He aquí el reino que impera en mi vasto dominio
Estas son las señales de las antiguas banderas
Agujereadas por los vendavales de la discordia
Por aquí pasaron los ojos desorbitados de las hordas
Desquiciadas sedientas de implacable venganza
En estas dilatadas sabanas empalaron a los que osaron
Desafiar los dominios seculares
Del dogma
En las márgenes de estos confines
Ondearon las banderas del rey y los gritos
Estrangulados de sus súbditos harapientos
Aquí permanecemos gritando la agonía
Mientras llega el clarear del día
Seguimos siendo la promesa postergada
De las legiones de los preteridos
De los escarnecidos y vituperados
Somos los herederos del triste vilipendio
De los conventos clausurados
De la paz de los sepulcros y los jardines
Marchitos
Esta tierra se ha secado
Y de sus entrañas brotan espinos
En cuyo seno brotan crucificados
Horizontales irguiéndose hacia las orillas
Del mundo.
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