Para mí es un honor haber sido invitado para dirigir unas palabras en este evento que da inicio formal a la Cátedra Libre Dr. Edgar Sanabria. Agradecimiento especial a la Asociación de Profesores de la Universidad Simón Bolívar y a su presidente, profesor William Anseume.
El Dr. Edgar Sanabria fue uno de esos grandes civiles venezolanos a los cuales la patria, la historia, no les rinde el merecido tributo. Casos similares encontramos en Alberto Adriani, Leopoldo Sucre Figarella, Augusto De Venanzi y muchos otros civiles que contribuyeron al progreso del país.
Egresado de abogado de la UCV, en 1935, y de Profesor Normalista del Instituto Pedagógico de Caracas, en 1936, tuvo toda una vida dedicada al servicio público como docente, Consultor Jurídico en diversos ministerios, diplomático y político. En 1958 asume la Presidencia interina de la República, luego de la caída del dictador Pérez Jiménez, para dar lugar a las elecciones democráticas que llevaron a Rómulo Betancourt a la Presidencia de la República.
En poco menos de un año, su gestión presidencial logró ponerle el ejecútese a:
- La Ley de Impuesto Complementario que elevó de 50% a 60% la tasa impositiva a las compañías petroleras
- La Ley de Universidades restituyéndole su autonomía, libertad de cátedra, mecanismo de elección de autoridades, etc.
Además, aprueba los Decretos:
- La creación del Parque Nacional el Ávila
- La creación del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas.
Temas todos de gran interés para el desarrollo educativo, social y económico del país, en un momento de gran turbulencia nacional.
Esta Cátedra que se inaugura el día de hoy permitirá en lo sucesivo tratar temas muy diversos como:
- La educación como eje de desarrollo nacional
- La libertad de expresión como base fundamental de la democracia
- El necesario equilibrio entre los poderes para la preservación de la Constitución y las Leyes
- La Seguridad Social Publica como eje de la Calidad de vida de los ciudadanos, etc.
y muchos otros más, que nos permitirán analizar y proponer soluciones a la grave crisis que atraviesa el país.
El hecho de que este acto se esté realizando en la calle, a las puertas de la Universidad Simón Bolívar (USB) –hoy intervenida – para mí tiene un simbolismo muy especial, pues representa una voz de protesta, de lucha activa, por enderezar el rumbo que el país extravió hace ya 25 años, producto del mesianismo, la demagogia, la intolerancia, la supremacía moral, la persecución a la disidencia, la violación sistemática de los derechos humanos, la corrupción, etc.
Aunque la intervención de la universidad venezolana trató de iniciarse desde el año 2000, con la USB, en la práctica dicha intervención comienza a principios del año 2001, cuando un reducido grupo de estudiantes y empleados de la Universidad Central de Venezuela (UCV), afectos al oficialismo, toman la Sala de Sesiones del Consejo Universitario de la UCV, empleando una violencia desmedida jamás vivida en nuestra Institución. El fin último de esa acción –organizada fuera de nuestras fronteras y tratando de emular la toma de la Universidad de La Habana- no era otro que propiciar la renuncia de las autoridades legalmente elegidas, presididas por mí como rector, para instaurar un nuevo gobierno universitario “nombrado en Asamblea” para poner a la universidad al “servicio” de la revolución. Es decir, al servicio de un pensamiento único. Lo mismo trataron de hacer en la UC, ULA, LUZ, UDO,… pero, una vez advertidos por mí de cuál era la situación real, estas instituciones lograron contener a tiempo e impedir hechos similares a los ocurridos en nuestra UCV.
Derrotados en esta fase inicial, por unas autoridades y una comunidad decidida a defender su Autonomía y su institucionalidad, siguieron acosos, amedrentamientos, atentados,… que igualmente fueron enfrentados y derrotados, aplicándoles las más severas sanciones disciplinarias a los cabecillas y. sobre todo, a los más violentos.
Como a través de las reglas democráticas establecidas en la Ley de Universidades y en la misma Constitución de la República Bolivariana de Venezuela no lograron alcanzar el poder en ninguna universidad, aprueban una inconstitucional Ley Orgánica de Educación dentro de la cual se viola el Artículo 109 de la Constitución, que otorga autonomía a las universidades para darse su forma de gobierno y los mecanismos de elección de sus autoridades. Al tratar las universidades de renovar sus cuadros directivos, a través de los mecanismos legalmente establecidos, comienza la judicialización de la intervención por medio del “Poder Judicial” para, a través de Amparos Constitucionales, impedir la renovación de las autoridades, cosa que persiste hasta el día de hoy.
En paralelo a esto, comienzan reducciones drásticas en el presupuesto que afectan áreas fundamentales para un funcionamiento medianamente adecuado. Se eliminan prácticamente los presupuestos de gastos de funcionamiento e inversión, las partidas de reposición de cargos, los recursos para docencia, investigación y posgrado, así como para la formación de recursos humanos a través de Becas que otorgaba de los Consejos de Desarrollo Científico y Humanístico…
No conformándose con todo esto, y ante la persistencia autonómica de las universidades, se interviene la gestión administrativa de nuestras instituciones quitándole prácticamente todas sus competencias, como el manejo de la nómina de personal, la entrega de los diferentes aportes a gremios y cajas de ahorro, se retienen los aportes del personal a caja de ahorros y otros servicios. Además, secuestran el manejo del Seguro de HCM al no entregar los aportes y finalmente concentrar el Seguro en el Ministerio, a través de un adefesio llamado SISME, que no responde a ninguna solicitud o emergencia de salud.
Finalmente, y en los últimos tiempos, se inicia -lo que para ellos parece ser la fase final de la toma- la asfixia salarial de todo el personal universitario provocando una fuga masiva de profesores, empleados y obreros, generando la descapitalización intelectual de nuestras universidades. Esto viene acompañado por una fachada maquiavélica, la Misión Universidad Bella, donde a través de empresas privadas contratadas por el gobierno y con presupuestos desconocidos, rescatan espacios y plantas físicas de universidades, que prácticamente mueren de inanición al no contar con un presupuesto adecuado para su funcionamiento y menos aún con personal, ya que sus políticas salariales les impide trasladarse a su lugar de trabajo o simplemente provocó la emigración a otro país o a otra actividad laboral.
Esto, que de manera progresiva, sostenida, sin prisa pero sin pausa, ha estado sucediendo en las universidades, ha sido más violento y mucho menos sofisticado en el resto del subsistema de educación pública venezolana. Escuelas y liceos públicos destartalados en su planta física, en su equipamiento y actualización tecnológica y sin servicios básicos elementales. Ello, sin nombrar los salarios de hambre, la persecución política, la intimidación y todo en aras de imponer un pensamiento único.
Debemos alzar nuestra voz de protesta, unir nuestros esfuerzos para impedir, lo que es su fin último, acabar con la calidad de la educación pública nacional ya que ello busca “allanar el camino de la tiranía a través de la ignorancia del pueblo”, como bien lo señaló en su momento Andrés Eloy Blanco.
No desean un pueblo educado porque, como bien indica Fernando Savater, “la educación rompe barreras. La educación es lo más subversivo que hay” y no aceptan más subversión que la que ellos generan.
Quieren destruir la labor docente, la labor educativa, porque como bien lo señaló Beltrand Russell, “los educadores son los guardianes de la civilización” y la civilidad no puede tener espacio en la tiranía.
Y, para finalizar, parafraseando a nuestro poeta, el profesor Rafael Cadenas, “la defensa la educación es inseparable de la defensa de la democracia”.
Debemos persistir en nuestra lucha, el país así lo necesita y merece. Ello nos permitirá construir el país que queremos, los que queremos a este país. Un país libre, democrático, de ascenso social, de equilibrio entre los poderes, un país para todos. El país que queremos los que queremos a este país.
Muchas gracias.
Prof. Giuseppe Giannetto, PhD.
Ex Rector de la Universidad Central de Venezuela.
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