En una trama que mezcla entrevistas, actuaciones teatrales, danza contemporánea y lecturas de poemas, el documental Intemperie. La experiencia de Armando Rojas Guardia, de los hermanos Andrés y Luis Rodríguez, cuenta parte de la vida de Armando Rojas Guardia, uno de los grandes poetas del país, fallecido hace tres años. El filme fue mención especial del Premio de la Prensa del Festival del Cine Venezolano.
Difícil narrar de manera convencional la vida de un hombre que no solo fue un enorme poeta y ensayista, sino que tuvo que lidiar muchas veces con los delirios y transcurrir el camino del catolicismo siendo homosexual, condiciones que están fuertemente vinculadas a su obra.
Por eso es tan válida la mirada que ofrecen los hermanos Rodríguez en el documental, en el que, gracias a la libertad que permite el género, se escucha al maestro leer sus textos o hablar de su vida mientras se superponen imágenes que generan una experiencia poética al evocar la relación del autor con su sexualidad o sus vínculos familiares.
Aparecen, también, imágenes de espacios naturales como el mar o el campo que aportan a la atmósfera poética tras combinarse con la voz de Rojas Guardia, así como con los comentarios de los entrevistados, en su mayoría intelectuales, que ayudan a comprender la obra y la personalidad del escritor.
En la película se ve a un Rojas Guardia en su intimidad, entre sus libros, viendo televisión, caminando por las calles de Caracas y conversando con la lucidez y el verbo exquisito que le caracterizaban. «Creo que toda mi vida he sido no un hombre de Dios sino un hombre de oración. La oración ha resultado en mi vida una suprema escuela de atención», dice el autor de El Dios de la intemperie en el filme.
En casi hora y media, el poeta se pasea por sus primeros encuentros con Dios, el descubrimiento de su homosexualidad, sus diagnósticos psiquiátricos y su relación prácticamente sagrada con la poesía. Recuerda, por ejemplo, que en una oportunidad se enamoró de un compañero y la cercanía con él se percibía como una experiencia mística.
«No había diferencia entre lo que Dios quería de mí y lo que en el fondo más último de mí mismo yo deseaba», afirma el escritor. Añade: «Dios no podía ser enemigo de lo que yo sentía. Me decían que la homosexualidad era rechazada por Dios, pero yo sentí en aquel momento que Dios no podía sino aplaudir el amor que yo sentía hacia ese compañero».
Respecto a su condición médica, Rojas Guardia comenta que en Mérida un grupo de terapeutas estableció como diagnóstico una bipolaridad afectiva, sin embargo, otros terapeutas en los que confiaba más le dijeron que lo que padecía era esquizofrenia paranoide. «La versión más benigna de la esquizofrenia porque no afecta la parte intelectual. No existía polo maníaco. Alberto Márquez —poeta y amigo del autor— me dijo que mi polo maníaco estaba en la escritura».
Luis Rodríguez, quien estuvo presente en la proyección en el Teatro César Rengifo, explicó que Intemperie. La experiencia de Armando Rojas Guardia es una mirada más de las tantas que puede haber sobre Rojas Guardia. «Yo hice un documental hace unos 18 años sobre él titulado El esplendor y la espera, duraba 35 minutos y Armando estaba más fuerte, más entero», recordó el cineasta.
«En este lo filmamos el último año de su vida. Se mostraba bastante disminuido, con problemas de salud, pero no había perdido su agudeza, su sensibilidad. Esa cosa humana tan poderosa que transmitía», agregó.
En algún momento Luis y Andrés quisieron realizar una ficción sobre Crónicas de la memoria de Armando Rojas Guardia, incluso comenzaron a escribir el guion con Carlos Tabares, pero llegó la etapa más dura de la crisis económica, entre 2016 y 2018, y no se pudo continuar. «En 2019 abandoné la idea de hacer este guion de ficción y quise profundizar sobre el personaje de Armando en esta reestructura narrativa que es como una especie de docu-ficción, teniendo en cuenta que para mí no existe la separación entre ficción y documental».
De hecho, subraya Rodríguez, en esta película aparecen actores y actrices que participan de manera simbólica o metafórica. No hay una búsqueda de recrear algo sino transmitir las experiencias narradas. «Apelar a lo sensorial, a lo emotivo. Estos personajes son como estampas. Estampas vivas. Había una necesidad de profundizar en Armando, de explayarme un poco en ciertos rincones de su obra y su vida», dijo.
Señaló que el documental se realizó de manera muy precaria. Sin financiamiento y con la ayuda de Juan Carlos Lossada, expresidente del CNAC y director de la productora Films Austères; el productor Raúl Colmenares, los actores que aparecen en el filme, los amigos de Rojas Guardia, entre otros. «El CNAC nos apoyó en 2022 en la culminación de la posproducción. Y lo agradezco, porque de alguna manera eso aceleró este camino de cuatro años haciendo el documental. Logramos terminarlo a principios de 2023».
Rodríguez consideró que fue un reto ponerle imágenes a las palabras de Rojas Guardia. Confiesa que no están claros él y su hermano si quedó bien, pues nunca se sienten satisfechos con el resultado de sus cintas, entre las que se cuentan Un destello interior e Hijos de la sal, ambas ganadoras del premio a Mejor Película del Festival del Cine Venezolano.
«Este proyecto era complejo porque estar a la altura del discurso de Armando no es nada fácil. Estar a la altura a nivel de imagen, a nivel simbólico, a nivel expresivo. Es muy denso el material que se maneja. Es denso pero, a la vez, como Armando era muy vivencial, está muy cercano a cualquiera de nosotros», expresó.
Faltan salas alternativas
Luis Rodríguez detalló que entre los planes con el documental está la posibilidad de que se proyecte en el Festival de Cine Latinoamericano de Biarritz, aunque comentó que han hecho cerca de 20 postulaciones a otros certámenes internacionales. «El tema de los festivales siempre es una lotería. A veces hay que trabajarlos para que conozcan la película, ofrecerla. Estamos en esa tarea».
Tiene dudas, no obstante, sobre el estreno en salas comerciales en Venezuela, por el enfoque y el tema de la película. «Las salas de exhibición, en mi opinión, maltratan al cine venezolano. Es un tema complejo. Sé que hay varias aristas. No se puede decir las cosas así, simplemente arrojarlas al aire y ya. Pero las experiencias que he tenido con mis películas han sido muy fuertes», expresó.
«Por ejemplo, Un destello interior, que estuvo en Moscú, gano varios premios internacionales, en Bielorrusia, México, Colombia, México, duró una semana en cartelera y ni siquiera la pasaban de verdad. Los afiches los quitaban. Fue una cosa horrible», añadió.
Consideró el cineasta que es necesario fortalecer los espacios alternativos para películas como Intemperie. La experiencia de Armando Rojas Guardia. Para ello, dijo, hace falta voluntad económica y política, así como de los cineastas y los exhibidores. Una sala, por ejemplo, en Caracas que esté bien acondicionada con programación variada y diversa, incluido el cine venezolano.
«Sería crear un grupo cautivo como lo hacen en Colombia, México, Europa, Túnez. Estuve en Túnez y la cinemateca allá es increíble. Sé que esto tiene que ver con inversión económica, ¿pero cuántos restaurantes y cuántos lugares lujosos ves abriendo ahorita y nosotros no tenemos una sala?».
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