El mercado por sí solo podría arreglar y ordenar la economía, solo si estuviéramos en una situación ideal de reglas de juego claras y estables. Que no es nuestro caso en Venezuela, que no terminó siendo ni una economía de mercado propiamente dicha, ni una economía totalmente estatizada… también propiamente dicha.
Se usó como referencia el modelo chino, de “un país, dos sistemas” perdiendo de vista que no somos chinos. No solo por la abismal diferencia cultural, sino porque nuestra infraestructura económica está muy deteriorada, y solo nos queda la capa comercial/ transaccional que es la que hemos explotado el año pasado, y que se agotó, como era de esperarse. Todo fue muy superficial y con muy baja sustentabilidad.
Pese a la prédica (que personalmente sostuve) de usar ese impulso para profundizar esa actividad y llevarla a niveles de mayor utilización de capacidad instalada de planta (que también, por cierto, algo se logró), no se hizo y, así como creció como la espuma, también se desinfló como la espuma.
Porque lo que realmente ocurrió fue una estrategia defensiva de dejar que las cosas ocurran, liberando las opciones (aunque no totalmente) y ver un poco qué pasaba. Y, como era natural, como la moneda de hecho era el dólar, pues se dolarizó la economía y se produjo una mezcla de situaciones donde el cliente pagaba con un billete de dólar y el comerciante le daba el vuelto en bolívares con pago móvil. Todas soluciones ad hoc, resultantes de pruebas y error que comenzaron sin vueltos en dinero sino en chicles y chocolates. Como ya era costumbre aplicamos la de “como vaya viniendo, vamos viendo” … y así nos va.
Y claro… la cantidad de dólares en la economía no eran tantos, y los bolívares tampoco, por lo que llegamos a un punto en el que, sin crédito, la economía comenzó a frenarse, trayéndonos a dónde estamos ahora, con un deslizamiento fuerte hacia la recesión… con inflación… porque, pese a la falta de medios para pagar y consumir, esa demanda, por pequeña y limitada que fuera, siempre superaba a la oferta, construyendo la inflación estructural, por falta de oferta.
Que también se disimuló con la apertura de las importaciones produciendo una sensación de bienestar; porque la falta de oferta producida nacionalmente, fue sustituida por oferta importada de bienes y servicios, tratando de ponerse a la altura de la capacidad de demanda. Es lo que yo llamaba la capa superficial de la economía, comercial, transaccional de última milla, que hacía que se importara, se vendiera y se volviera a importar. Pero, como la capacidad de demanda era limitada, cada vuelta del ciclo de importación y venta, era menor; hasta que llegamos a acumular inventarios primero, importar menos después, achicar o cerrar locales, y regresar finalmente a nuestro estado natural.
Entonces el tema es si vamos a terminar de desregular o no vamos a hacerlo. Porque el interregno en el que nos encontramos es realmente perjudicial. Hoy, a diferencia del pasado donde mal que mal podíamos saber qué estaba pasado y cuáles podían ser los futuros posibles, realmente, hay incertidumbre.
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Político
El gobierno, desde las gradas, observa como la oposición va desplegando su juego de cara a unas primarias primero, y unas presidenciales después. Mira el juego e interviene con un toque aquí y otro allá, como factores de corrección, de forma tal de mantener las expectativas dentro de un rango que no sea amenazante para el esquema de poder imperante, total y absolutamente en manos del chavismo. Sin un solo resquicio fuera de su ámbito de control.
Adicionalmente, desde la tribuna, también puede decidir –y de hecho lo hace- los tiempos, y el tamaño de la cancha. Así como puede cambiar las reglas, eliminando algunas y colocando otras nuevas, y definiendo quién juega y quién no, así como generando referencias duras y comprobables, para desalentar al votante opositor. Porque dentro del control absoluto, hay que contar al CNE, poder del Estado, árbitro electoral y proveedor de los sistemas de votación electrónica, también bajo su control.
Entonces, la estrategia opositora, tiene un primer propósito que es el de ordenarse internamente, y un segundo que es intentar buscar un cambio en el poder jugando en la cancha que les mencionaba más arriba.
Para lograr el primer propósito, tendrán que tener mayor sensibilidad política y social, porque, tal como van las cosas, parece un juego de tronos (que aún no tienen) sin contar con las bases y creyendo que con solo las primarias todo estará resuelto. Y resulta que hay tanta disparidad de criterios entre los dirigentes, y tanta desconfianza en las bases, que difícilmente lograrán un resultado representativo y que cuente con apoyo popular. Todo anticipa tanta o más abstención que en el pasado… para beneficio del gobierno que cuenta con un núcleo duro del orden de los 3 millones de votos; mientras que en el registro electoral hay más de 4 millones de inscritos que hoy están fuera del país… y que son mayormente opositores.
Escucho a analistas y politólogos, principalmente opositores, hablar de rescatar la institución del voto, como si allí estuviera el problema. Y no está allí, porque para el venezolano, la dinámica y el hecho de votar son características que lo definen, y que no se pierden… es como “andar en bicicleta” … rápidamente pueden volver a hacerlo sin tanto análisis ni presión.
Porque el verdadero problema está en la desconfianza que tienen las bases sobre sus dirigentes, los consideran oportunistas y acomodaticios, que no se solidarizan con la tragedia social que viven 21 millones de venezolanos y que solo se preocupan por sus relaciones con el poder… con el actual para sobrellevar lo que vivimos, y con el futuro, que, a este paso, difícilmente recuperen.
Si hubiera algún dirigente opositor que hiciera la diferencia, no le quepa a nadie la menor duda de que la gente tomaría el riesgo de salir a votar… porque creen en el voto y saben cómo se hace… lo que falta es: por quién votar.
No olviden que siempre podemos estar “Guatepeor”.
Social
No debemos perder de vista que la pobreza no puede ni debe ser ocultada. Debería ser parte del discurso diario del gobierno, y una parte importante de la inversión social de las empresas. Estamos hablando de al menos 21 millones de personas que están fuera de la actividad económica y que solo subsisten por las ayudas que aun proporciona el estado, las ONG que trabajan en forma incansable, los limitados programas de responsabilidad social de las empresas, y lo poco que puedan conseguir en la calle, ya sea caridad ya sea limosna. Ya sea algún trabajo eventual y puntual que puedan conseguir, y, en extremo, pero más frecuente y visible cada vez, la búsqueda en la basura de aquellos que pueden desechar algo.
Según estadísticas recientes, la pobreza en Venezuela sigue siendo un problema crítico en 2023, donde la mayoría de la población aún vive en la pobreza, con más de 53% viviendo por debajo de la línea de pobreza extrema, siendo la inflación alta y persistente la razón principal de la alta clasificación del país en el índice de miseria. Si no hay cambios significativos en las políticas públicas y programas sociales, muchos venezolanos seguirán careciendo de las herramientas necesarias para acceder al crecimiento económico cuando este sea posible. Para ayudar a aliviar la crisis de pobreza en Venezuela, el gobierno debe priorizar la implementación de políticas públicas y programas sociales efectivos que aborden las causas profundas de la pobreza.
Lo que sí está claro es que las estrategias de atención a la pobreza, desde lo público y desde lo privado, no pueden aplicarse con el criterio de perpetuar la pobreza. No puede ser un enfoque de que se mejoren algunos ángulos, pero que el pobre siga siendo pobre.
Por el contrario, la única manera de sacar efectivamente gente de la pobreza en con un aumento en la actividad económica siguiendo una ecuación que vengo impulsando desde hace varios años, que es que, por cada punto del PIB que se recupere, debe bajarse, al menos, un cuarto de punto de pobreza.
Entonces, la mejor estrategia contra la pobreza, es buscar la reactivación económica en términos reales y concretos, no con manejos en el velo monetario, sino dirigiéndonos a la economía real, capaz de generar empleos sólidos que sirvan para la planificación del futuro de las familias, como base de nuestra sociedad.
Porque ya tuvimos la oportunidad de ver cómo, si el aumento de la actividad se da solo en la capa transaccional, absorbe rápidamente parqueros, mesoneros, cocineros, dependientes de atención al público, y en general todo los relacionado con esa capa; los cuales, al explotar la burbuja, cierran de un día para otro, y toda esa gente queda en la calle. Gracias a Dios por ese pequeño espacio de oportunidad que pudieron aprovechar algunos… pero que tristeza que haya durado tan poco, y que solo haya ocurrido en la superficie, casi sin anclaje en la economía permanente.
Económico
El tema de la semana parece ser la “desdolarización”… o sea, me imagino, desandar el camino andado. Yo les comentaba sobre la pulseada entre el mercado, supuestamente impulsado por el neo chavismo, y el regreso al Plan de la Patria del chavismo clásico, si es que algo así existe.
El uso de una moneda local, que se apoya en otra moneda de reserva, requiere de un manejo técnico de la economía monetaria muy especializado, y, principalmente desideologizado. Algo que en los últimos años ha estado ausente, no solo por la cantidad de “inventos” fantasiosos que no funcionaron, sino por la ausencia de profesionales formados en esa materia; no me refiero a las bases de las instituciones, sino a los tomadores de decisiones quienes, no solo no tienen los estudios requeridos para tomar las decisiones que toman, sino que se basaron en la gigantesca red de protección que significó el inmenso ingreso petrolero, que iba absorbiendo los costos de los errores de política, tal como el famoso uso de las “reservas excedentarias”.
Jugando con el dinero de los demás, porque si hubiera sido el propio, hace tiempo que hubieran quebrado… o peor, porque el abuso de endeudamiento, hubiera llevado a los accionistas a la cárcel.
La introducción anterior es para poner en contexto la necesidad de hacer un corte y evaluar la situación monetaria tal como está, sin preguntarnos mucho cómo es que llegamos hasta aquí, que podríamos decir que fue en forma reactiva y como resultado de la homeostasis que hace que los seres vivos vayan buscando adaptarse y mimetizarse a las condiciones que el entorno les va presentado.
Porque la preocupación es la lectura ideológica de abandonar el dólar, por ser imperialista, como un salto al vacío; porque saliendo del dólar, no tenemos a dónde aterrizar… no tenemos una moneda de llegada. Porque a la nuestra ya la perdimos hace tiempo, y solo sería “recuperable” si nuestra economía volviera a remontar la cuesta que descendimos desde el 2014, y que todo indica que, después de una meseta de más o menos un año, pareciera que seguiremos descendiéndola un poco más.
Y logramos salir del problema inclinándonos al mercado y permitiendo que el dólar circulara, y los precios se formaran razonablemente bien… claro… era sencillo: costo de importación + ganancia = precio. Y, aún así, volvimos a caer en una situación borderliner a la que supimos tener. Entonces, si ya agotamos las opciones anteriores, cuáles opciones nos quedan para evitar caer en lo mismo de antes.
Necesariamente deberían formalizar el uso del dólar, declarándolo (tal vez junto con otras monedas para que no se note tanto) de curso legal, conviviendo con el bolívar, y evitando el juego macabro del arbitraje cambiario y la especulación tributaria. Y como nuestro problema estructural sigue siendo la falta de oferta de bienes y servicios, traspasar al sector privado toda entidad empresarial que hoy esté en manos del Estado, para que sea mejor gerenciada.
Una estrategia de privatización que permita el rescate de las empresas rescatables, y el cierre y liquidación de las que no sean viables… y terminar con el tema de las empresas “eternas sobrevivientes” que tanto daño nos están haciendo.
Porque la red de seguridad de los ingresos petroleros que nos “protegía” de los errores, ya no está más, y no volverá en muchos, pero muchos años.
Si “desdolarizamos” (cualquier cosa que eso signifique) el golpe será tan fuerte que la escasez de 2017 será un recuerdo agradable.
Internacional
La interrelación de Venezuela con el exterior está asociada al ángulo de análisis que se tome en cada caso. Cuando se habla de la crisis política y económica, tiene impacto directo sobre el resto de la región, especialmente sobre nuestros vecinos directos, así como sobre la cadena de proveedores y clientes que supimos tener; principalmente clientes, y proveedores de gobierno a través del petróleo. Y la deuda externa, bonos, Ciadi, recadi y otros.
En cuanto a lo político, la época de oro exportando la revolución, ya pasó, pues era una exportación de un intangible impulsada por los tangibles de préstamos a fondo perdido, de regalos y de acuerdos en los que siempre Venezuela quedaba mal parada. Pero eso ya pasó, y solo unos pocos reaccionarios locales en cada país se aferran al tema, pues los resultados negativos, que están a la vista para cualquiera que viva en Venezuela o que sepa lo que ocurre, hablan por sí solos, y más bien buscan desvincularse; porque no somos un buen ejemplo.
Lo anterior lleva a otro de los elementos a través de los cuales se nos percibe desde afuera, que es la polarización política, que supo ser muy fuerte en las épocas en las que el chavismo superaba el 60% de las preferencias, y que en la actualidad se encuentra entre el 15 y el 20%, según la pregunta que se haga, y la encuestadora que la haga. Y esa diferencia de pesos, se compensó con un poder interno muy fuerte que hace que ya no se nos perciba como el “empate catastrófico” del pasado, sino por un desbalance que, en algún momento, tenderá a enderezarse.
Pero tal vez el tema que ha ido adquiriendo mayor relevancia internacional es el de la migración masiva de venezolanos a otros países de la región y más allá, ha sido un tema importante en la percepción externa de Venezuela. Muchos venezolanos han buscado refugio y mejores oportunidades en países vecinos y más lejanos, lo que ha llevado a desafíos humanitarios y ha generado preocupación en algunos países receptores.
Y cuando desde afuera se preguntan las causas de esa estampida de gente, la respuesta está en lo que desde afuera se reconoce como una crisis humanitaria, con informes de escasez de alimentos, medicinas y servicios básicos. Esto ha llevado a que la comunidad internacional esté involucrada en la prestación de asistencia humanitaria y ha generado debates sobre cómo abordar esta situación.
Siempre es bueno mantener presente la perspectiva externa, pues, para los que vivimos adentro, a veces, la realidad se analiza y explica en razones de nuestro natural instinto de supervivencia, que tiende a distorsionarla y acomodarla.
Entre las cosas que ocurren ”afuera”, está la disolución del Congreso de Ecuador por parte del presidente Lasso, los rumores de choque político del presidente Petro, el aislamiento casi irreversible del presidente Fernández en Argentina, la pérdida de espacio político del presidente Boric en Chile, y la insistencia del presidente de México AMLO, de no reconocer a la presidente del Perú.
El otro tema, es la mediación del Vaticano para la paz entre Rusia y Ucrania. Es difícil lograr algo grande sin la devolución previa de los territorios invadidos. Pero lo que sí, seguro pueden lograr en conjunto con la Iglesia Ortodoxa Rusa, es alivianar las condiciones de trato a civiles y a prisioneros, y considerar en forma especial el trato a los niños. Aun en plena guerra, hay espacios para la humanidad que pueden aportar las iglesias… ojalá logren algo.
Recomendación
- Al gobierno: que presente un plan económico de alto nivel estableciendo un sentido de dirección que permita a los actores económicos comenzar a trabajar para hacer que las cosas ocurran. No solo a los actores locales, sino también a aquellos extranjeros (non US person) que identifiquen oportunidades. Para que lo anterior funcione, como mínimo, debería legalizarse el uso del dólar y traspasar al sector privado las empresas del Wstado. Y esto último, hacerlo a través del Mercado de Valores.
- A la dirigencia opositora: que trabaje en la forma de llevar a cabo las elecciones de 2024, restaurando la confianza en el CNE (con los ajustes que de común acuerdo puedan manejar), y asegurando la posibilidad de que los venezolanos en el exterior puedan votar. El resto no es tan relevante, pues todo venezolano sabe votar, y tiene claro a quien le gustaría votar. El tema es si ese(a) candidato(a) llegará a participar en las verdaderas elecciones, si no hay reglas claras y transparentes, que incluyan los dos elementos mencionados, repetiremos la profecía auto cumplida, no habrá reconocimiento internacional, y las sanciones no se levantarán.
- A la dirigencia empresarial: que se prepare para una nueva etapa recesiva, la cual podrá durar mucho o poco, dependiendo de la claridad de las reglas de juego que marque el gobierno, si será mercado o si serán controles. En todo caso, hay que buscar optimizar la cadena logística y de suministros, para llevar los costos a un nivel tecnológicamente aceptable. Y mirar al mercado con detenimiento para tratar de alinearse con las verdaderas posibilidades del consumo. Siempre teniendo en cuenta que tenemos 21 millones de pobres, y que el mercado consumidor no supera los 5 millones de personas.
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