Desperté con ansias, desesperanza, ira y frustración. El lado humano toma el poder y con él las fuertes dosis de las emociones más negativas que agobian a cada hermano venezolano todos los días de esta pesadilla. Amanecí dominado con aquello que combato cada segundo en la batalla más difícil que nos toca superar: la batalla interior.
Lo que sucede actualmente en Venezuela es indescriptible en todos sus aspectos. No es una tiranía normal ni mucho menos una dictadura conocida. Son bandas gansteriles armadas, organizadas y sanguinarias que irán contra todo aquel sin ningún tipo de remordimiento ni contemplación. Estos personajes han redefinido el concepto de dictadura en todas sus facetas. Llevaron la maldad a otro nivel. Aplastan a como de lugar a cualquiera que les haga frente seriamente y envían el mensaje tal cual lo hacía Pablo Escobar, a quien en la era más oscura del país neogranadino no le importaba a quién mandaba a matar. El mensaje era cruelmente claro: cualquiera podía ser el próximo.
Cada tic tac que pasa la situación no se suaviza. Las despedidas a los seres queridos se triplican. Parecemos convictos contando en vez de los días los “nos vemos pronto” en nuestra celda. Los carcelarios siguen perjudicando despiadadamente nuestro núcleo. La familia venezolana se fractura como una galleta en el bolsillo de un niño. Nos damos cuenta que los ideales no son la morfina que creíamos y las convicciones empiezan a ser cuestionadas cuando esos momentos se cruzan en nuestro porvenir. ¿Qué pecado habremos cometido para pasar por este calvario? Las respuestas se quedan en silencio y por la ventana empiezan a caer gotas de lágrimas.
Los métodos que tanto necesitamos para seguir combatiendo y tener la anhelada victoria hay que buscarlos cuanto antes en los libros que han sido utilizados por muchos a lo largo de la historia. Centrar y canalizar nuestras energías en internalizar que ya no son simples adversarios sino enemigos acérrimos y poderosos. Buscar la fuerza necesaria así como lo hicieron esos combatientes de la independencia que encontraron un santuario de donde tomar su fortaleza, así como las multitudes que luchan hoy por la justicia y la igualdad, buscan un refugio similar.
Aún tenemos la fuerza necesaria para seguir porque por nuestras venas corre la sangre libertaria de nuestros héroes. Aún podemos dar nuestro más sublime aliento en esta epopeya histórica que estamos librando en contra de la tiranía que quiere eternizar su maldad.
Desde cualquier espacio, podemos mantenernos firmes contra las fuerzas del miedo y la reacción y, centímetro a centímetro, tomar de nuevo la tierra en nuestras manos: valientes en la convicción de que ningún obstáculo es demasiado grande, ningún enemigo es demasiado poderoso, ninguna cordillera de desolación y muerte es insuperable.
Cada uno de nosotros ocupa un espacio de calma en medio de la turbulencia, cada uno de nosotros tiene algo que contribuir, nuestras propias murallas que cruzar si hemos de prevalecer. Las gloriosas notas de nuestro Himno Nacional son más que frases vibrantes e inmortales. Debemos afinar nuestra vista y si se tiene la valentía, los recursos y la imaginación suficiente, nada en este milagroso mundo es imposible.
Jorge Francisco Sambrano
@JorgeFSambrano
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