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La otra guerra en Iberoamérica: la batalla cultural que gana la izquierda

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Uno de los aspectos que más se le critica a los políticos de derecha en Iberoamérica, es la falta de interés por inmiscuirse en el mundo de la cultura. Esta afirmación no admite dudas, toda vez que la mayoría de los artistas, tanto cantantes, pintores y escritores son de izquierda.

Por falta de data dura, no es posible hablar de porcentajes ni de diferencias entre países. Lo anterior se debe hacer extensivo a la mayoría de los periodistas y académicos, quienes contribuyen con la izquierda con sus mensajes directos o subliminales.

Si empezamos con los cantantes, estos han tomado posición en materias políticas, anulando a los pocos que puedan pensar distinto que los «progres». El deambular por el mundo entre escenarios, muchas veces les impide entender que la gestión de los gobiernos es clave y que los recursos son escasos.

Los cantantes normalmente denuncian la injusticia en sus canciones, pero nunca proponen soluciones. Son grandes promotores de derechos. En el caso de Cuba muchos fueron capturados por la dictadura, castrista primero y de Diaz-Canel después. Hubo casos, eso sí, como el de Pablo Milanés que terminó alejándose de la farsa comunista.

Tras el gobierno militar en Chile, muchos grupos folklóricos con exageradas melenas y barbas castristas, deambularon por Europa en los setenta y en los ochenta, propagando mensajes sesgados y siendo acogidos por aquellos sensibles ciudadanos europeos nacidos en la postguerra.

En el mundo de la cultura, ser de derechas, es una excepción y los costos personales y económicos que deben pagar esos artistas es feroz. La izquierda normalmente impone y amenaza, y como tiene el respaldo de los periodistas y comunicadores, cualquier atisbo de opinión «disidente» es perseguida con extrema agresividad.

El folklore revolucionario suramericano saca partido de las falencias del «pueblo» y critica al capitalismo por los males de la sociedad. Mientras más pobre es el país, más culpable es el capitalismo.

En Chile el conjunto folklórico más popular de la historia, ha sido «Los Huasos Quincheros», nacido en 1937 y siempre dedicado a promover la música campesina, las tonadas y el canto popular.

Este grupo es ignorado por el gobierno, pues no proclama ideas o canciones de su agrado. Curiosamente siempre los aportes del Estado han ido a potenciar a artistas de izquierda. Hoy en Chile el denominado Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio está secuestrado por la izquierda dura, financiando con dinero de todos los chilenos un extenso programa de conmemoración de los 50 años del Golpe Militar.

Una manga de burócratas bien pagados, continúan lavándole el cerebro a los chilenos, exaltando la figura de Salvador Allende, uno de los peores -sino el peor- presidentes en la Historia de Chile.

En España la cosa no es muy distinta. Basta analizar los auspicios del Ministerio de Cultura y Deporte o revisar en la Feria del Libro de Madrid y constatar que por lejos los autores de izquierdas son una mayoría.

También resaltar las autoridades que manejan la memoria histórica de España: la gran mayoría zurdos. En muchos países, llama la atención que los propietarios de los medios de comunicación son empresarios que se dicen de derechas o «independientes», pero entregan el control de la línea editorial a periodistas claramente cercanos a la izquierda.

Las universidades, son otro ejemplo indiscutible, en donde la mayoría de los profesores son «progres» y en sus cátedras abunda la difusión de derechos, más rara vez, de deberes. En Chile en donde la mayoría de los profesores de educación primaria son comunistas, aglutinados en el Colegio de Profesores, no tienen pudor a la hora de hacer propaganda en la sala de clases.

En Argentina, el mundo peronista, enquistado en el poder desde hace décadas, controla los eventos «culturales» recibiendo cuantiosos subsidios del Estado. En Venezuela, Nicaragua y Cuba, están prohibidos los eventos culturales que puedan denunciar cualquier acción irregular del gobierno. Los opositores han tenido que emigrar y la labor de concientización se inicia con los niños desde pequeños.

Lo inconsecuente, es que los artistas famosos a la hora de vender sus obras, recurren a los ricos capitalistas como clientes. Las exposiciones son auspiciadas por empresas privadas cuyos dueños no son precisamente comunistas o «progres» y los medios de comunicación acosan a los avisadores, que son empresas hijas del capitalismo. Lo de la cultura al final es una gran farsa.

La izquierda se apropia sin escrúpulos de todo aquello que les genere votos o que ayude, en el caso de las dictaduras, a silenciar la disidencia. Al final del día, no cabe más que ganar en las urnas para lograr expulsar a la izquierda dura del poder y asignar esos recursos del Estado de manera objetiva. Es una tarea larga y no exenta de obstáculos.

La cultura en China, Rusia, Cuba, Nicaragua, Venezuela y Corea del Norte es «propiedad» del Estado. En Suramérica, lamentablemente, la cultura continúa dirigida y administrada por la izquierda. Los políticos de derecha tienen un desafío no menor en esta materia.

Andrés Montero es columnista, escritor y empresario chileno

Artículo publicado en el diario El Debate de España

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