Conscientemente trato en mis interrelaciones de no juzgar al ausente y de alejarme de la vocinglería perniciosa, para uno mismo, y degradante y embrutecedora, para la sociedad.
Por otra parte, no puedo dejar de reconocer la existencia de una categoría que me fue revelada en el mundo petrolero y he observado también en los mundos políticos y académicos. Hablamos de las “nulidades consagradas”. Son aquellos seres sobre los cuales se tejen leyendas y reconocimientos sin mucho análisis, por supuesto que alcanzaron algún merito en la primera hora. Sin embargo, terminan convirtiéndose en hombres corchos, grises, que flotan sobre cualquier pantano, aduladores, carecen de coraje para revelarse contra el orden injusto y su filosofía es: primero yo, segundo yo y después yo. El país primero solo de la boca para afuera. Son el inefable Juan Peña del maravilloso cuento venezolano El diente roto de Pedro Emilio Coll, en combate con los granujas.
Ponen unas caras graves esos personajes del pensar profundo y todos decimos: “guao”, pero a la hora de las actuaciones públicas, nos referimos a aquellas que demandan carácter, grandeza y coraje, se descubren como los propios dientes rotos. A estos señorones y señoronas les encanta que les pasemos la mano por la cabeza y exclamemos: ¡Oh, qué reputación les adorna!
Con toda responsabilidad caracterizo a algunos de los integrantes de la Comisión de Primaria en la categoría de nulidades consagradas y punto. No han entendido su papel histórico de hacer de las primarias un desafío al régimen para acometer el camino de la libertad que llevará a refundar el Estado, la República, que no existe. Cada día con sus indecisiones los debilitan más y se acoplan al ecosistema criminal.
El país está demolido con niños sin educación y sin defensa frente al robo más condenable: su futuro; vemos a las personas de la tercera edad muriendo solos en sus casas, los más viejos se abandonan a la muerte porque no quieren ser una carga y no ven salida familiar y política.
Mientras tanto, los dientes rotos deshojando la margarita e inclinándose a ir con el CNE: el sicario mayor del régimen. Ninguno de ellos quiere hablar de la realidad.
A problemas políticos, soluciones políticas.
La brecha del registro electoral es de 50% de los votantes, es decir, la brecha es de 10 millones a quienes se les niega su derecho humano de elegir. Ante la realidad lacerante, las primarias autogestionadas están cantadas.
Seriedad es justamente lo que necesita la política.
Con la lista “Casal” terminaríamos convalidando la cancha del régimen y legitimando a Maduro al jugar con sus reglas.
Nosotros seguiremos transitando con firmeza la ruta del coraje y de la consistencia de los principios y valores propios de un proceso liberador.
Estamos en oposición al ecosistema y a cada uno de sus actores, incluyendo a la “opolaboración”.
Piden respaldo para construir una iglesia y terminan construyendo una licorería. Primarias con el CNE es jugar en la cancha del régimen.
¡Libertad para Javier Tarazona y Emilio Negrín! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!
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