Tras las declaraciones de Keiko Fujimori, hace unos días, respecto a que tiene derecho a participar en futuras elecciones, se han prendido las alarmas de algunos políticos y analistas. Esto porque verdaderamente les parece alarmante que la lideresa de Fuerza Popular vuelva a postular por cuarta vez a la presidencia, y pueda poner el ambiente político en una situación crítica, como ocurrió en la última segunda vuelta electoral, en la cual perdió ante un candidato sin competencias para ser gobernante, como Pedro Castillo.
Los detractores del fujimorismo han salido a decir, mofándose, que la hija de Alberto Fujimori no ganaría las elecciones, así se enfrente a un panetón. Burla que en algunos casos podría encubrir cierto temor. Y es que, la señora Fujimori, a pesar de que no sea vista como alguien confiable para dirigir el país, aún tiene un considerable número de seguidores que podrían aumentar en una eventual campaña electoral.
Pero, ¿es Keiko Fujimori el verdadero problema?
Ciertamente no. El hecho de que postule nuevamente a la presidencia no sería un inconveniente si contáramos con líderes políticos que también tengan esa posibilidad, y que compitan lealmente en futuros comicios electorales, demostrando solvencia moral y técnica para gobernar.
El problema que nos aqueja, y el cual nos debería preocupar realmente, es el no contar con partidos políticos sólidos que tengan ofertas electorales atractivas para la ciudadanía, que desplacen a opciones políticas que generan desconfianza y hasta miedo. Necesitamos líderes que realmente conecten con el pueblo y sientan sus necesidades básicas, a fin de que busquen satisfacerlas, priorizando el bienestar de la población en lugar del interés particular.
Sería ideal que surgieran opciones electorales que promuevan el respeto por la democracia y fomenten una auténtica convicción política. Que tengan programas políticos orientados a fortalecer la institucionalidad mediante reformas políticas urgentes y necesarias. Que incentiven la libre iniciativa de los emprendedores – pequeños, medianos y grandes – defendiendo a la vez los derechos de los trabajadores. Que prioricen la seguridad, la tranquilidad y el orden, protegiendo la vida, la integridad física y la propiedad. Que hagan del aparato estatal, un verdadero espacio de servicio al ciudadano, dejando de lado actos mercantilistas, combatiendo a la vez a la corrupción.
Dejemos de pensar en que una persona con aspiraciones políticas como Keiko Fujimori sea el problema, y pensemos, más bien, en que, lo que realmente puede agravar nuestra situación política es la lamentable ausencia de alternativas electorales serias y comprometidas con el desarrollo del país.
Artículo publicado en el diario El Reporte de Perú
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