Venezuela tiene décadas de desolación. La antipolítica propulsada por el establishment en los noventa catapultó a Chávez al poder, los dueños de medios y empresarios rentistas del gobierno pensando que lo podían dominar crearon un ambiente de frustración por la democracia que encajó como anillo al dedo a la estrategia del Foro de Sao Paulo. La elección de 1998 marca un hito en la historia de Venezuela: la primera acción exitosa del socialismo del siglo XXI que implementaba su estrategia de usar los medios de la democracia para llegar al poder, para desde adentro destruirla.
Poco a poco Chávez fue destruyendo la institucionalidad democrática ayudado por los mismos demócratas como la CSJ que permitió con sentencias que “admitieron la posibilidad de que mediante referéndum consultivo, el pueblo pudiera “crear” dicha instancia política no prevista ni regulada en la Constitución de 1961, para revisar la Constitución” (https://allanbrewercarias.com/wp-content/uploads/2007/08/533.-II-4-495.-LA-CONFIGURACI%C3%93N-JUDICIAL-DEL-PROCESO-CONSTITUYENTE-EN-VENEZEUAL-DE-1999.pdf).
A partir del fraude en el referéndum revocatorio se estableció la dictadura del socialismo del siglo XXI, esa que todavía algunos no se atreven a llamar tal. Desde ese momento Venezuela se convierte en un narcoestado, objetivo último del socialismo del siglo XXI: destruir la democracia para establecer en el poder a los carteles del narcotráfico, mandando en los partidos socialistas que administran el gobierno para usufructo de los primeros.
El bravo pueblo venezolano ha luchado heroicamente contra el socialismo del siglo XXI, pero los militares se dejaron cooptar por el régimen cubano y la oposición al seguir la vía electoral como único medio han permitido la consolidación del régimen que va en el camino de eternizarse como el cubano.
Maduro necesita la flexibilización del comportamiento de las democracias ante su régimen. Desde la campaña electoral de 2020, en su plataforma los demócratas postulaban esa flexibilidad con el eufemismo del diálogo como política hacia Venezuela, que significa justamente lo que se está viendo, la permisividad de Estados Unidos con Maduro. La ola izquierdista en los gobiernos latinoamericanos acentuó la rendición de los gobiernos latinoamericanos ante Maduro. Tenemos en América Latina tres dictaduras comunistas (Cuba, Nicaragua y Venezuela) y varios estados que se alinean con esta línea del socialismo del siglo XXI, a los cuales Carlos Sánchez Berzaín llama muy apropiadamente gobiernos paradictoriales:
“En el siglo XXI las Américas soportan la expansión de la dictadura de Cuba que ha impuesto su sistema en Venezuela, Bolivia y Nicaragua, pero además, ha expandido su control a gobiernos de países democráticos por medio de la operación de candidatos que cuando llegan al poder someten los Estados que representan al servicio de las dictaduras. Son los gobiernos paradictatoriales del castrochavismo, que la realidad objetiva señala hoy en Argentina, México, Chile, Colombia y Brasil”. (Gobiernos paradictatoriales en las Américas (elnacional.com)).
En consonancia con esa línea de Biden de apoyo a las dictaduras y el sostén de los “gobiernos paradictatoriales” y para colmar el narcicismo de Petro se convocó a una conferencia de cancilleres, en lo cual fracasó la convocatoria pues solamente asistieron 3 aparte del anfitrión, además del jefe de la diplomacia europea Josep Borrell (ficha de Zapatero), 17 países enviaron funcionarios de tercer nivel, excepto el inefable Biden, quien envió una robusta delegación, presidida por Juan Gonzáles, cerebro de la apertura de Obama a Cuba y defensor de la línea progresista del Partido Demócrata en el gobierno.
La conferencia fue convocada con la finalidad de darle un sello de pluralidad internacional a esa estrategia de blindaje de Maduro bajo el disfraz de una negociación en la cual Maduro aceptaría concesiones democráticas a cambio de levantamiento progresivo de las sanciones. Sin embargo, no lograron los paradictatoriales con la bendición de Biden lograr totalmente su cometido, pues “las conclusiones, sin embargo, leídas por el canciller colombiano, Álvaro Leyva, sonaron descafeinadas. Para mayor desconcierto, desde algunos países participantes se deslizó que no se acordó un documento final conjunto, sino que esos tres puntos fueron decisión unilateral de Colombia”. (https://elpais.com/america-colombia/2023-04-25/la-cumbre-sobre-venezuela-organizada-por-petro-muchas-expectativas-pocos-resultados.html). Esto explicaría la ausencia de los participantes en la lectura del comunicado final por el “canciller de las FARC”, Álvaro Leyva.
Sin embargo, es indiscutible que así sean escuetas, esas conclusiones logran el cometido de ser un primer paso para el ansiado blindaje de Maduro:
- La necesidad de crear un calendario electoral en el que haya garantías para todas las partes. Esto ya está acordado es la farsa electoral con la participación de la oposición colaboracionista.
- Retomar la mesa de diálogo que se creó en México, esta es la vía para llegar al punto anterior, además de que sea “acompañado de la aceleración de la implementación del fondo fiduciario único para inversión social en Venezuela”. Le sirve a Maduro en su necesidad de ganar tiempo y sobre todo acordará.
- El levantamiento de sanciones, que es el objetivo inmediato del régimen.
Maduro seguirá alargando las mesas de diálogos mientras sigue la dictadura, logrará el levantamiento de las sanciones (ya le autorizaron el uso del 8% de los bonos, una billonada de dólares), la oposición colaboracionista se presta a la farsa electoral lo cual lo legitimará. Nótese que Petro habla de “más democracia, cero sanciones”, hay más cuando existe algo, en Venezuela no puede haber más democracia, porque la democracia no existe. Maduro salió ganando por todos lados, no le pidieron liberación de los presos políticos, ni libertad de expresión, ni detener la corrupción, nada, solamente un cronograma electoral que ya está acordado con la oposición colaboracionista. Petro no es mediador, es el canciller de Maduro. Con una mediación sesgada pues Maduro tiene lo que quiere. Lo que se logrará es una “dictadura perfecta” al estilo de la del PRI. En definitiva, Petro y Biden blindan a Maduro pues le están dando todo a cambio de nada.
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