Quedó claro que no creemos ni queremos más “elecciones”. Quedó claro el rechazo y desconocimiento internacional del régimen de Nicolás Maduro, que no es más que la fachada de una banda de criminales y narcotraficantes que secuestraron todas las instituciones públicas y mantienen sometida a la población venezolana. Sí, que suene a disco rayado, pero no nos podemos cansar de denunciarlo.
Lo que pasa en Venezuela no es normal, desde hace tiempo lo sabemos. El mensaje abstencionista debe ser entendido por los líderes opositores y encauzado hacia un propósito en común; ya fue suficiente el querer amoldar y dejar la voluntad del pueblo a libres interpretaciones de cuanto vocero y partido político. Es hora de que los líderes de la oposición salgan de sus zonas de confort; y aunque la palabra “unidad” a muchos nos cause rechazo, alinearse en un discurso y un conjunto de acciones concretas, apoyadas por la comunidad internacional. Lo que pasó el domingo 20 de mayo nos aleja cada vez más de una salida democrática.
Concuerdo con una opinión que leía de Lech Walesa, ex presidente y activista político polaco ganador del Premio Nobel: la única manera de liberar a Venezuela es desde el exilio y junto a los venezolanos íntegros y rectos que queden en el país, y más temprano que tarde el país tendrá que ser intervenido por fuerzas de coalición para preservar la paz mundial. Es por eso que nuestro papel como venezolanos en el exterior es seguir denunciando, desde la tribuna que sea, lo que sigue sucediendo en nuestro país. Que cada venezolano fuera del país propague el mensaje con sus nuevos vecinos, compañeros de trabajo, compañeros de cuarto, desde todas las tribunas.
Tantos hermanos de otros países que han pasado por dictaduras y que se cansaron de advertirnos el rumbo que tomaría el país; pero es que lo de nosotros va más allá. Las denuncias que vemos a diario sobre las redes del narcotráfico en Venezuela son solo la punta del iceberg. Por eso aplaudo cualquier tipo de sanción, congelamiento de bienes, prohibición de entrada, operaciones de inteligencia, que frene y disminuya de alguna forma a los actores de este narcoestado, porque al final lo único que les duele es su bolsillo. Mientras tanto, sigamos haciendo lo que nos toca.
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