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Sepultura al sueldo

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Venezuela fue considerado, a finales del siglo XX, uno de los países más ricos y con una mayor cuantía de recursos naturales. Hoy día se estima sea el familiar pobre de América Latina, con los índices más bajo en cualquiera de los aspectos que queramos medir. iQué  lamentable  situación la que nos ha tocado vivir! Hablando de estos bajos índices, no podemos dejar de mencionar el sueldo, y el tan esperado anuncio del pasado primero de mayo cuando el régimen decidió darle cristiana sepultura al salario de los venezolanos; índice que ha ido en sentido contrario a la arrolladora inflación  y el alto costo que vive a diario el ciudadano.

Sumado a todo este padecer deberíamos agregar la defensa del salario, realizada por aquellos sectores que les correspondería hacerla; sin embargo, eso también ha dejado de funcionar, pues dicha defensa ha pasado a las mano del propio trabajador a quien le ha tocado salir a la calle a exigir un salario digno, con el temor en algunos casos de ser vejado, encarcelado y hasta despedido. Este traspaso de funciones tiene su origen en al menos dos variables. Primero, la inoperancia de un régimen político que solo busca control y poder sin importar lo que le ocurra al ciudadano; y, segundo, la falta de institucionalidad de las organizaciones políticas y gremiales que deberían ser los garantes de esta defensa, como, por ejemplo, la antigua Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), que dejó de levantar sus banderas en favor de la democracia y los derechos del trabajador, ya que la organización fue burocratizada y disminuida por el mismo sector oficial, mientras que, por otro lado, la central aupada desde el oficialismo renunció a la independencia y la libertad sindical y se convirtió en un brazo operativo del régimen dejando al trabajador totalmente desvalido.

Este punto nos lleva a recordar a aquellos grandes líderes sindicales formados para la lucha democrática  y la defensa del salario y el trabajador, como Juan José Delpino, Bernardo Pérez Salinas, Augusto Malavé Villalba, Juan Herrera, Francisco Olivo, Luis Hurtado Higueras, Ramón Quijada, Carlos Ortega, entre otros. Todos ellos arriesgaron todo, inclusive sus vidas, en defensa del trabajador y la clase obrera venezolana. Es necesario entender que hoy día la lucha es diferente. Pocos son los dirigentes sindicales que han buscado formarse y ser realmente representantes de los trabajadores porque la vida en supervivencia les ha alcanzado, dando apertura a un  tipo de sindicalismo que, en tiempos de revolución, ha tenido que enfrentar situaciones fuera de lo común en las sociedades democráticas.

El mal manejo económico por parte del régimen y la falta de una verdadera representación sindical ha dado como consecuencia que el ingreso mínimo del país se haya fijado en 130 bolívares, es decir, unos cinco dólares y cuarenta centavos. Es un salario que roza niveles de miseria, tras la voraz devaluación de la moneda en los últimos meses, y se ubica como el más bajo de América Latina. Este salario deja al empleado público y al pensionado en niveles de mendicidad, ya que no alcanza ni para una supervivencia básica. A duras penas la empresa privada ha logrado mantener sueldos superiores a este moribundo sueldo que determina el gobierno nacional. Pero debemos seguir insistiendo, resistiendo y persistiendo, para generar un cambio que reivindique al trabajador y  le otorgue la posibilidad de recibir un salario justo para que los venezolanos, en general, podamos tener una vida mejor.

@freddyamarcano

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