En las puertas de entrada al Aula Magna de la Ciudad Universitaria llama la atención un colorido anuncio de la Comisión Presidencial para la Recuperación de la Universidad Central de Venezuela (UCV): “Seguimos trabajando para la recuperación del Aula Magna”.
La instancia creada hace dos años por Nicolás Maduro para hacer reparaciones en la casa de estudios más importante del país no ha desaprovechado la oportunidad de jactarse de la recuperación, a pesar de las décadas de protestas y quejas por la falta de presupuesto.
El Aula Magna es uno de los espacios culturales más valiosos y de mayor tradición del país. Concebida por el maestro Carlos Raúl Villanueva, abrió sus puertas en diciembre de 1953 con un pequeño acto eclesiástico y protocolar, pero su inauguración oficial se realizó en marzo de 1954 a propósito de la X Conferencia Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno.
Tiene un aforo de 2.696 puestos y cuenta con una de las mejores acústicas del mundo. Un espacio donde se sintetizan arte, arquitectura y estética, que tiene como principal atractivo las Nubes flotantes de Alexander Calder, diseñadas con un fin artístico, decorativo y acústico. En el año 2000 la sala, al igual que toda la Ciudad Universitaria, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Eso no la ha salvado de estar entre los espacios culturales afectados en un país en crisis.
Hace tres años tuvo que ser cerrada porque se quemó el transformador que alimentaba el complejo que incluye espacios icónicos como la Plaza Cubierta, la Sala de Conciertos o la Galería Universitaria. La reparación del transformador, a cargo de la Escuela de Ingeniería Eléctrica, tomó ocho meses en los que, por falta de aire acondicionado, la temperatura de la sala no fue la adecuada y se formó un hongo que pospuso la reapertura.
“Se especuló mucho sobre ese hongo. Que si había un hongo negro, que había un animal aquí. No. Se trataba de un hongo que no era letal pero que había superado el promedio de lo que exige la Organización Mundial de la Salud”, explicó la directora de Cultura de la UCV, la cantante y compositora Trina Medina, que estará en el cargo hasta julio de este año, cuando asumirán las nuevas autoridades de la universidad.
“El Aula Magna realmente, en lo que se refiere a su infraestructura, no sufrió en absoluto. Sigue siendo una sala majestuosa, quizás la más antigua del país, después del Teatro Municipal y el Teatro Nacional”, expresó la también productora musical, que recuerda que antes de la pandemia ya se había ideado un plan para hacer reparaciones en el auditorio titulado Aula Magna 300, el cual, a propósito de los 300 años de la UCV, consistió en una campaña de recaudación de fondos destinados al espacio.
“Se hizo mucha publicidad porque contamos con los egresados para que nos colaboraran desde el exterior y hacer todas las actualizaciones que necesitaba la sala, de mantenimiento y actualización del sistema audiovisual, actualización del sistema eléctrico, entre otros. En ese momento nos viene la pandemia. Entonces no se pudo realizar en su totalidad la campaña Aula Magna 300”, recordó.
Se cerró entonces la sala, se generó el hongo y las autoridades universitarias en biología y sanidad de ambiente hicieron saber que la mejor decisión había sido cesar actividades. Una vez que interviene la Comisión Presidencial, se realiza el análisis del ambiente y se determinó el tipo de hongo, su letalidad, cómo se podía eliminar y se establecieron las normas biológicas y sanitarias en el espacio.
En la actualidad el hongo, cuyo nombre Medina desconoce pero sí sabe que es de tipo 2, está eliminado y la sala está operativa, aunque con limitaciones. La directora advierte que por ahora no puede tener aforo completo porque el aire acondicionado temporal que está utilizando es de 220 toneladas por hora y lo adecuado serían 400 toneladas.
“Estamos usando transitoriamente los chiller que corresponderían a la Sala de Conciertos, que apenas dan 220 toneladas por hora. Como no tenemos aire suficiente, si dejamos incluso que se llene el patio, donde caben unas 1.700 personas, la carga calórica de cada quien haría colapsar la ventilación”, explicó.
Optaron por permitir que cada graduando lleve a su acto solo dos invitados, no cinco para evitar que se llene la sala, donde el área del balcón sigue cerrada porque se mantiene en refacción. “Podemos llenar los palcos pero hasta la mitad”.
Por ahora no hay una programación cultural en el Aula Magna. Los estudiantes podrán graduarse entre junio y julio, y se podrán realizar los actos de grado de noviembre, cuando ya habría culminado la gestión de Trina Medina. Esta apertura es transitoria. La Dirección de Cultura actual no recomienda conciertos hasta que la sala no esté completamente acondicionada. “Debería ser así, pero si el director que vendrá considera hacerlos, yo respeto su decisión. Yo me voy el 26 de julio, que viene el cambio de autoridades. Vendrá otro director y hay que respetar lo que decida. Si decide hacer conciertos tiene que ver cómo hace porque no puedes estar todo el tiempo recogiendo el galón de pintura”.
La cantante afirmó que abrieron el Aula Magna con la proyección de que dure 70 años más, pues esperan que la refacción que lleva a cabo la Comisión Presidencial, que considera es justicia divina y no un favor, sea completa. “No solo es la cuestión del aire y la pintura, es que se cambien todos los sistemas eléctricos, los sistemas audiovisuales, que se reparen las butacas, si es posible que les cambien las telas. Que se repare el escenario, que podamos tener telones de boca. Todo eso queremos para el Aula”, enumeró.
“Mi posición tiene que ser institucional”
Entre las reparaciones realizadas en el Aula se cuentan también la impermeabilización de los techos, la limpieza de los ductos de aire acondicionado (que estaban recubiertos de lana de vidrio que se pulverizó, un material altamente cancerígeno), se sanearon las alfombras y se eliminaron las polillas.
Aunque hay muchos pendientes, Medina considera que en las áreas que han estado bajo su responsabilidad ha habido avances, no con la celeridad que quisiera. “Queremos abrirla en noviembre y que quede abierta como debe ser, que vuelva a ser el centro cultural de la ciudad, no solo de la UCV. Este es un punto de encuentro para la ciudad. Queremos eso, pero como las cosas se hacen por programas, por presupuesto, cuando se acaba el presupuesto se paraliza la obra”.
Sin embargo, señala que se han cumplido los programas planteados y afirma que las empresas encargadas del complejo cultural “son excelentes”.
“Es gente cuidadosa, que pregunta, que permite observar lo que hacen, que se asesora, no podemos decir que vino cualquiera. Aquí vino una empresa bien responsable, se llama Racar Ingenieros. De verdad hemos tenido una relación cercana con ellos”, expresó.
En tal contexto, subraya Medina, las autoridades de las áreas culturales han asumido un papel de supervisión ante los trabajos impulsados por la Comisión Presidencial. No es fácil, dijo, pero asegura que lo importante es que ambas partes tienen como objetivo hacer las reparaciones pertinentes, más allá de las posiciones de cada una.
“Cada persona desde su orilla defiende lo que quiera. Pero aquí, en este caso, el centro de las aceras, aunque tú estés de un lado y yo en el otro, es lo que estamos trabajando. Lo que quieres arreglar está en el centro y lo que quiero que arregles está en el centro. Entonces tenemos que trabajar juntos”, dijo.
Subrayó que en la UCV no es ni la Trina que canta, que tiene una posición respecto al país, ni la ciudadana que va a votar: “Soy la directora de Cultura y mi posición tiene que ser institucional. Porque hay gente que se confunde. Yo no ando con besitos y abrazos, tampoco ando con una piedra en la mano. Mi posición aquí es hacer que se dé todo lo que sea bienestar para este complejo”.
La autonomía, afirmó, debe ser resguardada por los mismos miembros de la universidad. No se puede tener miedo a dejar que se recupere la UCV porque es una universidad pública y Patrimonio de la Humanidad, por lo que es responsabilidad del Estado. “Si no haces que el Estado cumpla con lo que tiene que hacer, que haga su trabajo, entonces quién le va a decir, si ya bastante tenemos con lo que vivimos”.
“Bastante tenemos con las carencias del país, las carencias de nuestras universidades, como para decir ‘no vas a entrar porque no quiero’. Tienes que entrar, lo tienes que hacer, quieras o no quieras, así sea para tu propaganda, lo que te dé la gana, pero lo tienes que hacer porque es tu deber”, expresó Medina.
Indicó que la Dirección de Cultura no tuvo acceso a los informes hechos por la Comisión Presidencial en el Aula Magna, pero sí estuvo como garante, junto al Consejo de Preservación y Desarrollo de la Universidad Central de Venezuela (Copred), de que los trabajos procedieran de manera correcta. Tampoco tuvieron acceso al presupuesto.
“No sabemos cuánto están invirtiendo acá. Nosotros como gerentes, en mi caso, como gerente de este complejo, pusimos en primer plano que nuestra tarea es ser ese conducto que permita que esas estructuras y esta programación que tienen ellos para reparar se diera”, aseguró.
Insistió en que no van a obstaculizarle la entrada a la Comisión porque “de nada vale que digamos ‘si no me dices cuánto gastaste, no te abro la puerta”.
Lo que se va a gastar, continuó, es lo que se debió invertir hace mucho tiempo en la universidad. “Nuestra misión aquí es que se haga bien. Y lo que se haga que no tenga repercusión en el patrimonio, lo que esto significa como patrimonio. No tuvimos acceso a estos informes (los de la Comisión), sin embargo, las instituciones de la UCV que hicieron informes sí nos los proporcionaron”.
Gracias a esos informes de emprendimientos ucevistas es que Medina ha podido dar a conocer que el hongo en el Aula Magna era de grado 2, aunque en el documento no decía qué hongo era. “Los informes de la calidad del aire y lo que pasaba en el Aula nos llegaron por vía institucional”.
Además del Aula Magna, también entró en funcionamiento la Galería Universitaria, donde se inauguró la exposición Muro 20X20 NFT, que consiste en 55 piezas que exploran la convergencia entre el arte físico y digital a través de la tecnología NFT, según explica el texto que invita a ver la muestra. Es la primera exposición en la Galería desde 2017, cuando presentaron un trabajo de Salvador Güida, recordó Yesenia Sira, jefa de la División de Artes Visuales.
“Estará abierta hasta el 4 de julio. Al cerrar esta exposición haremos un trabajo interno, pero en octubre volvemos con otra exposición, estamos esperando que lleguen las autoridades nuevas después de las elecciones para ver. La idea es tener el espacio para la comunidad universitaria y el público”, añadió Sira.
El área de la puerta de la galería fue limpiada por el equipo de la Dirección de Cultura, recordó Neyfrank Ortuño, jefe de la División de Programación y Producción, quien señaló que este pasillo, por lo escondido que está, era usado por personas para orinar o defecar. Lo mismo ocurría en los alrededores de la entrada al balcón del Aula Magna, donde hasta consiguieron jeringas usadas por drogadictos. Actualmente el espacio está totalmente limpio y el paso está restringido para evitar que se repita la situación.
Ortuño, cuyos pulmones se vieron comprometidos por el hongo y la fibra de vidrio en el Aula Magna, explicó que en la sala también fue necesario eliminar termitas y reparar las losas, que se levantaron por la humedad. “Debido al nivel freático comenzaron a levantarse las losas en la sala. Eso generó huecos internos. Cuando levantabas una losa, eso generaba un efecto dominó y se levantaban las demás. Llegó un momento en que se tuvieron que retirar entre los espacios acústicos”, explicó.
En la sala, dijo, cuando estaba presente el hongo era necesario usar una mascarilla especial. “Hasta ese punto llegamos en la sala. Yo no sabía en qué estado estaba y fui el que más se expuso. Comencé a sufrir, me costaba respirar”, indicó.
A la Galería Universitaria, detalló Medina, todavía falta instalarle el aire acondicionado, pero señaló que decidieron abrirla porque “hay que hacer cultura”. Ahí también fue necesario un proceso de saneamiento debido al hongo. “No podemos gerenciar la cultura pensando que si no tengo espacios entonces no hay. No. Aquí los eventos culturales, los conciertos, se están dando en la Plaza Cubierta, al aire libre. Todos los miércoles hay un concierto. No hay de otra”, expresó.
En cuanto a la Sala de Conciertos, también saneada, por ahora no puede abrir porque no tiene ventilación, mientras que en el Paraninfo lo que falta es arreglar los mosaiquillos. “La humedad ha hecho que los mosaiquillos en las paredes se hayan abombado, todo eso lo tienen que reparar. De hecho, ellos repararon la Plaza Cubierta. Todo este complejo tiene que volver a ser lo que fue cuando se hizo la universidad”.
En cuanto a las Nubes flotantes de Calder, Medina afirmó que están en buenas condiciones, pero no sabe si han perdido algo de su función acústica. Hasta ahora no han visto algún desperfecto que les pueda preocupar, pero hay que hacerle mantenimiento a la estructura que las mantiene fijadas en la sala. Recordó la directora que las Nubes no las pueden tocar porque la Fundación Calder es la encargada de hacer ese tipo de estudios y decir qué les hace falta y cómo se debe proceder.
“Eso lo sabe la empresa que trabaja acá. De hecho, dentro de los programas está que debe venir un miembro de la Fundación Calder a ver las Nubes y que diga en qué estado se encuentran y cómo se debe proceder con cualquier modificación o mantenimiento”, dijo.
Actualización
Trina Medina explicó que entre las necesidades del Aula Magna se cuenta modificar el sistema de iluminación. La última adquisición de lámparas y luminarias se hizo en el año 2000, pero se debe modificar porque esta tecnología ya cambió. Al respecto, Ortuño dijo que cada bombillo usado ahora tiene un tiempo de vida útil de 600 horas.
“Y estoy diciendo que es un período de 2000 – 2023. ¿Cuántas horas de servicio tienen? Hay alto consumo energético, alta carga calórica. Estamos hablando de 160.000 watts de potencia por hora, la carga calórica de cada reflector son 1.000 o 1.500 vatios de potencia. Es alta”, señaló.
Llevar el sistema actual a uno dimmeable —un tipo de mecanismo que permite regular la intensidad de las luminarias con un interruptor de pared, habitualmente en forma de rueda— haría caer casi 80 o 90% el consumo, dijo el ingeniero. “Si consumes 160.000 watts de potencia eso bajaría a 20.000 watts. Y la carga calórica disminuye una gran cantidad. Es necesario hacer eso”.
También aspiran, continúa Medina, a que se cambie el sistema de sonido del Aula Magna por uno digital. El actual obliga a subir y bajar las cornetas cada vez que hay un acto, lo que tampoco garantiza un buen sonido porque las cornetas se desajustan cuando las mueven. “Ese sistema de sonido ya no funciona. Cada vez que hay un acto tenemos que subir las cornetas. Terminó el acto y hay que bajarlas, viene un concierto y hay que subirlas. Entonces, ya en el tercer concierto, como las cornetas están desajustadas, escuchas un sonido distorsionado”.
El sistema de video actual, que sigue siendo analógico, requiere ser cambiado a digital y así garantizar el registro de las presentaciones históricas en el Aula Magna. “Aquí todavía se graba con miniDV, esas cámaras que tienen cinticas. Ahora puedes grabar con un celular de última generación. ¿Y por qué vas a grabar? Porque todo lo que pasa en esta sala es histórico, no es posible que usted esté en una sala donde no haya memoria audiovisual”.
Uno de los proyectos de la Dirección de Cultura es digitalizar el material que tienen en la cintoteca. “Todo eso está en betacam. Nosotros lo que hacemos es mantener la sala aireada, que no le caiga agua, que esté limpia. Solo para que esa memoria no se dañe”, dijo.
Una dirección escuela
Para Medina el balance de su gestión es positivo, con logros como haber recuperado el espíritu del personal, restituir el espacio cultural y darle otro estatus al Aula Magna.
“El Aula Magna se estaba usando para cosas ajenas a la cultura, lejos del entretenimiento, de la enseñanza. Yo no crítico a mis compañeros que hacen de la grosería su trabajo, pero este no es el lugar. Nosotros recuperamos la cara del Aula Magna, elevamos el estatus, que fuese académico”, afirmó.
Dentro de sus objetivos estuvo preparar al personal. Señaló que había mucha gente que, por ejemplo, no sabía cómo mover una luz robótica, así que se plantearon tener técnicos integrales que conocieran las distintas aristas del complejo.
“Nos planteamos hacer cultura en todas partes. Que la Dirección de Cultura, que es quien regenta esto, se convirtiera en un ente asesor de toda la universidad. Porque la Dirección de Cultura no puede ser la sede de todas las agrupaciones”, dijo.
En ese sentido, considera que está dejando una dirección escuela, en la que el estudiante puede tener acceso a materias alternas como Teatro, Danza, Música o Dramaturgia. “Nos hemos aliado con las escuelas, con profesores altamente reconocidos, como Luis Alberto Rosas, que es quien lleva la parte de Dramaturgia. Nosotros formamos gente que viene de El Sistema a mejorar su lectura musical, vamos a instalar una extensión de La Siembra del Cuatro con el maestro Cheo Hurtado. Hemos vuelto a ser como en los inicios del Aula Magna”.
La compositora dijo que se va feliz del cargo. Confiesa que se sentiría triste si hubiese tenido que dejar el Aula Magna cerrada: “No me importa lo que dijeron, que yo tenía un hongo, que Trina hizo esto, que Trina hizo lo otro. Hay que ponerse en los zapatos de los demás. Yo no salía de aquí sin abrir este recinto. Y Dios me lo permitió”.
A la nueva dirección le sugeriría no usar los espacios como una máquina de hacer dinero propio, sino que los ingresos se inviertan nuevamente en el complejo. “Que también escuchen. Hay mucha gente en la Dirección de Cultura que está muy preparada, que tiene propuestas interesantes. Hay que escucharlos. Si sabes de cultura, chévere; si no sabes, escucha a tu gente que está aquí dentro y sabe. Ayúdalos a desarrollar sus proyectos que también serán los tuyos”.
Admitió que en la UCV todavía no se da lo suficiente en el aspecto cultural. Es necesario, dijo, hacer una red con todas las facultades y que todos trabajen en conjunto con la Dirección de Cultura. “No se ha hecho lo suficiente porque no tenemos el presupuesto necesario. No se ha hecho lo suficiente porque estuvimos mucho tiempo cerrados. Pero se ha hecho lo que se ha podido y lo que se tenía que hacer para el momento”.
Al salir de la Dirección de Cultura, Trina Medina retomará su estudio de producción musical y dará clases. “Ya comencé. Tengo cinco estudiantes. No he querido meterme con más porque no tengo tiempo mientras esté aquí. Cuando salga tendré mi escuela, abriré el estudio, me dedicaré a hacer música nuevamente”.
Para la primera quincena de agosto tiene previsto presentar un concierto en El Marchante, un espacio dedicado a la difusión, recopilación e investigación de la música de la región. “Me reencontraré de nuevo con la gente. Eso haré porque esa es mi vida. Gerenciar, bueno, gerencio mi estudio. Aquí la cosa es ser feliz. Decidimos quedarnos, hay que ser felices y desarrollarnos desde nuestro espacio”.
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