“Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho de manifestarlo”. (Voltaire – 1694-1778). Es interesante peregrinar en el mundo de la conciencia, donde se anida todos esos términos y conceptos que nos van inculcando, no diría enseñando, porque lo que nos instruye es ala ves obligatorio, lleno de temores, condiciones, dogmas, creencias, fanatismo e incluso la hipocresía, que nos hace mucho daño, pues las bases de nuestro transitar en este plano desde niño, estos conceptos son los que orientaran de por vida, a no ser que renuncies a ello y te conviertas en un rebelde familiar y social. Esto puede ocurrir si por alguna circunstancia empiezas abrir conciencia, y estoy seguro que la sociedad te verá como un fenómeno extraño: la sociedad te verá como un ser con crisis existencial filosófica y la Iglesia como un ser alejado de Dios y los Diez Mandamientos. En la filosofía, en la psicología y en la misma religión, el tema de la libertad, ser libre y el libre albedrío son vistos de reojo, solo miremos a nuestro alrededor: todo nos quiere dominar. Las leyes no trascendentes, constituciones, leyes penales y policiales, nos controlan, la religión, con las leyes trascendentes, con los mandamientos, si no cumples la voluntad de Dios, te condenas, y con el libre albedrío, eres un loco que estás alejado de todo, un antisocial. Sostengo la tesis que se viene a este plano de contrición y denso, hacer lo que se debe hacer y no lo que tienes que hacer. Me explico con un ejemplo: en un hogar donde todos son médicos, te influyen que debes ser lo mismo y esta carrera te dará dinero toda la vida, pero el joven lo que quiere es ser filósofo, y al final se gradúa como médico, con la mentalidad mercantilista. En otro hogar, un joven demuestra desde niño la inclinación al servicio del ser humano demostrando compasión por el que sufre dolor, y su llamado interno es servir a la humanidad desde la posición de médico, y encuentra apoyo familiar y social. Cierto día una persona visita al médico por una dolencia fuerte que tiene. Visita al médico mercantilista: lo revisa y determina que si no se opera pronto puede morirse. Pregunta el médico si tiene medios para una intervención quirúrgica que le salva la vida con un costo elevado. Le manifiesta el paciente que no posee medios y mucho menos seguro para costear su intervención quirúrgica. El médico le manifiesta que sin dinero no se puede hacer nada. El paciente visita otro médico, para una segunda opinión, y va donde el médico que hizo la carrera por amor a la humanidad. Le revisa y le manifiesta igual que el anterior médico, hay que operar rápido. Le dice igual el paciente al doctor que no tiene seguro ni recursos para su intervención quirúrgica. El médico le dice, yo le llamo después, espere mi llamado. A los ocho días lo llama y le pide que se presente en tal hospital, que lo va a intervenir. Y que no se preocupe por los costos, consiguió dónde operarlo sin costos. Le salvó la vida. Este ejemplo ilustra lo que es un deber hacer y un tengo que hacer. Cuando se te obliga a hacer algo, es que tienes que “hacerlo”. Y esto ocurre en todas las profesiones y oficios. Con los abogados ocurre algo similar. Vamos a definir el término libertad. Paul Valéry: «La libertad es una de esas palabras de odio que valen más que el significado». Mi opinión sobre la libertad es muy particular. La libertad está sometida a las leyes, por lo tanto, no es trascendente. No es voluntad del individuo cumplirla, solo tiene que cumplirlas si quiere vivir en sociedad y esto atañe en todos los círculos sociales, militares y religiosos. Considero que la libertad es como un control moral sobre la sociedad, pues está enmarcada en una serie de leyes. Los seres humanos obramos por instinto y esclavo de las pasiones. Estamos en una lucha incesante de ambición desmedida, de dogmas, fanatismo, hipocresía, es la ley del más fuerte, sin leyes todo sería violencia y caos. La historia del hombre está plagada de todo esto. Todo ser humano necesita un guía a quien seguir. Las leyes enmarcan en el ser humano la libertad y la paz. Aristóteles dice: “Sin embargo, con frecuencia sucede lo contrario; los esclavos tienen cuerpos de hombres libres, y hombres libres con almas de esclavos». Es muy propio ver esto en la masonería. Como lo decía el Maestro Buda: somos esclavos e infelices por los deseos, y la felicidad está en liberarnos de los mismos. Para Kant, la libertad implica actuar por deber, hacer lo correcto, en el marco de la sociedad en la que vivimos. La libertad es algo externo, está sometida a las leyes del ser humano. Las diversas opiniones sobre la libertad son muy personales de quien las hace, y son tantas las diferentes opiniones sobre el tema que se llenaría una enciclopedia tratando de explicarla. “Ser libre”: según Epicuro, es cuando se puede cumplir los deseos. Pero para Aristóteles, libre no es quien hace lo que se le viene en gana si no que no se deja dominar por sus impulsos. El mismo Aristóteles sostiene la tesis de que las leyes son para los débiles, para los impulsivos. Los seres humanos que son libres, practican el desapego y desprendimiento, para no dejarse dominar por las bajas pasiones, dogmas, fanatismos, y no generan problemas al entorno. Sostengo una tesis: todo iniciado en la masonería, si interioriza los mensajes de los símbolos, trasciende la ley, está tácita en él, y esto es lo que le comprendo al filósofo Aristóteles. Si pudiéramos sentirnos no alienados por el odio, rencores, envidias, hipocresía, bajas pasiones, estamos seguros de que haríamos obras maravillosas. Un ser humano “libre” está con el orden universal, sus leyes, todo es un equilibrio dentro de su ser, está implícito el Creador.
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