Si hay la obligación de describir el sistema que impera en Venezuela, sólo podríamos hacerlo con una palabra y esa es: caos.
Sí, sólo el caos puede describir con precisión lo que está ocurriendo en Venezuela, y lo que ha ocurrido a lo largo de las últimas dos décadas. Por 24 años, el socialismo se ha encargado de destruir todo lo que toca.
La destrucción de Pdvsa, el aniquilamiento de las empresas básicas de Guayana, la desaparición prácticamente de todas las zonas industriales del país, la desolación reinante en las zonas agrícolas y ganaderas de la nación; todo fue pulverizado por un modelo empobrecedor y hambreador.
Caos y más caos: es el producto final de un régimen que tuvo en su poder la más enorme riqueza de la historia venezolana, la cual despilfarró, la engulló con su insaciable apetito corrupto que tiene su expresión obscena en los tantos Rafael Ramírez y Tareck el Aissami que pululan en el régimen.
El caos es lo que vemos en las instituciones del Estado, con empleados mal pagados, con jefes corrompidos y con consolidación del imperio de la viveza y el rebusque enquistados debido a una economía que podemos resumir en la frase de “sálvese quien pueda”.
El caos salarial no solo afecta a los miles de empleados públicos en toda Venezuela sino que también golpea a los maestros, a los médicos y a muchos sectores más de una fuerza laboral prácticamente paralizada por la falta de inversión y oportunidades.
El caos venezolano lo vemos en escuelas que se caen a pedazos, en universidades que se desploman como lo que ocurre en la Universidad de Oriente (UDO) y en muchos lugares más del país.
Venezuela se derrumba, y esta realidad la padecemos en los hospitales públicos desasistidos, sin dotación, sin insumos y en medio de una aguda contaminación, como lo que ocurre en el Hospital Universitario Luis Razetti de Barcelona.
Más de 20 años y el socialismo ha sido peor que un huracán, más destructivo que la erupción de un volcán, que una guerra convencional, es un modelo que arrasó con todo y dejó a nuestra nación en la peor de las condiciones.
Es por ello que necesitamos un cambio profundo, radical y real, y todas esas características están reunidas en María Corina Machado… Es ella la indicada para salvar a Venezuela.
Ella no cree en medias tintas, ella no se queda en la excusa o en políticas diplomáticas carentes de relación con la situación venezolana, ella va más allá de eso, ella le dice al pan pan y al vino vino.
No es populista ni polarizadora y mucho menos mentirosa; o que utiliza la «posverdad» que es la palabra de moda.
Es por ello que ante el caos socialista, necesitamos un orden liberal; ante el caos de la izquierda necesitamos una línea clara dirigida en la dirección contraria. No podemos simplemente bajarle el tono al mismo color, no; por el contrario, debemos pintar con un color distinto y en un lienzo nuevo.
Por eso María Corina es la indicada para terminar con el caos socialistas.
Sin más que agregar, nos leemos la próxima semana.
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