Mientras la gravísima crisis económica se agudiza, al momento de escribir este artículo estamos a horas de que se concrete el “triunfo irreversible” y el CNE declare ganador al mismo que ha sumido al país en esta tragedia humanitaria que jamás nos hubiéramos imaginado.
“Ganador” que llegó a unas elecciones en las mejores condiciones para lograr mantenerse en el poder, gracias a los múltiples errores de una dirección política opositora desacertiva y fraccionada. Los hechos que “contribuyeron” al éxito del gobierno hablan por sí solos: fuimos a unas elecciones regionales divididos, disfrazaron en los municipios afines a sus candidatos para mantener su pequeña cuota de poder, prometiendo ante la opinión pública que serían expulsados de sus organizaciones, algo similar sucedió con los gobernadores que decidieron ir a juramentarse ante la ANC ilegal.
El régimen, ágil en cambiar timón y ejecutar acciones coyunturales a su conveniencia, también puso de su parte: inhabilitó partidos y dirigentes; impidió que 2,8 millones de venezolanos en el exterior puedan ejercer su derecho al voto, compró votos, activó al máximo la maquinaria clientelar.
Hoy la mayoría de nuestro pueblo se pregunta: ¿qué pasará en Venezuela el 21 de mayo? Al momento de escribir este artículo en medio del desarrollo de un proceso que sin el mayor de los esfuerzos va a llevar a Nicolás a mantenerse en el poder a pesar de contar con el rechazo de por lo menos 70% de los venezolanos, no tengo respuestas, solo una aspiración: el reencuentro de la oposición hoy enfrentada por votar o abstenerse. Esa, sin lugar a dudas, es la clave. Esa unidad que permita la reconciliación nacional, la ayuda humanitaria y, entre todos (léase bien todos, sin excepción o con muy pocas), así poder salir de esta grave crisis económica, política y social.
Lo que sí está seguro, al menos por ahora, es que vienen más sanciones. Y si no nos unimos, entonces el gobierno terminará de aniquilar lo que queda de oposición con el revocatorio de los diputados y aprobar una nueva constitución a su medida. Ante todo esto, es fundamental la unidad. La reconciliación de todos, incluso con sectores mayoritarios afectos al gobierno.
Hoy, el mundo no solo nos mira con máxima atención, sino que nos respalda plenamente en nuestra lucha por superar nuestra atroz situación de desastre humanitario.
Ha llegado el momento de superar anteriores errores y trabajar no solo por desalojar a la camarilla que, con la mayor crueldad e ineptitud, ha provocado que nuestros ciudadanos tengan que hurgar en la basura para comer algo, sino que debemos aprestarnos, disponernos y ejecutar el puente humanitario que la comunidad internacional nos ofrece aquí y ahora. Esa debe ser la prioridad.
Acciones que debemos organizar y coordinar con las iglesias, las universidades, gremios, ONG, sociedad civil y partidos políticos. La ayuda humanitaria debe ser un hecho en los próximos meses, a pesar de la cruel, inexplicable e inhumana oposición del gobierno, y meses antes que “el ganador tome posesión” en siete meses.
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