En el artículo anterior, paseamos rápidamente por la historia de Irán hasta el siglo VII d. de C. cuando el Imperio Sasánida (Imperio de los Iranios) fue conquistado por los árabes musulmanes; conquista que culminó en el año 651 d. de C.
También dijimos que el Imperio Sasánida fue el imperio de mayor esplendor de los persas (rectius: “iranios” en aquella época).
Entre las fortalezas del Imperio Sasánida se encontraban un ejército profesional poderoso, entrenado y comandado por jefes con experiencia militar, un estado organizado con la capacidad de recaudar con eficiencia ingresos por vía de tributos y regiones fértiles y productivas.
Entre sus debilidades se encontraban: la inmensa extensión de su territorio, la presencia de dos colosales enemigos (los árabes musulmanes en expansión y el Imperio Romano de Oriente), las frecuentes campañas y conflictos militares internos y externos (especialmente la guerra bizantina-sasánida durante 26 años entre el 602 y 628 d. de C.) y un elemento muy curioso: la desunión interna como nación debido a la presencia de varias religiones diferentes al zoroastrismo -que era para entonces la religión oficial- como consecuencia de la tolerancia religiosa que heredaron del imperio persa aqueménide.
Cinco años después del fin de la última guerra bizantina-sasánida (en el año 633 d. de C.) los ejércitos musulmanes del Primer Califato (los primeros cuatro sucesores de Mahoma entre los años 632 y 661 d. de C.) iniciaron las invasiones del Imperio Sasánida y del Imperio Bizantino.
Las guerras entre el Imperio Bizantino y los árabes (luego los turcos otomanos), los dos asedios a Constantinopla y la caída de Constantinopla bajo el liderazgo de Mehmed II (turco otomano musulmán) el 29 de mayo de 1453 es otra historia.
Lo cierto para con respecto a Irán es que los musulmanes árabes tomaron el control total de Persia en el año 651 d. de C. Les tomó cerca de 18 años imponerse sobre los persas y desde entonces el Islam domina en Irán hasta el presente. A veces oficializando la rama chiita del Islam y a veces la rama suní.
Al principio de la dominación musulmana, los territorios conquistados fueron gobernados por jefes militares vinculados al Primer Califato (también conocido como Califato Rashidun) cuya sede estaba en la ciudad de Medina. Este califato, cuyos cuatro califas son reconocidos tanto por los suníes como por los chiíes, gobernó entre el inicio de la campaña de la conquista en el año 632 d. de C. -durante cerca de 29 años- hasta el año 661 d. de C. Curiosamente, el idioma persa siguió siendo la lengua de uso más extendida en la región conquistada. Habida cuenta de que el Corán fue redactado en lengua árabe durante el Primer Califato era de esperarse una interacción entre el idioma persa y el árabe.
A raíz de las divisiones en el Islam, al Primer Califato le sucedió el Califato Omeya que gobernó hasta el año 750 d. de C. durante casi 90 años. Su sede se encontraba en Damasco, gobernaba un inmenso territorio de cerca de 150 millones de Km2 y se distinguió por la organización político-administrativa de su territorio. El Califato Omeya fue derrocado por los ejércitos abasíes dando inicio al tercer gran califato: el Califato Abasida.
-El Califato Abasida gobernó durante, supuestamente, 767 años, entre los años 750 y 1517 d. de C. Pero esta afirmación requiere de una explicación. La primera ciudad sede del Califato Abasida estuvo en el actual Irak durante 12 años -inicialmente en la ciudad de Kufa en Irak y luego fue trasladada a la ciudad de Bagdad –también en el actual Irak – hasta el año 1258 d. de C., cuando los ejércitos mongoles de Gengis Khan conquistaron Bagdad durante la invasión mongola de Khwarezmia entre 1219 y 1221 d. de C. La capital del Califato fue entonces trasladada a El Cairo y allí permaneció hasta el año 1517 d. de C. Sin embargo, el Califato Abasida no regresó a Irán después del año 1258 d. de C.
Luego de los gobernantes del Califato Abasida, Irán –por sí o como parte de otras regiones- fue gobernada por una numerosa sucesión de dinastías. Algunos de los gobernantes de esas dinastías asumieron los títulos de sultanes, otros de khanes y otros gobernaron con el título de Shah. Las referencias bibliográficas mencionan generalidades al describir los hechos y logros de cada dinastía. Son comunes las anexiones y las secesiones territoriales, los cambios de las dinastías, los derrocamientos, las campañas militares, las influencias artísticas, culturales, arquitectónicas, las reformas administrativas, etc. Son tantas las dinastías y tan escasa la información que prefiero no mencionarlas todas.
En 1501, al inicio de la dinastía Saváfida o Safawi (años 1501 a 1736 d. de C.), el Shah Ismail I instaura nuevamente el chiismo como la religión oficial del estado retomando la previa iniciativa de los anteriores emires de la dinastía Buyí (entre los años 934 a 1062 d. de C.). Este retorno al chiismo ocurre después que la rama suní del Islam había sido asumida como religión oficial del estado bajo el gobierno de los sultanes de la dinastía Selyúcida (años 1037 a 1194 d. de C.).
Es interesante destacar que los chiitas sostienen que un califa o gobernante debe ser un Imam elegido por Dios de entre los descendientes directos por vía de sangre de Mahoma. Tal vez sea un tanto complicado aplicarlo hoy en día pero sí se puede presumir que es más fácil la creación de un estado teocrático (donde los gobernantes-administradores coinciden con los líderes religiosos) entre los chiíes que entre los suníes.
Quisiera entonces mencionar -antes de saltar a la Revolución Constitucional Persa (1905 a 1911 d. de C.)- un comentario que leí en la obra La historia de los árabes de Albert Hourani y consiste en que, en los Estados islámicos, había una suerte de enfrentamiento entre los gobernantes-administradores y los líderes religiosos. Los primeros trataban de mantener a los segundos alejados de las fuentes del poder. En definitiva, pareciera que los primeros no deseaban Estados teocráticos y los segundos pretendían acceder al poder. Pareciera –no lo puedo asegurar- que Irán es hoy el único Estado islámico teocrático (apartando el autoproclamado califato del Estado Islámico de Irak, Siria y Más Allá o Estado Islámico de Irak y el Levante en 2014 por la organización EIIS o EIIL).
La Revolución Constitucional Persa se concretó con la proclamación de la Constitución de 1907 durante el gobierno de la dinastía Qayar (años 1789 a 1925 d. de C.) que fue la penúltima dinastía de Irán derrocada por Reza Khan (un alto jerarca militar quien gobernó como Reza Shah Pahlavi) y que dio inicio a la última dinastía: la dinastía Pahlavi.
La Constitución de 1907 estableció un etado constitucional monárquico parlamentario. En dicha constitución se limitaban los poderes absolutos del monarca y se incorporó un órgano religioso de control posterior de la validez de las leyes con la potestad de interpretarlas y que estaba conformado por cinco eruditos religiosos (mojtahed o mujtahid ). Quizás este órgano religioso dio pie a la conversión de Irán en 1979 en el Estado teocrático que es hoy en día y, como mencioné, quizás el único Estado islámico teocrático.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Reza Shah Pahlavi apoyó a la derrotada alianza de las Fuerzas del Eje lo cual motivó que las Fuerzas Aliadas favorecieran su derrocamiento y que le sucediera su hijo, Mohamed Reza Shah Pahlavi quien fue derrocado en 1979.
Durante su gobierno, Mohamed Reza Shah Pahlavi comenzó en 1963 lo que se conoció como la Revolución Blanca que pretendía la occidentalización y modernización de Irán para lo cual encontró una fuerte oposición de los sectores tradicionales y, muy especialmente, del sector religioso.
A partir de 1979 nace la República Islámica de Irán como consecuencia de la Revolución Iraní. El retorno a Irán del Ayatolá Rohollah Jomeini de su exilio en Francia durante 15 años fue determinante para la creación de la República Islámica de Irán y de su cualidad teocrática.
Ayatolá –que proviene del árabe y significa algo así como “el señalado por Dios”- es el máximo título (o quizás el segundo más alto, no estoy seguro) para el clero chií duodecimano (de los Doce Imanes; una rama chií que reconoce el orden sucesorio de doce imanes de designación divina cuyo origen fue Alí ibn Abi Talib –primo de Mahoma y esposo de su hija Fátima- y cuyo undécimo y último imán – Muhammad al-Muntazar y conocido como el Mahli o “el guiado” quien desapareció y permanece oculto, reaparecerá cuando acontezca el fin de los tiempos). Curiosamente, alcanzan tal título de ayatolá cuando tienen muchos seguidores (ya no descendientes directos de Mahoma) y son famosos por su erudición en temas religiosos, legales, éticos, teológicos y filosóficos.
A partir de la Revolución Iraní, el Ayatolá Rohollah Jomeini se convirtió en el primer líder y jefe supremo de Irán. El Líder Supremo es elegido –y supervisado y con la facultad de revocarlo- por la Asamblea de los Expertos que es una asamblea compuesta por 88 mojtahed o mujtahid (de nuevo: eruditos religiosos) electos por votación popular para períodos de 8 años. El actual Líder Supremo de Irán y sucesor inmediato del Ayatolá Rohollah Jomeini desde 1989 es el Ayatolá Alí Jamenei.
Y hay algo más que considerar: el Consejo de los Guardianes.
El Consejo de los Guardianes es un órgano muy poderoso e influyente integrado por seis alfaquíes (sabios de la ley) designados por el Líder Supremo y seis jurisconsultos nominados por la Corte Suprema de Justicia y que requieren de aprobación parlamentaria. Por el Consejo de Guardianes pasan las cuestiones sobre las interpretaciones de la constitución y las ratificaciones o vetos de las leyes aprobadas por el parlamento a la luz de las leyes y jurisprudencia islámicas. Tienen la potestad de supervisar los procesos electorales y la de aprobar o rechazar a los candidatos para postularse al cargo de presidente de Irán, a los candidatos para asumir los puestos de diputados en el parlamento y los cargos principales de dirección del parlamento.
Y aquí acaba este tema que titulé “¿De dónde vienes, Irán?” y nace la pregunta “¿A dónde vas Irán?”. Y la respuesta no la tengo. No estaba cuando repartieron los dones de profecía y adivinación.
Dios guarde a V. E. muchos años.
@Nash_Axelrod
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional