Desde hace más de 24 horas, todos los organismos de inteligencia de Colombia están tratando de establecer si Luciano Marín Arango, Iván Márquez, el máximo jefe de la disidencia Segunda Marquetalia y uno de los negociadores de la antigua guerrilla de las FARC que volvieron a la guerra, murió en Venezuela como consecuencia del atentado que sufrió hace un año.
Refugiado por el régimen chavista por más de una década antes de la firma de la paz y después de que incumplió los Acuerdos de La Habana y el Teatro Colón, hace más de tres años, Márquez fue atacado en su refugio venezolano por un comando desconocido, como lo habían sido antes otros antiguos guerrilleros sobre los que pesaban millonarias recompensas de Estadfos Unidos y Colombia.
Su campamento en la zona de frontera fue atacado con explosivos y la primera información que se tuvo apuntaba a su muerte. Luego se conoció que fue rescatado gravemente herido y trasladado en un helicóptero militar venezolano a Caracas, donde según fuentes bien informadas venía siendo atendido en un hospital de las Fuerzas Armadas venezolanas.
Con grave afectación neuronal, Marquez entró en contactos con el gobierno de Gustavo Petro, y su organización, la Segunda Marquetalia, logró cupo en la política de paz total. De hecho, en Colombia aún subsiste la polémica por la intención del gobierno Petro de darles de nuevo beneficios políticos a los ex-FARC que le incumplieron a la paz. Sus problemas de salud -no podía hablar y casi no podía moverse- se habían agravado en los últimos meses y fuentes consultadas por El Tiempo confirmaron su muerte.
Márquez había sellado dos veces acuerdos de paz, dos veces logró una curul en el Congreso (una como representante a la Cámara y otra como senador) y dos veces traicionó las negociaciones, de las que fue protagonista, para retomar las armas y seguir en el narcotrafico.
Personas de la exguerrilla de las FARC afirmaron en su momento que para él fue una frustración que en noviembre de 2011 el secretariado eligiera a Rodrigo Londoño, Timochenko, como reemplazo del abatido Alfonso Cano y que él quedara como el número 2 de la entonces guerrilla más antigua y fuerte del continente.
Iván Márquez
Iván Márquez era abogado, nació en junio de 1955 en Florencia, en el departamento del Caquetá, zona del país en donde la guerrilla históricamente tuvo presencia. Se inició haciendo política en el sector educativo.
Fue elegido concejal de Florencia y a comienzos de los 80 se vinculó a las FARC poco antes del proceso de paz durante el gobierno del presidente Belisario Betancur que llevó al nacimiento de la Unión Patriótica (UP). Por ese partido resultó elegido representante a la Cámara en 1986, y 32 años después, tras los diálogos de La Habana, quedó con una curul en el Senado.
Márquez estuvo en el proceso de paz entre el gobierno y la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (en la que estaban las FARC, el ELN y el EPL). Incluso su nombre aparece firmando una carta al entonces ministro de gobierno, Humberto de la Calle, en la que pedían el despeje temporal de la Uribe, Meta, para iniciar los diálogos de paz.
El exguerrillero y De la Calle se reencontraron en La Habana y fueron dos de los protagonistas de la más reciente negociación de paz, que Márquez desconoció con su regreso a la ilegalidad en 2018. A finales de los 80, cuando los diálogos con la Coordinadora Guerrillera se realizaban en Caracas (Venezuela) y luego pasaron a México, Márquez ya era el quinto hombre del secretariado de las FARC.
En el marco de esas conversaciones, la guerrilla se negó a hacer parte de la Constituyente de 1991, y desde entonces el exguerrillero negaba la responsabilidad de sus hombres en asuntos de narcotráfico y secuestro.
“No creo que las FARC los tengan (secuestrados). El tema de los secuestros lo vamos a tratar aquí. En caso de que algún frente de las FARC esté involucrado en este tipo de delitos, pueden estar seguros, y si el gobierno así lo admite, que vamos a ordenar a nuestros frentes para que cese esta práctica. El secuestro es superable y no creo que tenga que abatir a Colombia en forma permanente”, señaló en una entrevista con este diario hecha en ese momento de acercamientos.
Paradójicamente, el caso de secuestro fue el primero que se empezó a ventilar en la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), y las ausencias de Márquez a las citaciones de esa jurisdicción llevaron a que en mayo en 2019 se iniciara en su contra un incidente de incumplimiento y se empezara a sospechar que no se mantendría en sus compromisos de paz.
Al tiempo que el exguerrillero participaba en los acercamientos de paz durante el gobierno de César Gaviria, las FARC perpetraban atentados, secuestraban uniformados y civiles y se fortalecían con plata del narcotráfico. Por cuenta de esas acciones ilegales ya acumula 28 condenas, 198 órdenes de captura y ahora enfrenta un nuevo proceso por porte ilegal de armas, concierto para delinquir y uso de uniformes e insignias por los hechos que rodearon el video de agosto de 2019 en el que anunció su rearme.
Recompensa
A causa de su regreso a la clandestinidad, el gobierno ofreció una recompensa por información que permita la captura del exguerrillero, como ya se había hecho en el pasado.
A finales de los noventa, el exguerrillero vivió uno de los momentos de mayor tensión cuando su madre y hermana fueron secuestradas por paramilitares y esa guerrilla planeó en retaliación el secuestro de familiares de uniformados. Las mujeres finalmente fueron liberadas.
Volvió a sentarse a una mesa de negociación durante el gobierno del presidente Andrés Pastrana y la vigencia de la famosa zona de distensión. Ese proceso también fracasó luego del secuestro de una avioneta en el sur del país por parte de las FARC, y Márquez regresó a la ilegalidad.
En una de sus primeras apariciones públicas en el Caguán, el exguerrillero anunció lo que las FARC llamaban la ‘ley 003’, que amenazaba con secuestros a los funcionarios que incurrieran en actos de corrupción.
Y en abril del 2018 su sobrino Marlon Marín Marín fue capturado, enredado en un escándalo en el manejo de los recursos de la paz y la búsqueda de contratistas a fin de cobrarles comisiones para que se ganaran licitaciones para obras del posconflicto. Esa investigación terminó por destapar la presunta participación del exguerrillero Jesús Santrich, quien murió en Venezuela tras haberse rearmado con Márquez, en un plan para enviar 10 toneladas de cocaína a Estados Unidos.
Desde ese momento, además de su sobrino y Santrich, empezaron a aparecer los nombres de otras de sus personas cercanas, como Zarco Aldinever, en nuevos hechos delictivos como el cobro de dinero a narcotraficantes para colarlos en las listas de las FARC, con lo que intentaban evadir su extradición a Estados Unidos.
Aunque Márquez logró una curul en el Senado como parte de los acuerdos de paz de 2016, no se posesionó en su momento argumentando razones insalvables, entre ellas la captura de Jesús Santrich.
Antes de que se perdiera su rastro, a mediados de 2018, el exguerrillero alcanzó a asistir a actos de perdón con víctimas de las FARC por hechos reprochables como la masacre de Bojayá, en Chocó. Pero cuando se pensaba que iba a cumplir sus compromisos, Márquez retomó sus viejos pasos y se fue a la zona de reincorporación de Miravalle, Caquetá, donde se encontró con el Paisa. La siguiente imagen de él es la del video en la que en agosto de 2019, vestido de verde militar y con un arma, retaba al Estado.
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