El tema económico se considera como uno de los principales problemas que padecemos los venezolanos. Dedicaré este artículo, el cual centraré en cómo afecta el tema la dinámica del país, tanto a las personas como al aparato productivo. Por ello, se analizará desde el contexto político y social, y cómo esto ha afectado de manera paulatina el desarrollo y el crecimiento de la nación. Novedad alguna, seguimos dependiendo del ingreso petrolero, con sanciones internacionales y un consumo muy limitado, sin las posibilidades ciertas de cubrir las necesidades básicas tanto del sector público como privado, sin olvidarnos de una gran contracción e hiperinflación.
Un gobierno que basó su ingreso solo en dependencia del petróleo es el inevitable punto de partida en cualquier análisis de la economía venezolana. El petróleo es, y ha sido, el recurso más importante del país y su más valioso producto de exportación; sin embargo, hoy está basado en una estructura totalmente en ruinas incapaz de mejoramiento si no existe una inversión real. Un gobierno que manejó cuantiosos ingresos petroleros y terminó por abrir camino a una economía centrada en el Estado. Nos convertimos en una sociedad rentista, en la cual los diversos grupos sociales, aglutinados en su mayoría por grupos cercanos al estrato gubernamental, se alimentan y dependen del Estado para su supervivencia. Sumando a todo esto, como resultado de la misma crisis política por la que estamos transitando, las sanciones que afectan directamente a la industria petrolera, que han llevado al Estado a vender la poca producción que se está generando en el país a costos muy inferiores
Todo esto afecta la dinámica del país, más aun viniendo de un proceso de pandemia que paralizó, por completo, la economía nacional tanto los individuos como de los procesos productivos. El año pasado, año post-pandemia, tuvimos la sensación de una mejora significativa. El primer semestre empezó muy bien, con un crecimiento de 15% para el primer semestre. La inflación había retrocedido hasta niveles de (150%), el consumo incluso estaba presentando un aumento mayor al de la propia economía, se estaba hablando de un crecimiento que puede estar en torno al 20%. Todo eso dio una sensación de alivio y bienestar y una falsa sensación de que las cosa se estaban arreglando en el país (cifras dadas por el economista Asdrúbal Oliveros). Para el segundo semestre, la economía volvió a su camino natural y retrocedió significativamente, y el consumo comenzó a caer lo cual agudizó, con más fuerza, la crisis.
Entrando en el 2023 con una aceleración de los valores, pasamos de una inflación de 150% anual, en bolívares, a niveles superiores a 400%. Eso, por supuesto, significa un gravísimo problema en término del poder adquisitivo sobre toda la población que gana en bolívares, que es la mayoría del país, se estima casi un 70% de la fuerza laboral. Y eso, por supuesto, hace que merme el consumo y la capacidad de compra por la subida tan agresiva en los precios. En resumen, los salarios no acompañaron esa subida, lo cual ocasionó una caída importante de la demanda.
Todo esto es un daño estructural difícil de resolver. Todo lo que tiene que ver con el desmantelamiento de la industria manufacturera, su caída en términos numéricos y la desaparición de la misma. También son importantes los aspectos relacionados con el colapso del propio Estado y de su incapacidad para hacer una política única: el desmantelamiento de la industria petrolera, la fuga de capital humano y una política cambiaria sería en un Estado, que por defecto, se ha dolarizado de manera silvestre. Además, tenemos una fragilidad estructural, puesto que, prácticamente, los cambios que están ocurriendo, se relacionan con que no hemos resuelto nuestro problema estructural.
Mirando hacia el futuro más cercano, el reto de esta generación está en aprovechar las oportunidades que se nos presenten para convertirlas en éxitos. Frente a un clima de conflictividad política, que día a día se incrementa, si no retomamos el camino a una verdadera democracia, será difícil que Venezuela pueda convertirse en un mercado atractivo para la inversión privada y extranjera. Sé que un alto porcentaje de los venezolanos, hemos insistido, resistido y persistido en el camino democrático. No abandonemos hoy este camino. Es la única vía hacia un futuro de libertad, pues la libertad se encuentra en el propio camino que hemos transitado hasta hoy; como dijo el poeta español Antonio Machado: «Caminante no hay camino, se hace camino al andar.»
@freddyamarcano
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