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La entrega de la soberanía a la teocracia iraní: el aislamiento total de Occidente

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presidente iraní

Foto: EFE/ Rayner Peña

“Mi silencio no me protegió. Tu silencio no te protegerá”.

Audre Lourde

Aproximadamente hace 2.500 años se desarrollaron las llamadas guerras médicas o guerras persas, que enfrentaron a Oriente con la cuna de nuestra civilización, con Grecia la casa grande. A pesar de su antigüedad, si los resultados de estas guerras hubieran sido distintos, nuestras vidas no serían iguales, Occidente habría desaparecido.

La primacía de la libertad política, la justicia, la democracia, las bellas artes, la investigación científica, la filosofía y la racionalidad, que propiciaron la argamasa para que en los siglos de la Ilustración del XVI al XVII, la humanidad pivotada en la visión del sendero andado, hubiesen logrado la progresividad que nos es hoy normal no habrían ocurrido, sí el imperio persa hubiese engullido a las pequeñas ciudades griegas.

El óbice de este conflicto subyace en la diferencia de las civilizaciones en su choque cultural o choque de civilizaciones, siguiendo la lógica de Samuel Huntington:

“Los conflictos entre civilizaciones son inevitables, puesto que cada una cuenta con sistemas de valores significativamente distintos. Para él las relaciones entre civilizaciones variarán normalmente de lo distante a lo violento, situándose la mayoría de las veces entre ambos extremos” (Hungtinton. S, 2020).

Desde luego que para dos civilizaciones tan disímiles como la persa y la griega el conflicto era tan solo un tema de tiempo, pues los esquemas de valores estaban indefectiblemente condenados a la confrontación violenta que presupusiera, la eliminación de una y el ascenso de la otra, los persas eran una civilización tributaria del poder omnímodo, todos eran vasallos del rey, no comprendían la libertad individual, ciudadana y evidentemente este le era un valor absolutamente ajeno.

“A mediados del siglo VI antes de Cristo (a.C.) el Oriente Próximo estaba dividido en varios imperios pequeños. Estaban los medos, gobernados por Astiages, el Imperio de Creso en Lidia, Babilonia, entre otros.

Hoy en día, en esta zona del planeta se encuentran países como Irán, Arabia Saudita, Irak, Emiratos Árabes Unidos, Israel y parte de Egipto.

En esta época, los persas eran un conjunto de tribus guerreras vasallas del Imperio de los medos. Sin embargo, en el año 559 a. C; Ciro el Grande, heredero de una dinastía persa, ascendió al trono y bajo su liderazgo unió a varias otras tribus persas, junto con las cuales derrotó a Astiages. Con esto, Ciro no solo logró liberar a los persas de los medos, sino que toma todo el territorio como suyo”. (Green.P, 1998)

De tal suerte, la cosmovisión persa estaba atada a la dominación esclavizante hacia el rey, por el avasallamiento hacia el poder omnímodo y el desconocimiento, con la llegada de Ciro el Grande, las tribus eran divididas en satrapías, pero hasta los sátrapas eran vasallos del rey, quien aceptaba la polisemia de las tribus, las mixturas de las creencias y la ausencia de unicidad en su identidad, la prosperidad del imperio llegó al culmen con Darío I, pero fue una bonanza a espaldas de la democracia, la libertad, la dignidad, la trascendencia del pensamiento y por ende la racionalidad.

Los griegos constituidos en ciudades Estados, con una riqueza evidente en literatura, filosofía, contribuciones a la política y la democracia, a diferencia de una sociedad como la persa, inamovible, teocrática en la cual el rey era la máxima representación del poder, en suma, una sociedad escindida de carácter óntico, contrastaba con la alegría griega de vivir.  Mitológicamente los griegos  son hijos del Titán Prometeo, quien fue padre de Helen y de allí vienen Heleno, padre a su vez de Duro, Juto y Eolo, de donde provienen los Jónicos, Dorios y Corintos, cuyos dialectos les permitan entenderse, construir una civilización basada en la estética y la belleza y por ende en la progresividad hedonística, la unicidad en las creencias, la dicha griega de existir basada en sus mitos, primeros símbolos del episteme,  los cuales le conferían un carácter especial en la historia.

“No es tanto la exactitud de sus orígenes genéticos, sino lo que creían los mismos griegos. Según su mitología, Deucalión, hijo del titán Prometeo (una especie de dios para los griegos), tuvo un hijo llamado Helén, pensaban los griegos, fue el fundador de su raza y, por eso, ellos se llamaban helenos.” (Finley.M, 1981)

El dialecto o logos, es una forma de comunicarse, que hacía que los griegos lograsen entenderse a pesar de las divergencias semánticas, construyendo una estructura del ser, una estética para la vida  podríamos decir una estética antropomórfica y hedonista, en donde imperaba la libertad, la democracia, la justicia, la inquietud intelectual y la racionalidad, surge pues un himeneo entre las formas del lenguaje y las expresiones arquitectónicas en la política y en la expresión delarte, del dorio se procrea el estilo Dórico y lo propio ocurre con el adornado estilo Jónico.

“No había una autoridad central entre ellos, sino que su mundo estaba compuesto por pequeñas comunidades autónomas llamadas polis o ciudades-estado. Estas estaban distribuidas a lo largo del Mediterráneo, desde el extremo oriental del mar Negro, hasta lo que actualmente es España”. (Finley.M, 1981)

Para los griegos la idea de ser dominados por una potencia extranjera era una abominación, un sinsentido pues les privaría de su carácter libre, autónomo y democrático, esa es quizás la más importante herencia que nos dejan nuestros antepasados a los modernos occidentales, la idea de la democracia y la isonomía, base para el derecho romano, aun cuando no existía la unidad territorial las ciudades-estado compartían valores semejantes, compartían virtudes conjuntadas bajo la lógica, creación por cierto griega, que las hacían accionar a los fines de respetar su dignidad a vivir en libertad, democracia y progresividad.

“Estas ciudades-estado tuvieron incluso una variedad de formas de gobierno. Aunque no todas eran democráticas, lo importante era que se gobernaban a sí mismas. Los criterios esenciales para considerar a una ciudad como una polis eran los siguientes: que no estuviera gobernada por una potencia extranjera, ni siquiera griega, y que eligiera su propia forma de gobierno”. (Carledge.P, 2010)

“La sociedad griega era unas polis en el sentido, lingüístico, para ellos decir Esparta cedió a Atenas era sumir la existencia de un conflicto bélico, pero “entendiendo que eran miembros de una misma sociedad”. (Finley.M, 1981).

Encontramos dos civilizaciones muy distintas una vertical, inamovible, con vasallos y esclavos, bajo el dominio de un imperio; y otra constituida por la identidad de pequeñas ciudades, con la capacidad de autogobernarse y mantener hábitos modeladores del carácter y las pasiones en los roles de la libertad y la dignidad. El choque estaba jurado, en la célebre Maratón al final de la batalla, en las palabras expirantes del soldado griego: “¡Alegraos hemos vencido!” (Herodoto, 1994), encontramos la alegría de haber preservado los valores occidentales.

Hoy con tristeza vemos cómo las victorias de Alada de Samotracia, hermosa, danzante, así como la proeza de Salamina, el sacrificio de las Termopilas, quedan desterradas de Venezuela, quien en un afán absurdo por romper con Occidente y aislarse, decide hacer vínculo con la teocracia homicida de Ali Jamenei, de cuyas barbas hirsutas cuelgan cientos de inocentes, en la imagen demoníaca de los cadáveres pendiendo de grúas con sogas al cuello. Eso es Irán, una pesadilla de país, en donde una mujer vale en importancia la mitad de un hombre, en donde ser mujer es una condena al ostracismo, al vejamen del hiyab o la burKa, que esconde los atropellos de una sociedad falocéntricamente enferma, el horror de Irán y sus ergástulas, la vida de sultanes que se procura Ebrahim Raisi, títere del Mulá, a quien la simuladora y aviesa tiranía de Maduro lo llevó a ver las ruinas del supermercado iraní “Megasis”, quebrado por el socialismo inepto e incapaz.

Hemos traicionado a nuestros orígenes, no hay nada en común entre ellos y nosotros, tal vez el único punto en común sea la crueldad y la saña, el negocio de extraer petróleo y minimizarnos, he allí la bofetada a eso que llaman soberanía y que no es más que una princesa troyana, absolutamente violada por sus propios defensores, los griegos están insertos en nuestros genes, en nuestro genotipo cultural y en nuestra cosmovisión, no hay manera de romper la vinculación cultural con la casa grande, con nuestra cuna, de donde provienen los valores de la justicia, la democracia y la isonomía o igualdad ante la ley, la visita y recomendaciones de un tirano como Ebrahim Raisi, brazo tembleque y ejecutante de las instrucciones del Mulá Alí Jamenei, solo dan cuenta del profundo quebrantamiento y regresión abyecta del régimen político venezolano. De nuevo vuelven las audacias de  proponer el uso de una moneda distinta al dólar, en un país cuya dolarización fáctica es una consecuencia directa e inocultable de los efectos de la hiperinflación vivida en el país como consecuencia de los años de errores y horrores del chavismo.

Podremos usar el rial iraní como medio de pago y jamás revertiremos las causas de la altísima inflación que azota al país, los técnicos persas no conocen los patrones tecnológicos de nuestras refinerías y por ende son incapaces de resolver en algo, la carencia de combustible, hecho que pone en tela de juicio una máxima del modelo de Heckser Ohlin, mismo que establece que «los países con abundancia de una mercancía tendrán abundancia en los factores de producción y exportarán entonces los bienes en los cuales los factores de producción sean intensivos” (Chacholiades.M, 1992), en tal sentido Venezuela es una rareza que pone en contramarcha los conceptos básicos de la economía internacional, pudiendo afirmar que somos un país petrolero sin capacidad para extraerlo, procesarlo y venderlo.

De la teocracia iraní, inflexible, rígida, implacable e inmisericorde, resulta una inquietud el hecho de determinar cuál habría sido su acción frente a un escándalo en su industria petrolera, semejante a la de Venezuela que involucra a más de 60 funcionarios y tiene un costo aproximado de al menos 3.000 millones de dólares. Los persas siempre obedecieron a una teocracia primero representada en el rey y luego en sus líderes religiosos, posterior a la expansión islámica, siempre han coexistido con la tiranía y el horror, con la barbarie primitiva, siempre con la escinción de lo óntico; entonces determinar algún punto en común es imposible, a menos que las coincidencias se den en la barbarie ritornata.

La visita de Ebrahim Raisi se realiza a las tres tiranías de la región: la oprimida Cuba, la siniestra Nicaragua y la violenta Venezuela, son los grandes hermanos dándonos lecciones sobre derechos humanos y dignidad, esto es una afrenta a nuestros orígenes civilizatorios, sencillamente es una verdadera enormidad llamar hermanos a los iraníes, pues nada nos une, salvo las actuales violaciones y atropellos a la dignidad humana. Por ahora nos queda la frase de Plutarco, para ser usada como bálsamo y jaculatoria, que permita que seamos dueños de nuestro discurso:

“Los helenos sabían que cuando llega la hora del combate, ni el número, ni la majestad de los barcos, ni los gritos de guerra de los bárbaros pueden atemorizar a los hombres que saben defenderse cuerpo a cuerpo y tienen el valor de atacar al enemigo” Plutarco.

La soberanía no es una locución vacua que sale de la boca de quienes apoltronados en las bayonetas atormentan a toda una nación, la soberanía es un acto de no entregar los recursos del país, de no aceptar consejos para reprimir a una sociedad vapuleada y tiranizada, la soberanía sopone resolver nuestros temas de manera individual y sin intromisiones. ¿Podríamos considerar válidas las intromisiones de la teocracia iraní y absolutamente deleznables las alertas hechas por los organismos internacionales, sobre las pavorosas violaciones de los derechos humanos cometidos por la gansterilidad en el poder?, basta ya de hipocresías y medias verdades, de seudointelectuales sosteniendo esta inmundicia y sobre todo comportándose como el chavismo.

Referencias

Carledge.P. (2010). Termopilas la batalla que cambió al Mundo. Barcelona: Ariel.

Chacholiades.M. (1992). Economía Internacional. México: Mc Graw Hill.

Finley.M. (1981). El legado de los griegos. Londres: Oxford.

Green.P. (1998). Guerras Greco Persas. Los Ángeles : Universidad de California.

Herodoto. (1994). Historias. Madrid: Akal.

Hungtinton.S. (2020). El choque de las civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial. Barcelona: Paidós.

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