Por JOSÉ VALENTÍN GONZÁLEZ
Sobre la persona: plagiario desvergonzado e inveterado. Sobre su obra más reconocida: poco original, profundamente imperfecta, vaga, ambigua, confusa, oscura, pobre.
¿De qué autor se habla? ¿De qué obra se trata? ¿Quién lanza críticas tan duras?
El autor es Adam Smith, a quien muchos consideran el padre fundador de la economía moderna y del liberalismo económico. La obra es la universalmente conocida Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, llamada La riqueza de las naciones, sobre la cual el Premio Nobel de Economía de 1998 Amartya Kumar Sen, libre de toda sospecha de ser un fanático liberal, señala que es el libro más grande jamás escrito sobre la vida económica.
Ahora bien, ¿quién lanza unas críticas tan duras sobre Adam Smith y su obra más conocida? ¿Se trata de un marxista? ¿Algún político populista latinoamericano con escasa formación económica?
Para nada. El crítico es Murray Newton Rothbard, economista judío nacido en el Bronx, Nueva York, discípulo del gran Ludwig von Mises y el principal referente de la Escuela Austríaca de la Economía en los Estados Unidos de América.
Rothbard fue un gigante del pensamiento. Escribió obras extraordinarias no sólo sobre economía, sino también sobre filosofía del derecho, historia, política, ética, entre otros temas. Además fue un político muy activo, siendo uno de los fundadores del Partido Libertario, el tercer partido político más importante de los Estados Unidos. Asimismo, fue fundador del famoso Cato Institute y del Mises Institute.
Rothbard es la principal figura del anarcocapitalismo estadounidense. Un liberal radical, tanto en lo político como en lo económico. Enemigo del establecimiento político y empresarial de su país. Pacifista. Un defensor a toda prueba de la libertad individual.
¿En qué consiste la feroz crítica de Rothbard a Adam Smith?
En primer lugar, es necesario señalar que aunque Rothbard era judío y agnóstico, sentía una gran admiración por el pensamiento de muchos religiosos católicos y por aquellos países de civilización católica. Rothbard es claramente un tomista. Y para Rothbard, algunos de los problemas del pensamiento de Adam Smith pueden explicarse por su cultura presbiteriana. Para Rothbard, la asociación entre capitalismo y protestantismo que fórmula Weber es totalmente falaz. Además, recordemos que sus grandes referentes económicos modernos, Menger y Mises, son austríacos, es decir formados en un imperio fundamentalmente católico, el imperio austrohúngaro de los Habsburgo.
Rothbard acusa a Adam Smith de haber plagiado a su mentor Francis Hutcheson, sin haberlo mencionado ni una vez en La riqueza de las naciones. Pero realmente esa es la menor de las acusaciones que Rothbard lanza contra Smith.
Rothbard señala que Adam Smith no sólo no hizo aporte alguno a la ciencia económica sino que La riqueza de las naciones constituye un grave retroceso en relación con los análisis que iniciaron los escolásticos españoles de la Escuela de Salamanca en el siglo XVI y que perfeccionó el verdadero padre fundador de la economía moderna, el banquero irlandés radicado en Francia Richard Cantillón, quien escribió su gran obra, Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general, más de 40 años antes de que Smith escribiera La riqueza de las naciones.
En concreto, la crítica más feroz de Rothbard a las ideas de La riqueza de las naciones consiste en que en ella se defiende una teoría objetiva del valor basada en el trabajo, dejando atrás las ideas sobre la teoría subjetiva del valor que había desarrollado la Escuela de Salamanca y que habían seguido Cantillón, Hutcheson y el propio Adam Smith, con anterioridad a su obra más conocida. Asimismo, Rothbard apunta que de las ideas de Smith se desprende que la renta y el beneficio empresarial no son más que deducciones del trabajo que es el que genera la totalidad del producto. Aunque Adam Smith trata débilmente de defender la remuneración del empresario, es sencillo anticipar que sus ideas fueron el fundamento del pensamiento de los socialistas ricardianos y posteriormente de las ideas de Karl Marx sobre la plusvalía. Por si fuera poco, siendo coherente con su error, Smith sostenía que los salarios y los beneficios se movían en sentido inverso, con lo que contribuyó a justificar la idea de Marx sobre la lucha de clases.
Rothbard también critica a Smith por diferenciar entre trabajo productivo y trabajo improductivo. Así, Adam Smith calificó como trabajo improductivo el realizado por los médicos, abogados, músicos, actores, entre otros, ya que su actividad no se plasmaba en un objeto material. Acá, según Rothbard, Smith muestra un sesgo fisiocrático, inexcusable para el momento en que La riqueza de las naciones fue escrito.
Dentro de La riqueza de las naciones, la idea más famosa en el debate político es la tesis de la mano invisible y la supuesta defensa ardiente que hace Adam Smith del laissez faire, es decir, la necesidad de que el Estado no interfiera en la economía. No obstante, Rothbard también se ocupa de desmontar la idea de que Smith fuera un gran defensor del libre mercado y un enemigo de la intervención estatal. Rothbard destaca que Adam Smith era un defensor de la educación estatal, el correo público, la subvención gubernamental del transporte marítimo, las obras públicas, el incremento de impuestos a tierras no cultivadas, los aranceles sobre la importación de manufacturas, los altos impuestos al consumo de lujo, los impuestos a las destilerías para disminuir el consumo de alcohol, el impuesto progresivo sobre la renta, las leyes contra la usura estableciendo tasas de interés por debajo de las tasas de mercado, entre otras medidas intervencionistas.
Los cuestionamientos de Rothbard a Adam Smith no terminan acá. Rothbard también hace severas críticas a las ideas de Smith sobre la división del trabajo, la teoría del dinero y la teoría de la distribución. No obstante, con lo expuesto tenemos suficiente para reflexionar sobre el verdadero Adam Smith, quien, según Rothbard, fue alguien bastante distinto a ese santo patrón del liberalismo económico y del libre mercado que se nos ha vendido.
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional