Durante décadas, los roles de género estaban rígidamente definidos y el padre se encontraba mayormente ausente en la crianza cotidiana de los hijos. Sin embargo, la sociedad evoluciona y se abre paso a nuevos modelos familiares.
En el transcurso del tiempo, la figura del padre experimenta una notable evolución, influenciada tanto por cambios socioculturales como por nuevas investigaciones en el campo de la psicología y la educación. A medida que la sociedad avanza y evoluciona, los roles tradicionales de género están siendo cuestionados y reevaluados. En el caso del padre, esto tiene profundas implicaciones en la dinámica familiar y en la formación de los hijos.
Durante el siglo XXI, el papel del padre se ha transformado, trascendiendo los estereotipos tradicionales y asumiendo una mayor responsabilidad en la formación y educación de los hijos. En el cambio que experimenta la figura del padre, ya no se le asigna exclusivamente la función proveedora y protectora. También se le otorga un rol fundamental en la formación y educación de los hijos.
En la sociedad actual, se viven profundos cambios socioculturales que redefinen los roles e impactan significativamente en la construcción de nuevas dinámicas familiares. En este trabajo periodistíco, exploraremos la evolución del rol del padre y su influencia en la formación de los hijos en la sociedad contemporánea. Para ello, El Nacional conversa con destacados psicólogos y psiquiatras, quienes brindarán perspectivas valiosas sobre este tema.
Además de Axel Capriles, también expresan su opinión el psiquiatra y experto en psicoanálisis, David Alejandro Malavé, y la psicóloga Lucia Morabito, destacada psicoanalista y miembro de diversas asociaciones y federaciones de psicoanálisis.
David Alejandro Malavé, reconocido psiquiatra con formación en psicoanálisis, aportó valiosas perspectivas sobre la evolución del rol del padre en la sociedad contemporánea. Por su parte, Lucia Morabito, psicóloga y psicoanalista, detalló sobre el impacto que los papás tienen en los niños.
«El padre cumple funciones muy importantes también. Padre y madre se complementan en la tarea de la crianza y sin duda los cambios socio culturales, como la igualdad de género, influyen tanto en la formación y educación de los hijos como en la construcción de nuevas dinámicas familiares», explica Morabito.
La psicólogo egresada del Boston College y de la Universidad Central de Venezuela sostiene que se ha abierto la posibilidad de un encuentro e intercambio que antes era mucho más difícil, lo cual hace viable la concreción y expresión del amor.
Con su amplia experiencia y conocimientos en el campo de la psicología y el psicoanálisis, los expertos analizan los puntos más importantes sobre la evolución del rol del padre y cómo este ha cambiado en respuesta a los nuevos desafíos y cambios socioculturales de la actualidad.
Con sus diferentes perspectivas y enfoques profesionales, ofrecen una visión integral sobre el tema. Ayudan a comprender de manera más profunda los cambios y transformaciones en el rol del padre en la sociedad contemporánea.
Destacan la importancia de la función paterna, la inclusividad de género en el desempeño de este rol, la promoción del vínculo emocional y afectivo entre padres e hijos, así como la necesidad de establecer límites y fomentar la autonomía de los niños en su desarrollo.
Esta evolución se ha basado en investigaciones que demuestran los beneficios de una paternidad activa y comprometida.
La lucha por la igualdad de género lleva a un replanteamiento de los roles tradicionales de género. En este contexto, el nuevo rol del padre se aleja de estereotipos rígidos y permite una mayor participación en la crianza y educación de los hijos. Los padres están asumiendo responsabilidades compartidas con las madres en el cuidado y la toma de decisiones relacionadas con los hijos.
Dentro de las principales conclusiones que dejan los expertos sobre el rol del padre destacan:
1. Participación activa: Cada vez más, los padres están involucrándose de manera más activa en la vida de sus hijos. Participan en actividades diarias como alimentar, bañar, vestir y llevar a los niños a la escuela. Además, se espera que los padres participen activamente en el desarrollo emocional, intelectual y social de sus hijos, brindándoles apoyo y orientación.
2. Paternidad consciente: El concepto de paternidad consciente está ganando importancia. Los padres están reflexionando sobre su papel y buscando ser modelos positivos para sus hijos. Esto implica estar presente, escuchar, comunicarse abiertamente, fomentar la empatía y el respeto mutuo. Además de cultivar relaciones cercanas y afectuosas con los hijos.
3. Flexibilidad en los roles: Los nuevos roles del padre no están limitados por estereotipos tradicionales. Los padres pueden desempeñar una variedad de roles según las necesidades individuales de la familia. Pueden ser proveedores económicos, cuidadores principales, educadores, modelos a seguir o compañeros de juego, adaptándose a las circunstancias y necesidades cambiantes de la familia.
Hablan los expertos
- Axel Capriles, licenciado en psicología y doctor en ciencias económicas. Se diplomó en psicología analítica en el C.G. Jung Institut de Zürich y es miembro de la Asociación Internacional de Psicología Analítica.
—¿Cuál ha sido la evolución más significativa que has observado en el rol del padre
—La evolución más significativa en los últimos años ha sido el acercamiento, proximidad y presencia del padre. Los padres, en la historia de la cultura, siempre fueron seres distantes: navegantes, piratas, comerciantes, soldados, guerreros. Veían a sus hijos muy poco. Aún en la familia occidental burguesa, el trato con el padre era lejano, una figura de autoridad y respeto.
El impacto de este proceso luce haber sido positivo, padres más calurosos y afectivos, más capaces de mostrar sus emociones, amorosos, hechos que han contribuido a suavizar y enriquecer las relaciones paterno filiales. Se ha abierto la posibilidad de un encuentro e intercambio que antes era mucho más difícil, lo cual hace viable la concreción y expresión del amor. Se ha formado, sin embargo, un estereotipo del padre bueno que pretende convertir el padre en madre, que confunde el género y el sexo de los padres concretos con la función que cumplen, la paterna o la materna. Esta confusión entre función e individuo, que quiere que el padre sea madre, compañero o amigo, ha debilitado muchos componentes centrales de la función paterna como son la autoridad, la jerarquía, la internalización de principios o la adaptación a la rudeza del mundo exterior. Ha deteriorado mucho de lo que en Psicoanálisis se concibió como la construcción del Superyo.
—Con los cambios socioculturales actuales, como la igualdad de género y la redefinición de roles tradicionales, ¿cómo cree que el papel del padre está influyendo en la construcción de nuevas dinámicas familiares y cómo se refleja en la formación de los hijos?
—Hace poco, escuché de un caso de dos gay que decidieron tener un hijo y usaron el espermatozoide del primero para fertilizar el óvulo de la hermana del segundo, pero el vientre lo puso la esposa de un primo del primero. Es decir, desde un cierto punto de vista, la tía es madre y el padre es primo. Con esto quiero decir, que no sólo hay redefinición de roles tradicionales e igualdad de género sino que está ocurriendo una transformación radical.
Con la proliferación de géneros y las nuevas formas de identidad sexual, la dinámica familiar ha cambiado substancialmente. Esto se refleja en las complejidades en torno a la cristalización de la identidad individual y el resurgimiento de la problemática identitaria. Hay mucha confusión y tal vez esto haya incrementado la dificultad para la formación de un carácter con dirección interna. Sin embargo, tenemos que distinguir absolutamente, como mencioné anteriormente, las personas concretas de la función que cumplen. Hay padres que son magníficas madres y madres que son fundamentalmente padres. Para su desarrollo psíquico, el ser humano necesita las dos funciones. Requiere contención, cuidado, seguridad, aceptación, amor, un entorno de relaciones acogedoras, pero también necesita la jerarquía, la autoridad, Logos, el principio de realidad y el orden. No importa quien ejerza qué, pero alguien tiene que hacerlo, y hacerlo con convicción.
- David Alejandro Malavé, graduado de medico en la Univerdidad Central en 1988 e hizo el Postgrado en el Hospital Universitario de Caracas en 1992. Se especializó en Tratamiento para fármacos dependientes. Luego hizo formación psicoanalítica en la Sociedad psicoanalítica de Caracas. Estudios en el Centro de estudios Junguiano.
—¿Cuál ha sido la evolución más significativa que has observado en el rol del padre en los últimos años y cuál crees que ha sido su impacto en la formación y educación de los hijos?
—El rol de padre, se ha vuelto en mi opinión más abierto, más inclusivo, comprensivo y amoroso. El padre ya no es la figura distante, que se limita a proveer económicamente o materialmente, sino que ha devenido en otra figura de sostén afectivo y emocional. Creo que el padre se ha vuelto más cercano a los niños. Se involucra más en la crianza y cuidado de los mismos. Un analista junguiano nos diría que del padre celestial castigador, ha evolucionado a un padre amoroso, que perdona y es capaz de sacrificarse por los hijos. Bueno, algún troglodita seguro que sigue existiendo por allí, pero como ideal, el del padre amoroso y comprensivo, es el socialmente anhelado hoy en día.
Por otra parte, se ha desdibujado el rol como tal del padre, y se ha transformado más en una función, que digamos puede también ejercer la madre, la mujer, la pareja en conjunto, los miembros del mismo sexo de una pareja que cría niños, incluso un pariente que vive en el núcleo familiar, y no guarda una relación de filiación con los niños a su cargo, un abuelo, una tía, la empleada a cargo de cuidar a los niños mientras los padres trabajan, los maestros a cargo de la educación. Cada persona o ser humano, que te ayuda a comprender que la frustración o la falta es la condición humana universal, y que frente a ella lo que debes es seguir luchando por obtener lo que deseas o anhelas, siempre y cuando no dañe a los demás, está en el rol de un buen padre. Y por cierto, mi papá quizás por que fue médico y estaba acostumbrado a ver las miserias humanas y a lidiar con la necesidad del otro, si cambió pañales y dio teteros en los años sesenta del siglo pasado, o al menos eso nos contaba o nos cuenteaba con ello, pero me gusta recordarlo así y con esa imagen me quedo.
—Con los cambios socioculturales actuales, como la igualdad de género y la redefinición de los roles tradicionales, ¿cómo cree que el papel del padre está influyendo en la construcción de nuevas dinámicas familiares y cómo se refleja en la formación de los hijos?
—Yo creo que la función del padre o función paterna, con la cantidad de cambios socio culturales que estamos viviendo, tiende a ubicarse cada día más en el campo de lo simbólico y la abstracción. Diría que hoy en día no hablamos tanto de figura paterna, sino de función paterna, entendiendo la función paterna como aquella que sitúa al individuo en la realidad, y pone límite al deseo del mismo, a su omnipotencia y a su narcisismo. Quiere decir que hoy en día ser padre, no está circunscrito a un género o a un rol, o a determinadas características, es más bien una tarea, que todos los que se hacen cargo de un niño o persona necesitada de cuidado, bien sean hombres, mujeres, independientemente de su identificación genérica o de su elección sexual, imponen sobre el niño en términos de limitar su demanda o deseo.
Si dos mujeres o dos hombres, están criando a un niño, la función de padre se mantiene en la acción de hacerle sentir y comprender a ese niño, que el amor por el tiene como límite el amor por el otro cónyuge sea del sexo o identidad que sea. Con ello se saca al niño de la fantasía omnipotente de serlo todo para el Otro o que el otro es todo para ti. Es decir, padre es quien te ubica en la realidad de que no lo puedes todo, no hay un otro que todo te lo permitirá, ni a quien completarás. En resumen padre es quien te hace vivir tu incompletud, tu falta en ser, que es la condición humana y herida fundamental para poder crecer y hacer frente a la dureza de la vida. Esto lo puede ejercer cualquier tipo de pareja, o una madre soltera, o una pareja del mismo sexo, como durante siglos se esperó lo ejerciera el padre dentro de la pareja tradicional hombre mujer. Saber que no lo puedes todo, que no eres el todo para nadie, y que siempre habrá alguien que pueda recordártelo, es la condición básica de la salud mental. Por otro lado, contar con alguien que te haga comprender que esa frustración no es catastrófica y que aún no siendo omnipotente, perfecto, ideal, que aún lleno de faltas, la vida vale la pena y puedes lograr muchas cosas es haber tenido la suerte de contar con un buen padre, o ser tu mismo un buen padre.
- Lucía Morabito, Psicólogo egresada del Boston College y de la Universidad Central de Venezuela. Psicoanalista Miembro Titular en función Didáctica de la Asociación Venezolana de Psicoanálisis (ASOVEP). Miembro de la International Psychoanlytic Association (IPA) y Federación Psicoanalítica de América Latina (FEPAL) y Miembro Invitada de la Asociación Psicoanalítica de Madrid. (APM). También es miembro de la Asociación Venezolana de Psicoterapia (AVEPSI) y del World Council for Psycotherapy.
—Con los cambios socioculturales actuales, como la igualdad de género y la redefinición de los roles tradicionales, ¿cómo crees que el papel del padre está influyendo en la construcción de nuevas dinámicas familiares y cómo se refleja en la formación de los hijos?
—Por lo general se piensa, o se solía pensar, que el rol de la madre era el más importante en la familia y en la crianza de los hijos. Y si bien eso tiene un sustento biológico, una gran parte de esa idea estaba también sustentada por el influjo de la cultura. El padre cumple funciones muy importantes también. Padre y madre se complementan en la tarea de la crianza y sin duda los cambios socio culturales, como la igualdad de género, influyen tanto en la formación y educación de los hijos como en la construcción de nuevas dinámicas familiares. Podría pensarse que la evolución nos debería hacer cada vez mejores seres humanos. Sin embargo, la velocidad con que se están dando los cambios evolutivos puede producir reacciones adversas que entorpecen o dilatan la capacidad de adaptación. Lo primero que me gustaría aclarar es que una cosa es la igualdad de género a nivel de roles, tareas y derechos; y otra muy diferente es la identidad masculina o femenina, marcada por lo bilógico y su correlato psicológico.
En ese sentido, hombre y mujer son muy diferentes. Son complementarios. Psicológicamente hablando, la madre da la posibilidad de recibir el amor incondicional. Y el padre, en su función de promover la ruptura del cordón umbilical emocional entre madre e hijo, da la libertad y la esperanza. Esto es en líneas generales y, por supuesto, no está exento de posibles complicaciones. Una de las primeras tareas que ahora asumen los padres es el cuidado de los bebes recién nacidos, ya que ellos ahora también cuentan con los permisos post parto. Esta incorporación del padre en esos primeros momentos tan importantes para la constitución psíquica del bebé le da la posibilidad de no estar ni sentirse tan apartado y apoyar a la madre brindando mayor seguridad y tranquilidad. En el mejor escenario promueve la ruptura del cordón umbilical de una forma progresiva y menos traumática intercambiando roles que antes eran propios solo de la madre o de quien hacía sus veces. Así, esa función paterna esencial de servir de cable a tierra, de ser el representante de la realidad exterior que pone el límite a la fantasía de fusión entre la madre y el hijo, se va haciendo desde adentro. El padre, entonces, al estar más presente, ya no es tan temido y cuando las cosas salen bien, promueve mayor seguridad en el hijo.
—¿Cuál ha sido la evolución más significativa que has observado en el rol del padre en los últimos años y cuál crees que ha sido su impacto en la formación y educación de los hijos?
—Lo positivo de este nuevo rol paterno que sí estamos observando, son hijos con mayor flexibilidad, capacidad de adaptación y posibilidad de valorar el trabajo en equipo. Esto promueve la solidaridad, la reciprocidad, la responsabilidad compartida, el respeto por lo que hace el otro, en lugar del miedo por lo que representa el otro. El padre es alguien mucho más accesible con el que poder compartir y por lo tanto menos temido. El que estos cambios puedan o no producir buenos resultados en la formación de los hijos dependerá en gran medida de cómo los padres asumen esos nuevos roles. Por lo tanto, no es posible generalizar porque cada caso es diferente y porque además los cambios se siguen produciendo a tan enorme velocidad, que aún no podemos tener claro cuáles serán sus efectos a largo plazo. El mayor peligro que este cambio en los roles puede traer y, lamentablemente, a veces trae, es la confusión a la hora de poner los límites. Este rol antes era esencialmente del padre.
Ahora cada vez más también lo va asumiendo la madre, precisamente porque la incorporación de sus nuevos roles le impide estar tan dedicada como lo estaba antes. Y como sabemos, cuando la responsabilidad es compartida, puede ocurrir que se diluya y sea menos efectiva. Los límites y las normas generan frustración. Y la capacidad para tolerar la frustración es esencial para la vida. La tolerancia a la frustración promueve la posibilidad de esperar, promueve la imaginación y la creatividad y, en ultima instancia, es la base sobre la cual se sustenta la capacidad de adaptación tan necesaria para la vida en general. La evolución más significativa en el rol del padre creo que tiene que ver con la expresión de los afectos, con la posibilidad de mostrar lo que se siente y dejar ver también su vulnerabilidad. El padre que ha asumido esos cambios de roles de forma natural y no impuesta, pregunta, busca comprender, no impone. Lo que yo he podido observar en las dinámicas familiares de las parejas jóvenes que han incorporado esos cambios de forma positiva, es el deseo de participar y ayuda reciproca.
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