Casi siempre escriben sobre el Día de la Madre, sobre el Día del Padre se habla muy poco y, la verdad, a mi parecer, eso no está bien. Si bien es cierto aquello de que padre no es sólo el que engendra, no menos cierto es que, siendo justos, padre es aquel que habiendo engendrado o no, se hace responsable de la educación, alimentación y por supuesto, la formación integral y el amor que debe recibir un ser humano en este mundo difícil pero hermoso.
Siempre, gústele a quien le guste, excluyendo a la ciencia y sin querer crear polémicas, he pensado que todo lo que implica concebir a un hijo es un milagro producto del amor y de la unión entre un hombre y una mujer, así de tradicional, así de básico, así de eterno… así de simple.
No es fácil hablar de un papá sin referirnos a la presencia de una mamá porque, cuando la situación lo permite, ambos deben enfocarse en función de un objetivo común: preparar a los hijos para la vida. Cuando no están los dos, el trabajo será el doble para uno o para otro, bien sea porque uno de ellos no existe o porque se han separado, lo importante es que solos o juntos, tanto papá como mamá, deben asumir la responsabilidad que representa tener un hijo.
Papá y mamá, juntos o separados, son escultores. Uno o los dos, según la situación, deben dar forma a un ser humano. Deben esculpirlo al detalle como un artista hace con el mármol para que cuando llegue el momento, los hijos estén preparados para ser independientes y felices.
En los hijos debemos tallar principios, valores, dignidad y honradez. Hay que enseñarles lo que es sentir piedad y lo que significa ser humilde. Hay que amarlos, demostrarles lo importante que es ayudar y respetar a otros. Hay que entregarles herramientas para que aprendan a descubrirse a sí mismos, y darles la libertad para elegir aquello que quieren hacer con su vida, aquello que los hará felices y productivos; es entonces cuando los veremos fuertes y grandes. Aprendiendo a aceptar que los triunfos y los fracasos son pasajeros y que siempre debemos seguir adelante y darle gracias a Dios por la bendición de estar vivos.
Los padres serán padres durante el resto de sus vidas, ese es un cargo vitalicio, eso hay que concientizarlo junto al hecho de que cada etapa del crecimiento de un niño, es distinta y, por lo tanto, debemos actuar con amor y paciencia. No es fácil. Ser madre o ser padre no es fácil, pero la vida enseña que nada que realmente valga la pena lo es.
Comencé diciendo que hablamos poco sobre el Día del Padre, dije también que eso me parecía injusto. Ahora comprendo por qué. Así como el Día de la Madre, dicen muchos y es cierto, es todos los días, también el Día del Padre es todos los días.
Conozco y me siento orgullosa de hombres que son buenos padres. Conozco hombres que se han hecho cargo de hijos ajenos a quienes aman tanto como si fueran propios. Conozco padres que son también madres y madres que son padre y madre; también conozco a padres irresponsables, pero de ellos no hablaremos porque no valen la pena y no merecen ser llamados papá. Hoy, estas letras, son únicamente para los padres buenos.
Gracias al papá que entregó lo mejor de sí. Gracias al papá responsable. Gracias por haber llevado a sus hijos al colegio, por leerles cuentos en las noches a pesar del cansancio, por escucharlos cuando ellos necesitaban hablar. Gracias al papá que conversó con sus muchachos cuando ellos se equivocaron o hicieron algo malo.
Gracias por los abrazos, por los castigos y los premios, por las risas, por secar las lágrimas, por curarle la rodilla cuando se cayó. Gracias por comprender cuando sus hijos se equivocaban, por aplaudir sus triunfos y dar ánimo y consuelo ante los fracasos y, en fin, a quien lea esto y se considere un buen papá, gracias por estar allí para sus hijos, porque ellos necesitan un verdadero padre para crecer y usted, tendrá la bendición de crecer con ellos.
@jortegac15
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