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Crisis de ansiedad: por qué ocurren y qué hacer cuando se tiene una

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Las crisis de ansiedad son episodios repentinos, breves y muy intensos, donde se vive una agitación física y emocional extrema y una sensación de peligro inminente, esta sensación puede llegar a ser muy agobiante para las personas que están padeciendo la crisis, sobre todo si nunca se ha tenido una ya que no se conocen los síntomas ni la forma de actuar en estos casos para paliar los efectos.

El psicólogo Pablo Palmero Salinas explica que la sensación de peligro e ideación catastrófica difiere en cada caso pero que las más habituales suelen ser el temor a perder el control, a volverse loco, a sufrir un infarto a desmayarse o incluso a morir.

Entre los síntomas más habituales se encuentran el dolor en el pecho, las taquicardias, las dificultades de respiración y ahogo, la debilidad corporal, la inestabilidad física y la distorsión del pensamiento, la percepción y la noción del espacio y el tiempo. Y también otras como sudoración, hormigueo, escalofríos, sofocos, temblores, entumecimiento nauseas, mareos, sensación de irrealidad. El momento más álgido suele suceder pasados unos minutos y acostumbra a desaparecer antes de una hora.

«Ansiedad anticipatoria»

En ocasiones las crisis de ansiedad se pueden considerar un trastorno, pero el psicólogo Palmero desmiente este mito ya que asegura que «no se consideran un trastorno en sí mismo, aunque con frecuencia están asociadas a otros trastornos psicopatológicos».

«El miedo a que se produzca otra crisis, eso sí, puede generar lo que viene a llamarse como ansiedad anticipatoria». Esta puede llevar a crear conductas y rituales de evitación, y acabar derivando en un «trastorno de angustia»; un cuadro de ansiedad agravado y más persistente en el tiempo», detalla.

Así, una crisis de ansiedad vivida durante la conducción, puede, por ejemplo, hacer que la persona evite posteriormente coger el coche, condicionando notablemente su cotidianidad y la de los suyos, con todo lo que ello conlleva a nivel práctico, relacional y anímico, según este especialista.

En cuanto a las diferencias entre crisis de ansiedad, crisis de angustia o de pánico, el experto explica que «cada término enfatiza una faceta del sufrimiento».

«El término ansiedad, remarca la agitación física y mental. La angustia, la tensión y el encogimiento físico. El pánico, el estado de alerta y desesperación», detalla.

¿Qué puede producir una crisis de ansiedad?

Como en todo lo que atañe al comportamiento humano, las interacciones y los detonantes de una crisis de ansiedad pueden ser muchos. El psicólogo Pablo Palmero explica que algunas se inician ante situaciones específicas (por ejemplo alguien con fobia a las arañas que se topa con una), pero también pueden suceder sin un desencadenante aparente.

«En cualquier caso, el principal factor que hace que las crisis de ansiedad crezcan hasta generar un estado de malestar extremo, es una escalada en espiral debido al miedo al miedo», afirma.

La dinámica de una crisis de ansiedad consiste en que la persona nota ciertas manifestaciones físicas en su cuerpo, las interpreta como signo de alguna fatalidad y se asusta. Esto le provoca una fuerte reacción de alerta, y esta alerta hace aumentar su tensión. Los nuevos síntomas físicos vuelven a ser interpretados como señal de algo peligroso. El bucle vuelve a cerrarse sobre sí mismo cada vez más acelerado, y la desesperación y el colapso mental y emocional no tardan a llegar, según detalla el especialista.

Sin embargo, asegura que durante en el proceso psicoterapéutico, cuando los afectados hablan del episodio, «no sitúan el miedo en el centro de la experiencia, pueden llegar a nombrarlo, pero en sus descripciones, el foco se sitúa en las sensaciones físicas, la agitación o la desesperación».

«La consciencia de la emoción del miedo es baja y a veces, nula». Este hecho revela, precisamente, que en la médula de esta problemática radica la negación del miedo y la inseguridad. «La mala relación con esa dimensión anímica hace que les sea difícil reconocerla y por tanto, también, gestionarla con naturalidad cuando aparecen sensaciones físicas o emocionales que la ponen de manifiesto», agrega.

Qué hacer y qué no hacer

Cuando alguien está pasando por una crisis de ansiedad no todos los consejos ni ayuda valen ya que en estos momentos esa persona no controla al cien por cien sus pensamientos y, si se actúa de manera errónea, puede conseguirse el efecto contrario y agravar los síntomas.

Por ello, el experto destaca tres cosas que no se deben hacer durante una crisis de ansiedad. En primer lugar, se deben evitar las intelectualizaciones y frases hechas. En otras palabras, se debe  dar solo los consejos justos e imprescindibles. «Inflamar la esfera mental e interpretativa, es echar más gasolina al fuego», advierte.

En segundo lugar, no se debe negar lo que están sintiendo. Es decir, aunque lo que interpretan en ese momento no se ajusta a la realidad. Lo que sienten a nivel físico y emocional sí es real. Si perciben que se les está negando, se sentirán incomprendidos y cada vez más desesperados.

Y, por último, no se deben descartar posibles afectaciones médicas. No hay que dar por hecho que se trata solo de una crisis de ansiedad si no se tiene el conocimiento suficiente para diagnosticarla; y si durante o después del episodio hay dudas sobre el origen del malestar, se debe pedir una evaluación médica.

Psicoterapia

Por otro lado, entre las cosas que sí que ayudan a tratar las crisis de ansiedad está la psicoterapia. Con un acompañamiento cualificado que tenga como eje fundamental la mejora de la relación con el propio cuerpo, con el miedo y la inseguridad.

Durante una crisis de ansiedad el especialista recomienda centrarse en describir la vivencia. Esto, tratando de redirigir la parte metal hacia una zona meramente descriptiva distinguiendo entre las sensaciones físicas y las interpretaciones. Centrándose, especialmente, en las primeras.

«La idea es aproximarse a lo que se siente en vez de huir e inventar. Esto es algo que a priori puede parecer contraintuitivo pues es dirigirse justamente, hacia las manifestaciones que la persona quiere hacer desaparecer. Este centramiento sensorial, sin embargo, es absolutamente crucial para detener la dinámica en espiral de la crisis de ansiedad. Para hacer este recorrido de manera consistente, conviene haberlo transitado y practicado antes de manera guiada, en terapia», detalla.

También es bueno reconocer los síntomas y saber si esa sensación se ha vivido antes; reducir la distorsión espacio-tiempo, recordando que es un episodio de duración limitada; ubicarse a nivel relacional constantando que no estás solo; regular la respiración tratando de ralentizar el ritmo evitando hiperventilar; y hacer una revisión final cuando ha acabado el episodio haciéndose preguntas para aprender de las sensaciones vividas de cara a nuevas crisis.

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