El taxista cubano Jorge Lloro recuerda los lazos históricos de su nación con Rusia cada vez que se sienta al volante de su Lada azul marino de la época soviética.
Su auto de fabricación rusa es uno de los estimados 100.000 ejemplares importados por la isla caribeña durante la Guerra Fría.
Estas máquinas ayudan a Cuba a sortear las limitaciones impuestas por el embargo económico que Estados Unidos aplica desde hace décadas.
Cuba vive uno de los peores momentos de su crisis económica endémica, acentuada por una implacable falta de combustible que le ha hecho recurrir a la ayuda de su vieja aliada Rusia.
Jorge lucha para mantener su carro rodando. Las refacciones son escasas y costosas. Llenar el tanque con combustible es una tarea que dura días.
En lo peor de esta crisis, las colas de carros en las gasolineras se extendían por varias manzanas.
Un sistema «ineficiente»
Llegó un punto en que el Estado tuvo que organizar las colas de conductores en grupos de WhatsApp.
Un funcionario recoge los contactos de los conductores y les da un número. Cuando les toca el turno de llenar, les contactan para acudir con su carro.
«Tengo el número 426», explica Jorge mientras maneja hacia una gasolinera en La Habana tras haber recibido el aviso.
Pero cuando llega a su posición no hay petróleo. El tanquero no llegó. «No sé por qué me pidieron venir», se queja Jorge.
«Este sistema es ineficiente e inefectivo», replica Joel Hernández, otro conductor.
Todos en la cola están exasperados.
«No nos permiten llenar el tanque, la gente con frecuencia pierde su número o no se les informa cuándo es su turno. Falta organización e infraestructura».
Durante semanas, la crisis de combustible desespera a los cubanos.
Es el enésimo desafío que enfrentan tras la inseguridad alimentaria, la inflación y los apagones.
Una oportunidad para Rusia
Las dificultades de Cuba radican en los problemas de gestión de su gobierno y el embargo económico estadounidense, pero empeoraron con el colapso del turismo durante la pandemia de coronavirus.
Esto supuso una oportunidad única para algunas compañías rusas.
En un foro de comercio reciente en La Habana, Cuba firmó una serie de acuerdos con empresas rusas cubriendo desde el turismo hasta la agricultura y la energía.
Entre los acuerdos se concedieron permisos para que firmas rusas revitalizaran partes de la decrépita infraestructura turística de la isla, incluyendo el decadente resort playero de Tarará.
También se organizará un proyecto conjunto para rehabilitar un ingenio azucarero obsoleto en la provincia de Sancti Spíritus, así como la inversión en la producción de ron y acero.
Pero lo que más interesa a Jorge y a otros conductores en la cola es el acuerdo mediante el que Rusia suministrará 30.000 barriles de crudo diarios.
Eso ayudaría a paliar el consumo doméstico en Cuba después de que Venezuela disminuyera sus exportaciones de petróleo a Cuba de 80.000 barriles diarios en 2020 a unos 55.000.
El problema de la dependencia cubana
Los acuerdos son presentados por los medios estatales cubanos como evidencia de los largos vínculos que unen a las dos naciones.
Pero el economista independiente Omar Everleny teme que estrechar relaciones con Moscú es solo un apaño a corto plazo para Cuba.
«Cuando lidias con incendios en varios frentes, es atractivo que Rusia acuda en esta situación inestable, pero el problema radica a mediano plazo», dice Everleny.
Las firmas rusas demandarán que se les pague por completo y a tiempo por proveer los fondos que Cuba necesita, añade el economista.
«No son empresas soviéticas brindando créditos del gobierno. Son firmas privadas que pedirán beneficios por sus inversiones».
«¿Implicará eso más sacrificios para las familias cubanas porque tendremos que pagar esos créditos u otro Putin perdonará la deuda?», dice, en referencia a la decisión de Vladimir Putin en 2014 de perdonar unos US$32.000 millones de deuda cubana.
Los nuevos lazos económicos llegan en un momento complejo.
Tras la invasión de Rusia a Ucrania en 2022, Cuba ha sido uno de las voces de apoyo del Kremlin en América Latina, algo que Moscú agradece.
«Sin dudas, Cuba ha sido y continúa siendo el aliado más importante de Rusia en la región», dijo el ministro de Defensa ruso Sergei Shoigu durante una visita reciente de una delegación cubana de alto nivel en Moscú, según reportó un medio estatal.
El economista Everleny insiste en que Cuba no puede repetir el error de depender de un solo benefactor para mitigar su crisis.
«Pasó primero con España, luego con Estados Unidos, después la Unión Soviética y por último Venezuela. No se puede depende de un solo mercado».
«Creo que Cuba necesita su propia producción estratégica, una en que negocios pequeños y medianos cubanos jueguen un rol vital».
Al final de un día sofocante en la gasolinera, Jorge Lloro consigue llenar el depósito de su Lada.
Pero, como sucede con la Revolución Cubana, su máquina solo es capaz de mantenerse ahora gracias a Rusia y necesitará una revisión importante en los próximos años.
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