En una nueva acción que lo acerca más a la figura del anticristo que a la del vicario de Jesucristo en la Tierra, el Papa Francisco vuelve arremeter contra los valores fundamentales de la iglesia, esta vez lo hace asestando un golpe directo al corazón de la tradición eclesiástica y en contra una de sus instituciones más tradicionales, el Opus Dei.
Esta organización, que ha sido desde su fundación, un bastión de valores tradicionales y cristianos, ahora enfrenta un futuro incierto bajo el yugo de las directrices del Papa Francisco que parecen alinearse más con ideales comunistas que con la doctrina católica tradicional.
Desde su fundación, el Opus Dei ha encarnado principios diametralmente opuestos a las ideologías comunistas. Su promoción inquebrantable del amor a Dios, la excelencia en el trabajo y la santificación a través de la vida familiar han sido pilares que han resistido las pruebas del tiempo.
Esta institución ha emergido como una fuerza notable en la promoción de la educación y la salud a nivel mundial. Impulsando la creación de escuelas, universidades y centros técnicos que enfatizan una formación integral, esta institución combina desarrollo académico, humano y espiritual en su currículo. Además, ha establecido hospitales y clínicas en varias regiones, incluyendo áreas desfavorecidas, brindando no solo atención médica de calidad, sino también un trato humano y espiritual a los pacientes. Esta visión holística y orientada al servicio del Opus Dei refuerza su misión de llevar el mensaje cristiano a todos los rincones de la sociedad, colaborando con diversas instituciones para el bienestar general de las comunidades.
El Papa Francisco, a través de una Carta Apostólica o decreto en forma de ‘Motu Proprio’ emitió la orden expresa de relegar a esta organización, degradándola a la categoría de “asociación clerical pública”, lo que evidencia una maniobra para diluir y minimizar la influencia y legado del Opus Dei.
Esta decisión no debería sorprendernos, es bien sabida la postura silenciosa y complaciente que el Papa Francisco ha mostrado hacia la barbarie de los regímenes de ideología comunista, particularmente en Nicaragua y China, donde se han perpetrado ataques continuos contra la Iglesia y sus fieles y donde el Papa, como Judas, ha traicionado a su iglesia alineándose con estos regímenes. En contraste, podemos verlo rasgándose las vestiduras ante incidentes menores, como la quema del Corán en protestas públicas, estas acciones del Papa dejan en evidencia su sesgo ideológico contrario a los ideales fundamentales de la iglesia católica.
Este nuevo decreto de ‘Motu proprio’, no es más que un reflejo alarmante de la dirección que el Papa Francisco parece querer llevar a la Iglesia que lidera. Algunos críticos, viendo más allá de las palabras, interpretan estas acciones como un guiño a ideales más cercanos al comunismo, una ideología que tradicionalmente ha estado en conflicto con los principios cristianos.
Esta reconfiguración, especialmente en la posición del líder del Opus Dei, Fernando Ocariz, sugieren un cambio radical en la estructura de poder dentro de la Iglesia. Estos movimientos, sumados a otros cambios recientes, hacen que muchos se pregunten: ¿Está el Papa Francisco alejando a la Iglesia de sus raíces y acercándola a una ideología que durante décadas ha sido vista con desconfianza?
Con la Iglesia en una encrucijada, los debates sobre la dirección y los valores que deben prevalecer en el catolicismo del siglo XXI no solo continuarán, sino que probablemente se intensificarán. Las acciones del Papa Francisco serán escrutadas y debatidas mientras la comunidad católica busca entender y, posiblemente, resistir estos cambios drásticos.
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