Los turcos votaban este domingo en la segunda vuelta de los comicios presidenciales, en los que el actual presidente, el islamista Recep Tayyip Erdogan, busca la reelección tras 20 años en el poder, frente al socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu.
Erdogan, al frente del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamoconservador) votó a mediodía en un barrio conservador de Estambul.
«Ningún país del mundo tiene una tasa de participación del 90% y Turquía casi la ha alcanzado. Hago un llamado a mis conciudadanos para que acudan a votar sin vacilar», declaró el dirigente, de 69 años, que parte con una clara ventaja en esta inédita segunda vuelta.
El candidato opositor, al frente de una coalición de seis partidos, votó por su parte en Ankara, la capital del país, donde invitó a sus seguidores a permanecer cerca de las urnas tras el cierre de los colegios electores para vigilar el recuento.
«Para traer una verdadera democracia y la libertad a este país y deshacernos de un gobierno autoritario, invito a todos los ciudadanos a votar», dijo Kiliçdaroglu, de 74 años.
Los colegios electorales abrieron a las 8:00 con largas filas y cerrarán a las 17:00 hora local.
En total, 60 millones de turcos podrán decidir si extienden cinco años más el mandato de Erdogan. En la primera ronda el 14 de mayo, el dirigente obtuvo el 49,5% de los sufragios.
Kiliçdaroglu, quien preside el Partido Republicano del Pueblo (CHP, laico), ocupó en cambio el segundo lugar con 45% de los votos.
Los comicios en Turquía, de 85 millones de habitantes y miembro de la OTAN, son observados de cerca tanto por las potencias occidentales como por los países de Oriente Medio debido a su papel geopolítico clave.
Dos visiones de país
Es «importante conservar lo que se adquirió en los últimos veinte años en Turquía», bajo el mandato de Erdogan, declaró Mehmet Emin Ayaz, un empresario de 64 años, en Ankara.
Aysen Gunday, una jubilada de 61 años, consideró al contrario que las elecciones eran un «referéndum» y declaró haber votado por Kiliçdaroglu.
Dos visiones del país se enfrentan en estas elecciones.
Por un lado, Kiliçdaroglu promete restaurar la democracia, la independencia de la justicia y de la prensa.
Por el otro, el presidente Erdogan encarna la promesa de estabilidad, a pesar de que su consolidación en el poder rivaliza con la de los sultanes otomanos.
La ventaja de Erdogan en la primera vuelta se consiguió a pesar de la importante inflación que golpea el país -superó el 85% en otoño- y el devastador terremoto que azotó la nación hace tres meses.
El socialdemócrata Kiliçdaroglu no logró aprovechar la crisis económica que está haciendo mella en los hogares y los jóvenes turcos.
Lidera una coalición de partidos que abarca desde la derecha nacionalista hasta el centro-izquierda liberal y que recibió el respaldo del partido prokurdo HDP.
Tras la primera vuelta, Kiliçdaroglu apareció más ofensivo y menos sonriente que al inicio de su campaña.
Al carecer de acceso a los principales medios de comunicación, batalló en Twitter mientras sus partidarios trataban de movilizar a los votantes yendo de puerta en puerta.
En juego estaban 8,3 millones de electores que no votaron hace dos semanas, pese a una cifra de participación del 87%.
Un millón de observadores
Erdogan, que ya goza de una mayoría en el Parlamento, multiplicó los encuentros y basó su campaña en las transformaciones que trajo al país desde que llegó al poder como primer ministro en 2003, y luego como presidente desde 2014.
El presidente ha subido el salario mínimo tres veces en un año y ha multiplicado sus promesas de campaña, como las becas gratuitas prometidas en el último minuto a los estudiantes de luto tras el terremoto.
«Votaré por Erdogan. No hay nadie como él», dijo Emir Bilgin, de 24 años, en un colegio electoral de un barrio obrero de Estambul.
En Ankara, Zerrin Alan, de 55 años, declaró que estaba «tan emocionada (que) no podía dormir». «Espero que estas elecciones no estén amañadas», añadió antes de emitir su voto.
Para ello, la oposición prevé desplegar «cinco observadores por urna», es decir, un total de un millón de personas para vigilar el escrutinio.
Salvo sorpresa, los resultados se esperan para el domingo por la noche.
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