No hay piso parejo ni condiciones democráticas para unas elecciones presidenciales hoy. La incertidumbre nos carcome las entrañas. Nadie ve al usurpador colocándole la banda presidencial a la alternativa republicana. No lo ve para nada como demócrata. Acaba de implosionar un CNE afecto al régimen y lo quiere todavía más controlado, para ello designó arbitrariamente a su esposa como factor fundamental de su diseño. Se siente muy inseguro.
La primaria le ha resultado una rueda de molino atada a su cuello. Se constituye en un acto de rebeldía y en paso certero para la conquista de la libertad. Nadie quiere nada con el socialismo.
La gente está buscando a un líder, no a un candidato potable al usurpador.
Después de una recesión política derivada de los estropicios causados por el malogrado G4, el país comienza a movilizarse, a agitarse en torno a una esperanza.
El narcorrégimen le teme al despertar y fervor democrático. Sabe que si la movilización sale de la cueva totalitaria no lo puede encerrar.
A lo largo y ancho del país miramos a miles de capas de resistencia. Esplende un liderazgo espiritual, social, cultural, transformativo propiciatorio que se encuentra con el momento adecuado.
Se trata de un mandato que va más allá de lo político, luego del agotamiento del modelo de destrucción y ejercicio autoritario del poder configurado para permanecer siempre.
Vislumbramos que con el cambio político el mundo se abrirá para Venezuela, y vendrán los recursos e inversionistas con reglas de juego claro.
Lo importante del liderazgo del coraje es el sentido de dirección que lo mueve y no meramente donde estamos en estos momentos.
Muchos dicen: “Qué más vamos a morir si ya estamos muertos”, la hora toca para la movilización social. Morir haciendo algo.
El esperpento de sentencia que dictaminó 16 años de prisión a los sindicalistas que luchaban por reivindicaciones laborales, produce un escándalo de proporciones tales que las cortes de justicia internacionales se convencen, aún más, de la ausencia de justicia y la sistemática violación de los derechos humanos acompañada de la perpetración de crímenes de lesa humanidad.
Un hijo adolescente de uno los trabajadores ultrajados reaccionó ante el exabrupto judicial con lágrimas en los ojos, expresando que los malos siempre ganan. Estos son los valores que promueven los criminales que nos asolan. Ellos odian a los pobres, a la gente común. Nos unimos cada día para salir de la ignominia. El futuro del país no puede seguir en manos de estos delincuentes. Son más de 300 presos a los que se les violaron flagrantemente sus derechos humanos.
Destruyeron el Estado de Derecho para establecer su estado comunal. No se puede permitir que el régimen organice unas elecciones, no existen para ellos, mientras va desplegando a mansalva: represión, intimidación y violencia.
Es un enorme problema para el usurpador que se haya movilizado la gente, se siente inseguro y desea implosionar, con la fuerza bruta, las primarias. Incapaz ha sido de ser leal con los ciudadanos, los somete a servidumbre y da por fallidos.
El liderazgo del coraje que surgirá de las primarias construirá las condiciones para que se imponga la democracia en Venezuela. Ya estamos trabajando para eso.
¡Libertad para Javier Tarazona y Emilio Negrín! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!
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