Las formas de la Amazonia cubren desde este viernes las paredes del prestigioso Museo de Arte de Sao Paulo (MASP), gracias al pincel del artista venezolano Sheroanawë Hakihiiwë, indígena de la etnia yanomami.
La exposición, que se titula Todo esto somos nosotros y estará en cartel hasta finales de septiembre, muestra un mundo hecho de árboles secos, escudos rituales, alas de libélulas y frutos que caen del cielo, en colores vivos y líneas minimalistas.
Hakihiiwe, de 52 años de edad, empezó a interesarse por el dibujo observando a su madre pintarse el rostro con cenefas geométricas que el artista ahora plasma en tres grandes papeles que dominan la exposición.
«Nunca fui a la escuela, aprendí a dibujar por mi cuenta, memorizando lo que veía cuando iba a pescar o a cazar», explica en una entrevista con EFE. «No pensaba que acabaría siendo artista», añadió.
Al principio, Hakihiiwë, que habla un español entrecortado, tuvo que encarar el rechazo de los galeristas de Caracas, quienes consideraban su arte poco sofisticado.
Sin embargo, después de ese inicio complicado, ha expuesto en la Bienal de Venecia, la Fundación Cartier de Francia y ahora en el MASP, el museo más emblemático de Sao Paulo, además de recibir el primer premio de la Bienal Internacional de Artes Indígenas Contemporáneas en México.
El pueblo yanomami, que habita un extenso territorio cubierto de selva en la frontera entre Brasil y Venezuela, se enfrenta hoy a un conjunto de amenazas, desde la deforestación desenfrenada a la minería ilegal.
Hakihiiwë, testigo de estos problemas, asegura que “los buscadores de oro están destruyendo la montaña”, mientras que la cantidad de basura que baja por el río hace que la comunidad ya no se pueda bañar en él.
“Los espíritus que viven allí se van tristes”, afirma.
Colección precolombina Landmann
La muestra de Hakihiiwë dialoga con otra exposición que el MASP acaba de inaugurar, compuesta por 718 piezas procedentes de 35 culturas precolombinas, algunas de ellas milenarias.
La curadora, Marcia Arcuri, dice a EFE que hay un paralelismo entre el arte indígena del pasado y el del presente, con visiones similares sobre el mundo.
“Las piezas arqueológicas hablan de un universo menos antropocéntrico que el creado por el mundo occidental, y eso dialoga con el arte indígena actual y con lo que los pueblos están reclamando ahora en el sentido de un mayor equilibrio con la naturaleza”, asegura.
Las piezas de cerámica y orfebrería, que van desde el siglo II a.C. al XVI, pertenecen a la colección de Edith y Óscar Landmann, prestada al MASP en 2016 por un periodo de 10 años.
Las dos exposiciones se enmarcan en un programa anual que el MASP dedica a “Historias Indígenas”, en un intento por visibilizar culturas históricamente excluidas de las salas de los museos brasileños.
Según Arcuri, hay una intención de “reparar historias que fueron silenciadas, de pueblos que siguen siendo perseguidos por procesos civilizatorios que no entienden la importancia de su legado y sabiduría”.
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