Una revolución no se hace con simples teorías, sino especialmente con hombres que las encarnen. Las purgas, el régimen de terror y la falta de libertad son las pruebas palpables de que no han podido formar los hombres que necesitan. No es una utopía lo que quieren conseguir; pero sí lo es perseguirlo sin los medios morales suficientes. Además, su concepto anacrónico y decimonónico del hombre los incapacita para ello.
La chavista ha sido, por decir lo menos, una gran mentira encarnada en aquel milico golpista, resentido y delirante, quien con su proyecto macabro encarnó en mala hora todos los defectos morales del venezolano. Ejemplos abundan dentro de esa gama de infamias y manipulaciones: graduar en poco tiempo a tantos jóvenes esperanzados, propiciar la preñez precoz con gastos pagos, ofrecer la bolsita de comida a cambio de una acción u omisión en favor del régimen, entregar viviendas sin títulos de propiedad y oponerse a la ley que se los otorga, al tiempo que hace otro tanto con la que favorece a muchos adultos mayores con pensiones de salud y alimentación, aunque éstas resulten paupérrima e insuficientes para cubrir los gastos mínimos de alimentación y para la protección de su salud.
Si un régimen logra convencer a alguien de que ser propietario de su vivienda es malo o inconveniente, es una perversa y gran misión maldad; nos confirma en la clara y alarmante constatación de que vivimos en un desolado infierno bolivariano. Igual ocurre cuando pretende convencer a los trabajadores con un sueldo mínimo también insuficiente y con unos cuantos bonos y cesta tiques, que además igual de insuficientes, no forman parte del salario para el momento del cálculo de las prestaciones sociales con motivo de la terminación de la relación obrero patronal o también llamada relación laboral.
Es larga la lista de tantos entuertos que el régimen exhibe y que desdicen de su supuesto “humanismo”, y por la borda echan esa peregrina idea que el muerto Hugo Chávez dejó un “legado” favorable.
¿No es acaso criminal y terrorista que la barbarie roja haya destruido al país, condenando a su pueblo a peregrinar de cola en cola por medicinas. Condenar al pueblo a peregrinar de cola en cola por comida, es terrorismo criminal de la peste roja que destruye al país? Si algo está podrido, además de los alimentos en los contenedores de basura, es justamente el concepto socialista del chavismo.
Insisto, estamos en una clara y alarmante constatación de que vivimos en un desolado infierno bolivariano; seguirán las trampas, violencia, amenazas, y ofensas del régimen militar que manda en Venezuela, y ante esa terrible, estos tiempos difíciles y sombríos, coloreados de un rojo alarmante, vale la pena esperanzarse. Contra la abulia parroquial que nos acogota, contra la tranquilidad de la indiferencia de muchos, Venezuela bien vale la pena. De allí la necesidad de recuperar la confianza en el voto como instrumento de cambio y hacia una gran coalición nacional, que no es otra cosa que la unidad de todos los factores que integran la verdadera, genuina y sincera oposición democrática venezolana
Los mismos que atacaron a la democracia venezolana, insurgiendo contra el gobierno democrático de 1992, dizque para acabar con la corrupción, la falla en los servicios públicos, y con una carga de nacionalismo-bolivariano a rabiar, hoy no hallan qué hacer para justificar tanta ineficiencia, incapacidad e incompetencia para resolver los muchos y muy graves problemas que aquejan a Venezuela. Y a esto se añade el innúmero cúmulo de casos de corrupción, que no solo han arruinado el erario, sino que además han socavado las bases los valores y los principios de la democracia.
Invasiones imaginarias, guerras y pendejadas similares, son absurdos argumentos de los mismos que pontificaban sobre la salud del enfermo terminal más sano del mundo, mientras el país hecho añicos añora un cambio de gobierno y en el modo de ver las cosas. Despertar no es solo abrir los ojos.
Mantengamos los ojos bien abiertos, miremos a todos lados, oteemos el horizonte, aspiremos los olores de la República con nariz sensible, para que veamos al país, cuesta abajo en su rodada y ayudemos en su recuperación, más allá de unos ojitos siniestros que pretender ocupar todos los espacios, recordándonos esa pesadilla instaurada desde el mismo infausto 4F.
Ni malo ni pésimo, el de Chávez ha sido el peor gobierno de toda nuestra historia republicana, y la usurpación le pisa las patas. Y comparar al muerto Chávez con Maduro, para exculpar de algún modo al difunto, es una barrabasada, otra torpeza.
Que nadie diga que nos mantuvimos en silencio, que pusimos vendas o persianas a nuestros ojos, que nos hicimos los locos, o que vimos con indiferencia la tragedia que hoy padece Venezuela.
Que podamos mirar sin vergüenza alguna, sin miedo ni odio y de frente a los ojos de nuestros hijos, de nuestra familia toda y de nuestras amistades.
Yo quiero mudarme a un mejor país, pero en el mismo sitio.
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