Un hombre con cerveza en mano grita “suéltala” mientras en el escenario corren en una pantalla imágenes de las primeras presentaciones de La Dimensión Latina.
Frente a él, una mujer de unos 70 años tararea canciones de la agrupación que vio nacer en 1972, y que anoche, en un regreso histórico con uno de sus fundadores, Óscar D’León, convirtió el Poliedro de Caracas en una pista de baile enorme, como las que se suelen ver en los barrios de la capital.
Anoche la cúpula de La Rinconada sonó al 23 de Enero, San Agustín o Catia.
Cuenta César Miguel Rondón en El libro de la salsa que, en 1976, cuando La Dimensión Latina publicó el disco Salsa brava, se convirtió en “el acontecimiento más importante de toda la música popular venezolana”, por lo que el tiempo no les alcanzaba para cumplir todos los compromisos.
Aunque crítico con la agrupación por su falta de innovación, el periodista llega a una conclusión respecto a la importancia de la banda para la salsa del país: la aparición del disco Dimensión Latina en Nueva York, el último grabado con Óscar D’León, implicaba que Venezuela no solo cultivaba su propia expresión de la salsa, sino que se encontraba en condiciones de exportarla a Nueva York y el Caribe.
De ahí quizás la euforia anoche en el Poliedro de Caracas. Los mayores de 50 años reconectaron con una época del país y los menores de 35 tuvieron la oportunidad de ver un reencuentro que tardó más de cuatro décadas. En esa ecuación el contraste de estilos de Óscar D’León y Wladimir Lozano fue esencial, anoche el primero puso la rumba y el segundo se destacó por su voz melodiosa.
“Qué lindo recordar. Estoy agradecido por mi Venezuela, por el llamado, hay que estar ahí. Nuestros amigos, hermanos, están unidos en un solo corazón, un solo abrazo. Agradezco que la vida me haya regalado una unión con gente tan hermosa”, expresó D’León sobre el reencuentro, el cual, aseguró, posiblemente conllevará a una gira internacional a cargo de Invershow, la productora del concierto.
El concierto abrió primero con La Dimensión Latina tocando cuatro temas seguidos, “Flores para tu altar” entre ellas. “Es un placer para nosotros comenzar la diversión con El Sonero del Mundo. Con mucha humildad, orgullo, llevando la bandera de Venezuela bien alto”, dijo Wladimir, vestido de blanco, igual que los demás miembros de La Dimensión Latina.
Óscar apareció con un chaleco plateado en el quinto tema, “Parampampan”, en el que improvisó pidiendo al público cuidar a Venezuela y expresando su alegría por su reunión con La Dimensión Latina. Luego siguió con “Pensando en ti”, “Llorarás”, “Cara de guabina” y “Ahí na’ma”.
En un momento El Sonero del Mundo quiso contar una anécdota que tenía con el trombonista César Monge, pero en lugar de Monge dijo Ponte, el apellido de su mánager Oswaldo, fallecido hace cuatro años. Entre lágrimas, el cantante miró al cielo para saludar al empresario que manejó por 20 años su carrera: “Se atravesó Ponte en mi mente. Dios me lo bendiga donde esté. Sé que estás arriba cruzando los dedos para que nos vaya bien de aquí en adelante y que nunca nos separemos”.
La Dimensión Latina y El Diablo de la Salsa interpretaron más de 50 temas. D’León por eso se secaba la cabeza a cada tanto y bromeaba sobre su energía, que no decayó en ningún instante del show, a pesar de sus casi 80 años. El músico suele recomendar el ejercicio y la tranquilidad mental para mantenerse saludable. “Tienen que decirme si están pasándola bien, si se escucha bien”, expresó, a lo que el público le regaló una ovación.
A mitad de concierto, El Sonero del Mundo interpretó el popular “Mata Siguaraya”, no sin antes mostrar una respiración profunda y divertida frente al público; sabe las exigencias físicas que implica el tema, de tonos altísimos. Junto a Wladimir, bailó la coreografía de “Mata Siguaraya” y cerró, apoyado por los aplausos del público, con unas notas altas para pasar luego a “Sigue tu camino”.
“Y todavía nos quedan como 50 temas por interpretar”, dijo Óscar riéndose. “Pero trataremos. Le pido a mi viejita que me dé fuerzas, para mis compañeros, para estos corazones que suenan cuando uno canta y vibran en otros países. Uno se siente comprometido con el país. Estoy comprometido con mi país, Venezuela”.
Continuó el show con un racimo de canciones seguidas: “Dile que se va a caer”, “Yo quisiera”, “Aprende conmigo”, “Tiempo”, “La piragua”, “Lluvia con nieve”, “Mi adorada”, “Taboga”, entre otras.
Cambiados de vestimenta, Óscar de negro y Wladimir de rojo, comenzaron los boleros, con la cúpula del Poliedro en luces tenues y el público con los celulares encendidos. Así vinieron “Te llamo”, “La última carta”, “Ya es tarde”, así como “Don Casimiro”, “Ariel” y “Josefa Matía”.
No quiso irse D’León sin cantar uno de los temas que más le pidió el público. Ya habían tocado más de 50, el “Alma llanera” incluido. Pero faltaba “Mi bajo y yo”, por lo que sacó su bajo e improvisó: “Qué felicidad tan grande. Tenía 47 años sin cantar con La Dimensión Latina y esta noche se me dio. El compromiso con ustedes será siempre eterno, y aunque me encuentre enfermo en alguna oportunidad, así les cantaré, así les llevaré este amor que tengo dentro de mí. En el teleprompter dice que se acabó, pero como soy amante de la música voy a seguir. La emoción invade mi cuerpo y voy a interpretar, ahora y siempre, ‘Mi bajo y yo”.
Previo a cantar de nuevo “Llorarás”, Wladimir reiteró que posiblemente habrá más actividades con La Dimensión y D’León juntos, por lo que pidió al público estar pendiente. “Esta unión será para siempre. Gracias, Dios mío, porque esto está pasando”.
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