Una veterana candidata política y un inesperado aspirante que nunca apareció en las encuestas se perfilan como los más votados en la primera vuelta de las elecciones presidenciales celebradas este domingo en Guatemala, en la que el voto nulo fue la primera opción elegida por la población.
Con un 95% de mesas escrutadas, el partido de la exprimera dama Sandra Torres, que pasó de la socialdemocracia a una tendencia más conservadora; y la formación de centro-izquierda del hijo del expresidente Juan José Arévalo, Bernardo Arévalo; recibieron el 15% y 12% de los votos, respectivamente.
Dado que ningún candidato superó el 50% de apoyos necesarios para definir en esta primera vuelta al próximo presidente del país, serían ellos dos quienes se enfrenten en una segunda ronda electoral el próximo 20 de agosto si se confirman las tendencias.
Manuel Conde, candidato del partido Vamos del actual presidente, Alejandro Giammattei, se ubica en el tercer lugar con el 7,9% de los apoyos. Le sigue Armando Castillo, del partido Viva, con 7,4%.
El exdiplomático de Naciones Unidas, Edmond Mulet, y la hija del presidente de facto Efraín Ríos Montt, Zury Ríos -quienes eran dos de los grandes favoritos según las encuestas- cuentan con el 6,8% y 6,7% de los votos, respectivamente.
Victoria del voto nulo
Las elecciones de este domingo estuvieron marcadas por un hartazgo generalizado entre la población por las múltiples denuncias de corrupción en el Estado, señalamientos de fraude y el bloqueo por parte de las autoridades electorales de tres candidatos alejados del oficialismo y los grupos de poder (Carlos Pineda, Thelma Cabrera y Roberto Arzú) que según las encuestas contaban con altas posibilidades y que promovieron el voto nulo como símbolo de protesta.
Buena prueba de este desencanto electoral es que ese voto nulo, de hecho, fue la primera opción elegida por los guatemaltecossegún estos resultados provisionales con un 17,4%.
La participación fue de poco más del 59% de los 9,3 millones de guatemaltecos llamados a las urnas. La abstención en el país es tradicionalmente alta: en 2019 fue del 38% en primera vuelta y del 58% en segunda.
La jornada electoral, en la que también se eligieron los diputados del Congreso, alcaldes y miembros del Parlamento Centroamericano, registró incidentes aislados.
Uno de los más importantes ocurrió en San José del Golfo, al norte de Ciudad de Guatemala, donde las votaciones fueron suspendidas debido a disturbios originados por supuestos acarreos y traslados de personas de otros lugares para votar en este municipio.
Torres, la eterna candidata
Sandra Torres, quien fuera primera dama durante el gobierno de Álvaro Colom (2008-2012), volvió a ser este domingo la más votada al igual que en la primera vuelta de las elecciones de hace cuatro años.
Licenciada en Ciencias de la Comunicación y empresaria de 67 años, Torres vuelve a competir por la presidencia por tercera vez consecutiva. De hecho también lo intentó en 2011 pero su registro no fue permitido por su entonces reciente divorcio del expresidente Álvaro Colom.
Candidata de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) -un partido que se definió inicialmente como socialdemócrata, aunque analistas lo sitúan actualmente en una tendencia más bien de centro-derecha-, quedó a las puertas de ganar en los dos últimos comicios al ser derrotada en segunda vuelta por Jimmy Morales y Alejandro Giammattei, respectivamente.
Durante sus años como primera dama, Torres se distinguió por su apuesta por los programas sociales. Además de traerlos de vuelta, en esta campaña prometió medio salario mínimo para las madres solteras, eliminar el IVA de la canasta básica y emular la estrategia de seguridad del presidente Nayib Bukele en El Salvador, por lo que propuso «intervenir» y «militarizar» las cárceles y construir más prisiones de máxima seguridad.
Opuesta a un posible regreso de la Comisión Internacional contra la Impunidad (Cicig) que combatió la corrupción en el país durante más de una década y llevó a la cárcel a dirigentes de alto perfil, Torres fue detenida en 2019 por supuesta financiación electoral ilegal de su partido y asociación ilícita. Tras varios meses en la cárcel, pasó a arresto domiciliario hasta ser absuelta a finales del año pasado.
Con una personalidad fuerte, Torres concentra sobre todo en zonas urbanas un gran porcentaje de «antivoto» (las personas que preferirían votar por cualquiera antes que por ella), como pudo verse en las últimas dos elecciones (en 2019, fue incluso la más votada en primera vuelta pero resultó derrotada en segunda por Giammattei). Su mayor apoyo está en las áreas rurales, con especial énfasis en las mujeres.
Arévalo, la sorpresa tras las encuestas
Por su parte, Bernardo Arévalo supone la gran sorpresa de estos resultados dado que su nombre no aparecía entre los primeros candidatos de las encuestas electorales sobre intención de voto.
Sociólogo y diplomático de 64 años, es hijo de Juan José Arévalo, el primer presidente popularmente electo en Guatemala tras la Revolución de 1944. Durante su carrera ocupó cargos como el de cónsul en Israel, viceministro de Relaciones Exteriores en su país y embajador en España.
Actualmente es diputado en el Congreso por Movimiento Semilla, un partido que presentó este año aspirante a presidente por primera vez, dado que la candidatura de 2019 de la exfiscal general Thelma Aldana no fue finalmente autorizada por las autoridades electorales.
El partido, que se define como socialdemócrata y progresista y del que Arévalo es uno de los fundadores, surgió primero como un grupo de análisis tras las protestas de 2015 que llevaron a la dimisión del entonces presidente, Otto Pérez Molina, salpicado por escándalos de corrupción política por los que fue finalmente condenado.
Sus propuestas pasan por «el urgente rescate del Estado ante la corrupción» mediante la creación de un Sistema Nacional Anticorrupción, el control de las cárceles y fortalecer a la Policía Nacional Civil en materia de seguridad, generar empleo mediante la construcción de carreteras e infraestructuras con inversión pública, la puesta en marcha de más de 400 nuevos puestos de salud y la concesión de becas para estudiantes.
Arévalo culpa a los tres últimos gobiernos guatemaltecos de haber reducido los espacios de la democracia y fomentar medidas autoritarias en el país. Califica de positiva y eficiente la labor de la Cicig, que en su opinión evidenció un sistema de corrupción enquistado en el país y cuya salida en 2019 por decisión del expresidente Jimmy Morales, considera, fue totalmente anticipada.
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