En el centro comercial Las Tapias de la ciudad de Mérida se respira soledad. La mayoría de sus locales, un lunes a las 7:00 pm, están cerrados, salvo uno que otro lugar de comida.
Un ambiente festivo o la presencia de personas ocurre en el cine ubicado en el aún más solitario piso 2, en especial si se trata de una proyección muy esperada.
Esta vez era el estreno en el Festival del Cine Venezolano de Simón, el filme de Diego Vicentini que ya estuvo en el Florida Film Festival de Orlando y el Dallas International Film Festival.
Como ocurrió el año pasado con El exorcismo de Dios de Alejandro Hidalgo, Simón atrajo a decenas de espectadores, sobre todo estudiantes de la Universidad de Los Andes, que hicieron colapsar por un momento los espacios del pequeño multicine de dos salas, un dolor de cabeza para los pocos empleados que trabajan en el local al momento de organizar las colas.
Justo enfrente se estrenaba la también esperada Hijos de la revolución de Carlos Caridad Montero, lo que aumentó aún más la cantidad de gente en el cine.
Apenas ingresaron los espectadores de Simón, se escuchó una ovación cuando se percataron de que Vicentini estaba también en la sala. Durante el desarrollo de la película, se escucharon gimoteos y algunas risas.
La película, que tuvo como génesis un exitoso cortometraje estrenado en 2018, cuenta una parte del drama que ha vivido Venezuela durante más de dos décadas, lo que ha devenido en una migración sin precedentes; pero también tiene momentos que inducen a la risa cómplice, sobre todo cuando evoca la jocosidad que suele caracterizar al venezolano.
Simón (Christian McGaffney) es un joven estudiante que emigró a Miami huyendo de la persecución del gobierno luego de participar con un grupo de compañeros en las protestas de 2017, en las que una brutal represión dejó más de 100 muertos.
El filme aborda la crisis interna que viven muchos migrantes acerca de si regresar o no, sobre todo cuando existe un compromiso con el futuro del país. En medio de su dilema sobre solicitar asilo o no, Simón atraviesa constantes ataques de pánico cuando recuerda las veces que lideró protestas o las torturas que sufrió y de las que fue testigo.
Un punto importante de esta película es la forma en que refleja la tortura. Es un tema aparecido en medios de comunicación, denunciado por ONG y organismos internacionales, pero del que se ha hablado con mucha cautela en el cine. En una de las escenas más crudas un militar le saca un diente a un joven detenido con un alicate y en otra se ve a un grupo de presos colgados de las muñecas mientras están completamente desnudos.
El año pasado, la ONU concluyó en un informe que en el país se torturó a opositores en una red de casas clandestinas por orden del gobierno. La organización registró al menos 17 referencias a estas viviendas, las cuales están ubicadas en Las Mercedes, Prados del Este, La Trinidad, San Bernardino, Bello Monte, Los Naranjos, Fuerte Tiuna, Alto Prado, La Carlota, además de La Mariposa y zonas montañosas de El Hatillo y Guarenas, según cita el portal Armando.Info.
Al terminar Simón, el público del Festival del Cine Venezolano ovacionó de pie a Vicentini por casi dos minutos. El joven director caminó hasta el centro de la sala para agradecer, conmovido hasta las lágrimas, el apoyo de la gente.
«Somos muchos los venezolanos que estamos fuera los que participamos en esta película. No pasa un día en que no pensemos en el país», expresó con la voz entrecortada el cineasta con los asistentes dándole ánimos.
«Estuve tiempo fuera del país y empecé a sentir culpa por no estar aquí, no haber pasado las cosas que hemos pasado; quise tratar de apoyar en algo. En eso se convirtió esta película», agregó.
Explicó que entrevistó a muchos jóvenes para la realización de Simón, por lo que destacó que de alguna manera quiso darles voz a aquellos que fueron silenciados. También aprovechó para adelantar que el largometraje se estrenará en las salas del país el 7 de septiembre.
Con la emoción viva todavía del público, Vicentini salió por la parte trasera del centro comercial mientras los estudiantes le pedían fotos y autógrafos, o le preguntaban curiosidades del filme. Si hay algo que caracteriza al Festival del Cine Venezolano es la cercanía que se genera entre los cineastas participantes y los espectadores. Más cuando esas películas mueven emociones como lo hizo Simón.
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