Las orillas del Lago de Maracaibo, el más grande de Venezuela, son espesas y verdes, y si alguien lanza allí un objeto liviano no se hunde, pues la acumulación de petróleo, producto de numerosos derrames, y la proliferación de una bacteria sólida en la zona han creado un pantano, cuya putrefacción afecta a la salud y a la economía de los lugareños.
La situación es, según pobladores y ambientalistas, una emergencia, algo que el gobierno descartó, aunque admitió que existe un problema por la proliferación de la bacteria llamada «verdín», sin mencionar los derrames de crudo, pero aseguró que esto no afecta las «excelentes condiciones» en que se encuentra el estuario.
Quienes viven en las costas aseguran lo contrario.
Pérdida total
José Luzardo, de 48 años de edad, de los cuales pasó los últimos 35 dedicado al procesamiento de pescados en las orillas del lago, dice a EFE que, aunque lleva años lidiando con la contaminación en estas aguas, nunca había observado el espesor y mal olor actual, lo que ha ocasionado prácticamente una «pérdida total» en su negocio.
«No podemos salir a pescar porque las orillas y las riberas del lago están contaminadas completamente (…) la producción bajó a 5%», afirma el hombre que está más preocupado por quienes buscan peces en la orilla, una modalidad que desapareció en las últimas semanas, cuando algunos pescadores perdieron sus redes entre el petróleo y el verdín.
Recuperar esos materiales de trabajo, explica, cuesta entre 2.000 y 3.000 dólares, un monto inaccesible para la mayoría de la población de Venezuela que, según estimaciones académicas, tiene ingresos mensuales por debajo de los 100 dólares.
En un tono similar, Yenifer Navas señala que pasó de procesar unas 15 cajas de cangrejos, camarones y peces a menos de media caja al día, de lo que, estima, se pierde entre 80% y 90% debido a la contaminación.
«Son pérdidas totales (…) eso hay que botarlo porque eso no se puede comer, está contaminado y es dañino para la salud», sostiene la mujer de 51 años.
Problemas de salud
Los lugareños insisten en que la situación del lago está causando males como vómitos, diarrea, dolor de cabeza y erupciones en la piel, las que no dudan en mostrar ante las cámaras para pedir, de manera urgente, que el Gobierno atienda sus reclamos.
«Aquí hay gente que está muy mal, los niños se nos están enfermando. ¿Por culpa de quién? De Pdvsa, por negligencia de los gerentes hay derrames», indica Luzardo, tras mencionar casos de varias personas que han presentado malestares en los últimos días.
Navas, por su parte, dice que cuando «hay mucho viento» camina hacia arriba o se va a casa de una vecina «porque en las orillas no se puede estar», pues la fetidez se intensifica.
«Es un estado de emergencia», reitera.
Condiciones estables
Luego de que se multiplicaran las denuncias sobre los efectos nocivos de la mezcla contaminante en el estuario, el Ministerio de Ecosocialismo (Ambiente) salió al paso con el anuncio de un plan de acción para «sanear rápida y efectivamente las riberas», aunque no se sabe cuándo comenzarán estas labores.
En los últimos dos meses, el Estado ha evaluado «la cianobacteria» presente en estas aguas, «demostrando que los grados de toxicidad, nivel de reproducción, demanda química de oxígeno y biológica son estables», según una nota de prensa oficial.
De cualquier modo, las instituciones, incluida Pdvsa, acordaron recoger el verdín en cuatro zonas críticas, fiscalizar las empresas que vierten efluentes en el lago y evitar que surtan materiales contaminantes, aplicar jornadas de reforestación y optimizar el sistema de recolección de desechos sólidos en todas las costas.
El Lago de Maracaibo «permanece con un ecosistema saludable y no se encuentra en emergencia de contaminación», remata el escrito gubernamental.
Yeris Bermúdez disiente de la versión oficial mientras muestra a EFE su piel enferma, a escasos metros del mismo lago pantanoso del que sacaron, unos minutos antes, a un morrocoy lleno de petróleo.
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