actividad económica, con los métodos de control absoluto del poder político y social termina generando la más brutal miseria con sus consecuencias humanitarias.
No somos los venezolanos la primera sociedad víctima de este explosivo cóctel. Ya en el siglo pasado naciones como Cuba en América Latina, y el eje de los países de Europa del Este, fueron arrastrados a la miseria con la implantación de este modelo.
En nombre de los pobres se llega al poder, en nombre de los pobres se expropia y confiscan los medios de producción y los bienes privados, en nombre de los pobres se roban las finanzas públicas y se violan los más elementales derechos humanos.
Un país rico como el nuestro termina siendo una nación pobre. Al destruirse el Estado de Derecho e instaurarse el régimen autoritario se forman las mafias para el robo, el pillaje y el saqueo de las finanzas y de los activos del país, impidiendo el libre desenvolvimiento de la iniciativa y de la actividad económica privada.
La economía de la pobreza, fruto de esta forma de conducir al estado y a la sociedad, se convierte en un círculo perverso que cada día hunde hacia una mayor precariedad a toda la sociedad. Solo se salvan los pequeños grupos conectados con el poder y usufructuarios de la extracción de minerales, del comercio o tráfico de productos y sustancias ilegales.
Los voceros de la dictadura llaman a sus propios funcionarios, afectados como el resto de los ciudadanos por la miseria circundante, a asumir el rol de “emprendedores” para completar los escuálidos salarios que les pagan.
En una sociedad, con el modelo político aquí descrito, donde el 90 % de las personas están en pobreza (la mayoría en pobreza extrema) es imposible que el esfuerzo, el trabajo y el emprendimiento de buena parte de ellos logré sacarlos de esa lamentable situación. Buena parte de las iniciativas terminan fracasando porque están ubicadas en un contexto de pobreza. Lo que unos producen nadie lo puede comprar por carecer de dinero, los que invierten algún ahorro en producir un bien o servicio lo pierden por la misma razón. Sobran los ejemplos. Ya ni los productores de alimentos logran cubrir sus costos, siendo estos una necesidad existencial; los venezolanos no tienen como cubrir la cesta básica alimentaria.
La semana pasada conversando con un productor agropecuario de los llanos me comentaba cómo era más económico no ordeñar las vacas y dejar la leche para los becerros. Ordeñar y hacer queso termina costando más el traslado a los mercados, que lo pagado por el mismo. El queso se estaba vendiendo en los mercados aledaños entre 1,5 y 2 dólares el kilo. Hay quienes preparan alimentos para vender en sus comunidades y terminan perdiéndolos porque sus vecinos no tienen cómo comprarles.
Los trabajadores formales reciben salarios miserables. Si bien en la mayoría de las empresas el salario está muy por arriba del salario mínimo, tampoco es suficiente para cubrir las necesidades alimenticias de los hogares. Las empresas no pueden pagar más porque sus costos de producción son muy elevados y sus productos terminan siendo más costosos que los importados, todo lo cual limita su desarrollo y en consecuencia su capacidad de generación de recursos para pagar mejores salarios. Todo un círculo vicioso.
El tema de la superación de la pobreza, en estos tiempos del siglo XXI, requiere inexorablemente un cambio del modelo político. En una sociedad autoritaria de inspiración marxista es imposible generar una economía productiva, competitiva y moderna. La falta de reglas claras, de plena vigencia del Estado de Derecho impide la presencia de empresas con capital y tecnología, capaces de generar riqueza y por ende con posibilidades de generar empleos estables y bien remunerados. No hay forma de que un Estado saqueado, como es el caso de nuestro país, pueda reactivar el aparato productivo con recursos propios; además de la ya probada necesidad de contar con un sector privado vigoroso y competitivo, como base sine qua non para que sea el eje motriz de una nueva economía.
Por eso he sostenido, y acá lo ratifico, que no hay ninguna posibilidad de salir de la pobreza mientras la camarilla socialista de Maduro esté en el poder. Así la propaganda del régimen quiera evadir su responsabilidad en esta tragedia, no hay forma de justificar la ruina que padecemos.
Desde el mismo comienzo de su presencia en el poder han evadido su responsabilidad en la creciente evolución de su política destructiva. Los responsables de su ineficiencia y de la ruina han sido el capitalismo, la 4ta, la oligarquía, el imperio, Bush, Obama, Trump, Biden, Uribe, las sanciones, el bloqueo y pare usted de contar.
Jamás aceptarán su responsabilidad. Jamás reconocerán que ha sido su pérfida moral, sus decimonónicas ideas comunistas, y fundamentalmente el saqueo que le han hecho a nuestra nación las causas verdaderas de la pobreza y de la tragedia humanitaria que padecemos.
De ahí la importancia de lograr la salida, voto a voto, de Maduro y su camarilla del poder.
Avancemos entonces en la construcción de la alternativa democrática para enfrentar en el terreno electoral a quienes han destruido nuestra vida. Preparémonos para lanzar el gran plan de reconstrucción de nuestra amada Venezuela.
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