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En defensa de José Antonio Páez, el restaurador de la República de Venezuela y amigo de los estadounidenses

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Para 1824, Estados Unidos ya cuenta con un Consulado en Maracaibo. Venezuela formaba aún parte de la Gran Colombia. Pocos años después de la separación, en 1835, el encargado de Negocios John G. S. Williamson presenta sus cartas credenciales ante el gobierno de José Antonio Páez e inician oficialmente las relaciones diplomáticas con la República de Venezuela recién conformada.

Páez es el fundador del Estado venezolano y mucha de su inspiración, está en Estados UInidos: “Durante los últimos sucesos de Venezuela, los periódicos de los Estados Unidos, crónicas que bastan para escribir la historia universal de los tiempos modernos, se habían ocupado con marcado interés en la lucha que yo sostenía en defensa de la soberanía popular, y se mostraron después indignados viendo la conducta seguida por mis enemigos cuando tuve la desgracia de caer en sus manos”, escribe en su biografía el general Antonio Páez.

Quiero hacer la salvedad de que para mí Páez tiene un lugar por ocupar en la historia de Venezuela. Un sitial de honor, pues Páez escucha el clamor del país, que se siente relegado, desmembrado en su gentilicio, y funda la Venezuela independiente y soberana. Es el  más grande prócer de Venezuela. Fue el restaurador de la República de Venezuela y del gentilicio venezolano y el organizador de las instituciones republicanas.

José Antonio Páez quizás es, después de Bolívar, la figura más notable del proceso histórico de la Independencia. Contribuye a ello no sólo su participación en la contienda como el guerrero que pudo incorporar decisoria fuerza llanera a las filas patriotas sino también el hecho de convertirse, como primer presidente de la República de Venezuela al suscitarse el desmembramiento de la Gran Colombia, en el dirigente político y el estadista civilista del nuevo Estado.

Durante el oprobioso periodo del presidente Chávez y el socialismo bolivariano, aquel llegó a afirmar que Páez, el creador del Estado venezolano, era un traidor. ¿Traidor de qué? La Gran Colombia, además de ser un proyecto inviable, insostenible, era absolutamente carcomido por la corrupción.

Una carta de Páez a Bolívar refiriéndose a la inviabilidad de la Gran Colombia y a la corrupción de su Presidente, que era Santander, con fecha de octubre de 1825, expresa la situación: “Usted se abismará en ver las personas que dirigen su país. Son de la especie que en cualquier otra parte en que hubiese moral pública ocuparían el lugar más inferior, y muchos de ellos ocuparían un presidio por sus crímenes; más por desgracia no es así. Ellos manejan a su antojo las elecciones, señalan al primer magistrado de la República… toman al instante un empleíto y otras mil cosas… Entonces me parece que se puede asegurar que este país necesita otra cosa distinta de la presente que establezca el orden, le dé cabida consideración a los que la merecen e imponga silencio a los tramoyistas.”

Venezuela casi desaparece como entidad soberana cuando Bolívar la incorpora a la Nueva Granada y a Ecuador, quedando en Bogotá, por disposición del Congreso de 1821, la capital de la nueva nación que en honor del descubridor se llamó Colombia y colombianos sus habitantes. La política exterior de la Gran Colombia resultó un fracaso, y su pretensión de ocupar Cuba y Puerto Rico para anexarlas a la República también se vieron neutralizadas por la negativa del gobierno estadounidense.

El hoy fallecido ex presidente Hugo Chavez llegó  a decir por televisión: «Páez fue el corrupto más grande de la historia venezolana (…) Voy a quitar a Páez de mi despacho. No voy a destruir la obra porque es de Tito Salas, pero mi general Páez no merece estar en el despacho presidencial junto a Bolívar y Sucre, pues fue un traidor. Duele decirlo, pero sí fue un traidor».

Los socialistas dicen que Páez traicionó al Libertador por orden o para favorecer «al imperio» norteamericano (un imperio que no existía aún).

Los detractores de Páez ven la separación de Venezuela como una traición al sueño bolivariano de una Colombia unida.

El sueño de Bolívar era unir las provincias liberadas de España en un sólo estado: la Gran Colombia, que estaba conformada por los actuales territorios de Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá. Cuando la guerra contra España finalizó, los federalismos y regionalismos comenzaron a resurgir.

¿Qué fue lo que hizo Páez? Tomar la iniciativa de actuar con el fin de torcer el rumbo de los acontecimientos en una dirección diferente. Bolívar no estaba en Venezuela, vhabía partido en agosto del 1821 después de la Batalla de Carabobo, inicia sus campañas del Sur y volverá a Venezuela en 1826. Santander era el Vicepresidente de la Gran Colombia y Páez era el comandante militar de Venezuela. Páez no era bien visto por Santander. Había diferencias entre ellos.

Un momento culminante de la muestra del apoyo de Estados Unidos a Páez resulta en los los acontecimientos de 1848 en el Congreso y el alzamiento de Páez contra Monagas que generan todo tipo de reacciones en la representación estadounidense.

A comienzos de 1848, en el Congreso se discutía enjuiciar al presidente José Tadeo Monagas por hechos violatorios de la constitución. Se le acusaba de haber ejercido facultades extraordinarias ilegalmente, emplear la fuerza armada sin consentimiento del Consejo de Gobierno y de haber ejercido la administración fuera de la capital. Esto trajo como resultado una fuerte disputa política entre el gobierno de José Tadeo Monagas, del Partido Liberal, y José Antonio Páez, apoyado por el Partido Conservador.

El encargado de Negocios de aquel entonces, Benjamin G. Shields, le comunica al secretario de Estado la necesidad de enviar una flota naval con un contingente de hombres armados para proteger a los ciudadanos estadounidenses de la convulsión interna.

Las críticas a Monagas son contundentes desde el primer momento. Shields dibuja a una Venezuela turbulenta, corrupta e inestable bajo el mandato del oriental. Más allá de la preocupación legítima por la seguridad de sus ciudadanos, se puede percibir un movimiento enfocado en apoyar a Páez.

Hay un sector de historiadores de izquierda venezolana que lanzan la hipótesis sobre que los planes nunca revelados de Páez y el embajador norteamericano Shields en 1848 es que el Congreso venezolano, reunido en Puerto Cabello para destituir a Monagas, preparara una petición formal de anexión de Venezuela a Estados Unidos, de las que previas peticiones de intervención de Shields y de la ciudad de Maracaibo al gobierno norteamericano fueron pasos preparatorios. Aunque llena de la novelocidad propia de los historiadores de izquierda que busca presentar a José Antonio Páez como el Sam Houston de estas regiones, demuestra que efectivamente los sectores colectivistas intelectuales, ven en Páez el restaurador de la República de Venezuela, alguien apoyado por los estadounidenses.

Narra Besson en su Historia del Zulia: Los diputados adictos al general Páez habían sostenido una reunión secreta el 19 de enero de 1848 y allí juraron solemnemente que, al instalarse la Cámara en sesión especial, se procedería a la formación de causa contra el presidente de la República, ciudadano José Tadeo Monagas, por infracción de las leyes, presentada por la Diputación Provincial de Caracas. Tras de lo que se procedería a su destitución. Antes se decidiría la traslación del cuerpo legislativo a Puerto Cabello.

Es lógica la escogencia de Puerto Cabello para una acción Páez: es el puerto de salida de Valencia, la segunda ciudad en importancia de Venezuela, en algunos sentidos la primera y la ciudad del paecismo, de La Cosiata que destituyó a Bolívar. Ahora el general Páez está decidido a derrocar al que llamó al hacerlo presidente «el hombre de las circunstancias».

¿Pero por qué Estados Unidos llega apoyar así a Páez?

La respuesta está unos años antes.

En 1825, comenzaron a surgir una serie de críticas hacia Santander que era el vicepresidente de la Gran Colombia, pues muchos sectores no aprobaban algunos aspectos de su gestión. Se iniciaron las discusiones y desacuerdos políticos: los venezolanos no estaban conformes con la designación de Bogotá como principal centro político y económico. Bolívar escogió o dejó que se escogiera a Bogotá como capital de la Gran Colombia y no Caracas, su pueblo natal. Los neogranadinos sentían recelo por la importancia que habían adquirido los militares venezolanos. Los ecuatorianos, por su parte, denunciaron ser ignorados en la asignación de los cargos en la administración del gobierno central.

Se inició así, el proceso de decadencia de la Gran Colombia.

Mientras Bolívar estaba enfrascado en las campañas militares en el Perú, le era imposible llevar a cabo sus funciones y deberes como presidente de la Gran Colombia. Como resultado, el centro del Poder Ejecutivo estaba en Bogotá bajo el liderazgo del vicepresidente Francisco de Paula Santander, desde Nueva Granada (lo que correspondería hoy en día a Colombia y Panamá).

Mientras que para algunos líderes, la Gran Colombia era sólo una necesidad militar, constituido por las necesidades de la guerra, para otros era una entidad administrativa real. Así, la confusión creció entre el gobierno central en Bogotá y las provincias y municipalidades. Esto incomodó a Páez y a otros políticos venezolanos. Páez se enfrenta al Congreso que está en Bogotá.

La denuncia con vehemencia en Venezuela del maltrato legalista que hacían los civilistas granadinos a los venezolanos en Bogotá y las ideas de rebelión, violencia y atropello a los intereses venezolanos se fueron difundiendo por Valencia y otros pueblos; este movimiento ha sido llamado de «La Cosiata», y fue el que inició frontalmente la separación venezolana de la Gran Colombia. Se estimuló así un sentimiento de identidad venezolana y de oposición al gobierno manejado por Santander desde Bogotá.

Don Fernando de Peñalver escribía en 1823: «Es una verdad que nadie podría negar, que la tranquilidad de que ha disfrutado Venezuela desde que la ocuparon nuestras armas, se ha debido al general Páez, y también lo es, que si él se alejase de su suelo, quedaría expuesto a que se hiciese la explosión, pues sólo falta, para que suceda esta desgracia que se apliquen las mechas a la mina».

Peñalver fue de los primeros en comprender la importantísima función que Páez ejercía en Venezuela, a pesar de que, como había dicho en 1821, sólo existía «un pueblo compuesto de distintas castas y colores, acostumbrado al despotismo y a la superstición, sumamente ignorante, pobre, y lleno al mismo tiempo de los vicios del gobierno español, y de los que habían nacido en los diez años de revolución», y creía el fiel amigo de Bolívar, que la República «necesitaba por mucho tiempo de un conductor virtuoso, cuyo ejemplo sirviese de modelo, particularmente a los que habían hecho servicios importantes y que por esta razón se consideraban con derechos que no tenían, ni podían pertenecer a ninguna persona».

Páez, viendo que la idea separatista tenía muchos seguidores, y que hasta había peligro de que se turbase el orden, si la combatía, regresó a Caracas en los últimos días del año y escribió a Bolívar diciéndole que no se empañase en contrarias a los venezolanos, que el país entero, si se le atacaba, se cubriría de guerrillas y que en último caso, se entregaría a España, antes que continuar dependiendo de Bogotá.

Resuelto el general Páez a desconocer el gobierno central, organizó el 13 de enero de 1830 lo que sería el fin de la Gran Colombia. El 20 de enero fue instalado el Congreso llamado Admirable, la asamblea inició actividades con gran solemnidad, con la asistencia de 47 diputados, estando integrada por destacadas personalidades.

El general Páez logró fisurar toda la estructura política y militar del Libertador, sin contrariarlo, sin llegar a ser enemigos y siendo él quien hizo los honores al Libertador después de fallecido.

Y de ese Congreso sale la siguiente proclama, donde Páez, consciente de que se dice que tiene potencias extranjeras detrás de sus intereses, en alusión a Estados Unidos, dice que no es así: “Por vuestro voto unánime ha separado Venezuela su administración de la que antes tuvo unida con el resto del territorio de Colombia, y por el mismo me he encargado provisionalmente del orden y la tranquilidad del Estado hasta la reunión de la Convención Venezolana. No tengo más garantía de vosotros que la sinceridad que considero en vuestros sentimientos, emitidos sin ningún influjo de algún poder extraño; ni vosotros habéis recibido de mí otra que mi voluntario comprometimiento a protegeros contra toda violencia que intente sofocaros. Estamos, sin embargo, perfectamente unidos en dos puntos esenciales, que son: la convicción de que la vida política de Venezuela, su bienestar y su prosperidad consisten en la separación, y que el influjo del general Bolívar perjudicaría a la nueva organización. Vuestra resolución os ha impuesto el deber de no omitir sacrificios para conseguirla: vuestro celo, reposo, bienes, y aún vuestra sangre, son propiedad de la patria si la necesidad llegase a ser extrema, y a mi promesa están unidas mi reputación, las glorias que he buscado con fatiga, y que he encontrado en medio de grandes peligros, y los bienes que la patria me ha dado en reconocimiento a mis servicios. Todo está empeñado en la empresa de fijar de un modo permanente las bases de nuestra libertad, asegurando para nosotros y para las generaciones que nos han de suceder las bendiciones de un gobierno popular, en que las garantías del ciudadano sean tan fuertes como el poder, y en que la sociedad de Venezuela no quede expuesta a los caprichos de alguna persona o familia. Al frente del ejército me hallaréis cumpliendo mis deberes como soldado, y defendiendo mis derechos como el más celoso republicano. Si la desgracia pone la victoria en las manos de algún invasor, acordaos de la palabra que os doy, que no gozará de los frutos de su triunfo fatal sino pasando sobre mí cadáver, porque estoy resuelto a no sobrevivir.

¡Venezolanos! Debo informaros con franqueza del estado de nuestra existencia política; ella peligra si no sois más fuertes que la intriga, la calumnia y el poder de la ambición. La convención reunida en Bogotá por orden del general Bolívar, despreciando vuestros votos, ha declarado que la ley fundamental la unión es indestructible, encargando al mismo general Bolívar de conservar la integridad del territorio: el general Bolívar ha aceptado voluntariamente la odiosa misión, después de haber reasignado el mando supremo, y marcha con un ejército a someter el valor indomable de Venezuela.

Trae su espada dirigida sobre el corazón de la madre que le dio el ser, y le pretende ocultar el veneno de la venganza que encierra en su pecho con el velo de la obediencia y sumisión a la voluntad nacional. Empleará la astucia para sorprenderlos y seduciros, si esta fuese eficaz, empleará más inútilmente la fuerza. ¿y quién podrá culpar vuestra defensa? Los agresores exterminarán para establecerse, nosotros para conservarnos. El mundo civilizado echará sobre su frente el crimen de la sangre que se derrame, y conocerá la justicia de nuestro furor en el combate. José Antonio Páez”.

El 13 de enero de 1830 el general Páez había formado un gabinete en absoluta desobediencia al poder central, dado que en noviembre de 1829 las autoridades del Departamento de Venezuela habían desautorizado el mando del Libertador al frente del gobierno. Ahora, en víspera de celebrarse el Congreso Constituyente de Valencia que sancionaría una nueva Constitución, Páez dirige esta proclama desde San Carlos donde ha marchado con el Ejército Restaurador en espera de noticias de una fuerza expedicionaria mandada desde Bogotá 106. (José Antonio, Páez, Autobiografía, Tomo II, Ministerio de Educación Nacional, Nueva York, 1946, p, 51)

Páez asciende al poder y Estados Unidos apoya a los venezolanos en su movimiento de restauración. Así, el primer periodo de 1831 a 1835 fue de moralidad, rectitud, orden y economía. Páez, a quien en materia de probidad fiscal se tiene por intachable, era un hombre de gran sagacidad y de una ductilidad singular para adaptarse a las circunstancias siempre en provecho de su autoridad, hasta donde ellas la hacían posible.

En este periodo el gobierno hace esfuerzos internacionales para restablecer el comercio que, dado el cambio que trajo la independencia, se resintió severamente. En 1834 el Congreso de la República sanciona la llamada Ley del 10 de abril de 1834, que favorece la relación entre los particulares en el momento de fijar intereses por préstamos. Esta ley, de corte liberal trajo, según sus autores un repunte de la economía, y según otros, todo lo contrario.

Esta ley, junto con la organización de la recaudación fiscal, la eliminación del diezmo que se le exigía a los agricultores entregar a la Iglesia Católica, y la paz política alcanzada alrededor de Páez, condujo a que las cifras económicas del primer gobierno del llanero fuesen muy favorables.

En este primer ejercicio de gobierno constitucional del general Páez se condujo la Hacienda Pública con rigor, la deuda externa descendió y las exportaciones subieron durante los cuatro años de su gobierno.

Lo expuesto, gracias a que José Antonio Páez se rodeó de personas influyentes, que le apoyaron y guiaron en sus propósitos.

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