No es la primera vez que Colombia está ante la antesala de un posible juicio político contra un presidente. A Ernesto Samper, hoy aliado de Gustavo Petro, el Congreso casi lo enjuicia en 1996 por recibir dineros del cartel de Cali. Lo salvó el Partido Liberal y parte del estabilshment, como sucedió un siglo y algo más atrás cuando pasó lo mismo con José María Melo y Tomás Cipriano Mosquera.
Esta vez, en el escándalo que enfrenta Petro, por la presunta financiación ilegal de su campaña, el entramado de corrupción ha sucedido fuera del interior del país. Los personajes involucrados parecen los Buendía, habitantes de Macondo: son mal hablados, beben, bailan y dicen cosas sin mesura como Aureliano o Nicolás Maduro.
«Con tanta mierda que yo sé, pues nos jodemos todos si, ustedes me joden a mí, yo los jodo a ustedes, pero se caen las torres gemelas». Así, pendenciero, el caribeño Armando Benedetti amenaza a la secretaria privada de Gustavo Petro, Laura Sarabia Torres, de mamá y tío caribeños, dejando en evidencia la «guerra» entre los dos.
Este audio, que hace parte en total de 26 minutos filtrados a la revista Semana, ha sido enviado por Benedetti aparentemente bajo los efectos del alcohol. Borracho -eso dice él mismo-, como Richard Nixon cuando reveló toda la verdad de Watergate a Robert Frost, el exembajador de Colombia se sentía ultrajado por la poca participación en el gobierno. «Petro puede ser un HP, y es un HP», dice.
La franqueza de Benedetti es una prueba que, como indica los manuales de Derechos, resulta conducente y coherente. Da cuenta que detrás del eslogan del cambio, un cambio por el revanchismo y la desinstitucionalización, entraron dineros ilegales que llegaron al Caribe colombiano o vienen del Caribe colombiano. Esa es la duda fundada que acompaña este escándalo: el destino o el origen de la plata.
Duda que puede ser resuelta en Caracas o Barranquilla y que viene acompañada de hechos como que Benedetti haya sido designado como embajador en la capital venezolana, que el lavador de activos de Maduro, Alex Saab, sea barranquillero y que ante los ojos de todos quede claro que entre caribeños malos –Trujillo, los Castro (Cipriano y Fidel)– existe una simbiosis especial.
Esta obsesión por el Caribe de Petro y Benedetti se explica por un vacío de poder de esta región colombiana que no tenía una presidente desde Rafael Núñez (1897). Nacido en Ciénaga de Oro, Sucre (el caribe colombiano), Petro siempre ha tenido un particular y esperado interés por esta región, a tal punto que muchos de sus aliados son de allá y del Caribe extenso.
Investigaciones reveladas por la prensa nacional muestran que el clan Torres de Barranquilla con su líder, Euclides, tío de Laura Sarabia, habría financiado la campaña de Petro sin que los jefes de la campaña reportaran la entrada de estos dineros al Consejo Nacional Electoral.
¿De dónde venía esa plata? Volvemos a preguntarnos si su origen fue el caribe colombiano o venezolano. Por qué Alex Saab, antes de ser extraditado, solía viajar entre Caracas y Barranquilla. Por qué la sede de Monómeros -la petroquímica venezolana de capital colombiano- está en Barranquilla. Por qué Benedetti, tan poderoso en la campaña, terminó en un puesto secundario, embajador en Caracas. «Si no es por mí no ganan», le dijo en un audio a Sarabia; quería un ministerio.
Todo termina en el Caribe. No por prejuicio de la élite del interior o de una negación andina del poder caribeño. Palpable en los hechos políticos, la realidad sugiere que del Caribe venezolano ha venido todo un plan, con dinero incluido, que ha cambiado la política colombiana para siempre.
Es un plan con aire caribeño, que entró por el puerto de Barranquilla, para imponer un modelo bolivariano a cambio de gas y redes de información. Con el ojo en una gran Colombia, la soñada por Bolívar, pero fallida e ilegítima.
- Pablo Uribe Ruan es consultor y analista. MPhil en la Universidad de Oxford. Antes, editor internacional de El Nuevo Siglo
Artículo publicado en el diario El Debate de España
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional