«Hemos llegado al momento decisivo de la Segunda Guerra Mundial”, así inicia sir Winston Churchill el primer capítulo “La captura de Sicilia y la caída de Mussolini” del “Libro IV. El Triunfo y la Tragedia. 1943-1945” de su monumental obra: La Segunda Guerra Mundial (1948-56). La “Operación Husky” (9 de julio al 17 de agosto de 1943), nombre que recibió la mayor operación anfibia de la historia hasta que el desembarco en Normandía al año siguiente le quitará este sitial, representó un gran esfuerzo de coordinación entre los angloestadounidenses y por primera vez ocupaba el territorio metropolitano del Eje y no sus “colonias” (como había ocurrido en el Norte de África). El llevar la guerra hasta el corazón del enemigo, más allá de los bombardeos, podría propiciar la caída del principal aliado de Adolf Hitler y una ayuda a la Unión Soviética y la “Operación Overlord” (liberación de Francia en 1944) al desviar tropas y armas.
A pesar de las bajas que generó tanto en la población local como en los combatientes (algunas fue por los vientos que empujaron a los planeadores al mar o el “fuego amigo” sobre los transportes de los paracaidistas); pudo haber sido mucho peor si el Tercer Reich no habrían sido engañados por las operaciones de encubrimiento que planearon los británicos. La más famosa de ellas la conocí de niño gracias –¡una vez más!– al cine, con la película El hombre que nunca existió (Ronald Neame, 1956). La trama (Operación Mincemeat) me atrapó de inmediato: se tomó un cadáver y se le colocaron los falsos planes de la invasión de Cerdeña y Los Balcanes, dejándolo que llegara a las costas de España (se sabía que las autoridades cooperarían con el régimen nazi). Para que fuera convincente se le dio nombre (mayor William Martin) y todas las pruebas de su supuesta existencia. No podía creer que los astutos alemanes cayeran en la trampa, y la imagen final quedó grabada en mi memoria: un mapa animado que muestra la silueta de Sicilia de donde salen esvásticas que representan la dispersión de las defensas alemanes al creer que atacarían en otro lado, para luego aparecer una gran flecha que estalla sobre la isla.
El año pasado se estrenó en Netflix otra versión de dicha operación titulada Mincemeat Operation (John Madden, 2021) (Madden dirigió en 2001 La mandolina del capitán Corelli, que trata sobre la masacre de prisioneros de guerra italianas en Grecia perpetrada por las SS, y que esperamos tratar en su 80 aniversario). En América Latina fue llamada El arma del engaño, título más claro que su traducción literal: “Operación carne picada”; la cual está basada en el libro homónimo del historiador Ben Macintyre y no en el texto del oficial de inteligencia de la Royal Navy que la llevó a cabo: Ewen Montagu, como fue el caso de la anterior. Ambos filmes muestran lo que venimos estudiando en nuestra serie del 80 aniversario del gran conflicto: la relación íntima entre la historiografía y el cine.
Sir Winston Churchill en su gran libro le dedica solo una oración a las acciones de engaño que buscaban dispersar las fuerzas del Eje, pero las mismas fueron de una gran complejidad y lograron su objetivo. En la historiografía la “Operación Carne picada” es considerada la de mayor éxito, permitiendo reducir en más de un 30 % las bajas Aliadas. Para convencer al Tercer Reich que el ataque podría ser al sur de Francia, Cerdeña o Grecia; y no en Sicilia, a pesar del incremento de los bombardeos sobre sus aeródromos en el mes de junio; se lanzaron bombas sobre Cerdeña también y se realizaron actividades conjuntas de la Special Operations Executive (SOE) con los partisanos griegos. Estas últimas recibieron el nombre de “Operation Barclay” e incluían movimientos falsos de tropas con camiones y tanques inflables (reunidas en la costa de Cirenaica y conocida como “Operation Waterfall”), intensificación del tráfico de radio, contratación de intérpretes griegos, reparto entre las tropas de mapas de Grecia y sabotajes de las vías de comunicación. Hitler estaba convencido de que el ataque sería en los Balcanes, y todo lo anterior “lo confirmaba”. Ordenó de inmediato el envío de once divisiones (una de ellas blindada) para reforzar las ocho existentes. En Sicilia en cambio se mantuvo el mismo número de tropas, e incluso se redujo el número de aviones, de modo que el engaño fue total.
La “Operación Husky” fue establecida como idea en la Conferencia de Casablanca (del 18 al 24 de enero de 1943). Los británicos convencieron a los estadounidenses, con una gran cantidad de estadísticas, que el próximo paso después de vencer al Afrika korps en Túnez era la Invasión de Sicilia. La misma ayudaría a desviar más tropas y armamento que debilitarían al Eje en Francia y Rusia, además de facilitar la salida de la guerra del principal aliado de Hitler. Pero ante el temor de que en Estados Unidos se debilitara la decisión estratégica de derrotar a Alemania primero para dedicar más recursos al Frente del Pacífico, y consolidar la invasión de Sicilia y proponer continuar con la península italiana; Churchill viajó a Washington D.C. a la Conferencia Tridente (12-25 de mayo). Al reunirse con el presidente Franklin D. Roosevelt, y los Altos Mandos de los ejércitos de cada país; se le dio fecha al desembarco en Francia (mayo de 1944), se consolidó Husky y el supremo comandante de las fuerzas aliadas en Europa: el general Dwight “Ike” Eisenhower, afirmó que la liberación de Italia dependería de cómo se desarrollaría la ocupación de la isla. También se decidió sobre un mayor apoyo al esfuerzo de los chinos en contra del Japón, y las acciones en Birmania.
Husky, como operación anfibia previa al desembarco en Francia, ofrecería una gran experiencia. El objetivo estratégico era la captura del puerto de Messina que unía la isla con la península, para lo cual 160.000 soldados llegaron por aire y mar. La ciudad debía ser capturada por los británicos comandados por el veterano general Bernard Law Montgomery (“Monty”), y los estadounidenses bajo el liderazgo del general George Smith Patton, Jr. serían el apoyo y protección de su flanco occidental. El orgulloso Patton se las ingenió para tomar Messina antes que Monty, pero esa historia junto con las consecuencias de la toma de Sicilia se las contaremos la semana que viene.
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