«El lenguaje del poder
¿Qué hace
aquí colgada
de un fusil
la palabra
amor?»
Rafael Cadenas
(En torno a Basho y otros asuntos)
Cuando, dentro de un siglo, ya nadie recuerde más que la masa amorfa de lo que fue este negro período de la historia venezolana, tendremos un faro alumbrando la venezolanidad –tal como ella es– a través de la obra del poeta, ensayista y profesor universitario, Rafael Cadenas, quien el 24 de abril de 2023 pasó a la inmortalidad al recibir el más prestigioso premio a las letras de hispano-américa.
No es que no tengamos otros venezolanos llenándonos de orgullo e insistiendo en mostrar que se puede aspirar a la excelencia, al compromiso con los valores que nos unen; a mostrar que somos capaces de ser calibrados internacionalmente. Todos los días leemos o vemos a algún venezolano triunfar en el exterior (indistintamente de donde viva) y vencer las sombras de lo que su patria decide negarle porque así esté escrito en ese libreto ideológico de crueldad y vileza que nos han impuesto. Incluso, aquellos que utiliza el régimen para lavar su cara como son los jóvenes músicos de la orquesta sinfónica juvenil de Venezuela que estuvieron recientemente en la ONU y en la más importante sala de conciertos de Ginebra, tienen el efecto de llenarnos de la esperanza del mejor país al que aspiraremos siempre, tanto como quien a través de su testimonio fílmico no da cuenta de las injusticias y torturas a las que fue sometido su padre –y con él, toda la familia– cuando se hace un espacio en el más reputado festival de cine documental de Suiza, en la ciudad de Nyon, apenas unos días más tarde. Dentro y fuera de Venezuela, hay miles de venezolanos que muestran que el deseo de superación brota a pesar de los barrotes.
Y Rafael Cadenas cristaliza todo ello al recibir el premio Cervantes.
Hace varios años, un maestro español cuyo oficio es escribir, dijo que cuando se lee una obra literaria hay que entenderla en su dimensión más completa, pues no se trata sólo de una buena narrativa, o de un texto que supuso un punto de inflexión en las letras, o de una obra de arte disruptiva y novedosa. Se trata de un hombre o una mujer que traspasó los tiempos y que nos trae al aquí y ahora una mirada –a través de esa hendija que es su obra– de lo que fue su mundo. Así, la rotunda honestidad de Rafael Cadenas permitirá a otros ver con claridad su compromiso con la democracia por imperfecta que haya sido y vaya a ser; con la separación de poderes, con los derechos, con los espacios cívicos de expresión y tolerancia. Con la libertad.
El largo recorrido de Cadenas, cargado de rectitud e integridad, ponen de manifiesto el temple y la honestidad que lo caracterizan, y así lo han entendido sus pares, pues recordemos que puede recibir el premio cualquier autor cuya obra esté escrita total o parcialmente en castellano y ser presentado por las Academias de la Lengua, por instituciones que por su naturaleza, objetivos y contenido tengan relación con ella, o por autores premiados en convocatorias anteriores, así como por los miembros del jurado. Es decir, este galardón recibido por nuestro compatriota, el mayor de las letras en lengua castellana y que, tal como dijo el Rey Felipe VI le acredita con “todos los honores de la estirpe de Don Miguel de Cervantes Saavedra”, no es promocionado por un gobierno, al contrario, es un reconocimiento que nace de la excelencia de su obra, y de la admiración de sus colegas alrededor del mundo.
En su corto discurso, el laureado apuesta por reforzar la democracia, reinventarla y fortalecerla contra los extremismos. Citando al Quijote cuando habla de la libertad como el más preciado de todos los dones, documenta nuestro momento histórico, y él lo sabe. Este profesor universitario que gana alrededor de cuatro dólares mensuales por culpa de un sistema que castiga el conocimiento y pretende la esclavitud moral y material de sus ciudadanos, con la modestia que lo caracteriza –esa que nace del conocimiento y la certidumbre de que nuestra vida y su paso por el mundo es apenas un puntico en el universo– ha vencido sin gritos ni ofensas a la barbarie, sin estridencias pero con su dominio de la palabra; y queda su referente para que traspase los tiempos.
De ahí la importancia de esta distinción que no sólo nos debe llenar de orgullo, sino de confianza.
Esperemos que, en el país del futuro, uno despojado de caudillismos militaristas y lleno de civilidad y orgullo por esos logros que ponen a Venezuela en el escenario internacional, veamos billetes venezolanos con el modesto rostro de Rafael Cadenas impreso en ellos, y junto a él, tantos otros grandes como Andrés Bello, Teresa de la Parra, José Gregorio Hernández, Jacinto Convit, Simón Díaz, Carlos Cruz-Diez, Luis Aparicio, Carolina Herrera o aquellos que aún están por venir, y que son todos reflejo de lo mejor de nosotros.
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