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Qué pasa con el Esequibo

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Ya es ampliamente conocido que  la Corte Internacional de Justicia ha resuelto una cuestión previa planteada por segunda vez por el gobierno de Nicolás Maduro, resolución que enfila, directamente, al fondo de la causa: el reconocimiento o el desconocimiento del Laudo Arbitral de 1899 de acuerdo con la demanda incoada por Guyana contra nuestro país.  Según se ha acostumbrado, solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena porque del Esequibo únicamente se habla cuando la Corte lo hace.  Del resto, todos guardan silencio. Y no precisamente por prudencia.

He observado con mucho detenimiento los diferentes textos de opinión y pronunciamientos de las academias en la materia. Tienen sobrada razón al invocar nuestros alegatos históricos y jurídicos que refuerzan nuestra legítima titularidad sobre un territorio que nos pertenece y del cual fuimos, tan injustamente, despojados. He visto nombres que por todos estos años se han empeñado en defender la causa esequibana con la suficiente autoridad moral para emitir una opinión, en el mundo político y el académico.  También he visto otros, que en los momentos que más se les requirió, cuando todavía no se había despachado la causa a La Haya, se hicieron los gafos por tres razones fundamentales: primero, no tenían nada nuevo qué decir; segundo, querían pasar agachados porque había mayoría oficialista en la Asamblea Nacional de 2010 y la de 2015 no les era garantía para un reacomodo; y, tercero, preferían y prefieren vivir de la vieja fama de expertos.  Estos son los que por estos días dictan cátedra, acaso, buscando que al fin Miraflores los contrate, porque ni pío dicen sobre la responsabilidad de Maduro y sus cancilleres en la cuestión. Esos otros nada nuevo tienen que decir, ni dicen. Es la verdad.

El problema de ahora es eminentemente procesal. Lo que no se hizo en estos años más recientes en materia de investigación histórica y jurídica, me temo, ya no hay tiempo de hacerlo. Además, son tan sólidos, irrefutables y contundentes nuestros alegatos que sólo resta llamar a un conocido experto como Manuel Donís para afinar detalles, por ejemplo. El resto es asunto de abogados litigantes, especialistas en la estrategia y la táctica judiciales, que tanto nos ha faltado. Con todo respeto, los que hubo viven de un pasado de gloria, y todavía resuena aquel testimonio que me transmitió una especialista en materia gasífera y petrolera que se acercó a la legítima Asamblea Nacional queriendo aportar, gratuitamente, sus esfuerzos en dirección a la defensa del Esequibo y de su proyección en la Fachada Atlántica. Me dijo que un afamado académico, fastidiado, señaló: “Eso está perdido”.

Hablar de ese territorio es pensar en los numerosos esfuerzos que hicimos un grupo de diputados, líderes políticos y algunos académicos para llamar la atención, con respecto a tan olvidado territorio, olvidado por razones políticas y hasta estratégicas por parte del gobierno liderado por Hugo Chávez, porque para nadie era un secreto que en Guyana había un gobierno afín con los hermanos Castro y con la revolución bolivariana, que dio pie a que volteáramos la mirada y poco a poco fueron tomando posición de un territorio que sabemos no les pertenece. Motivo que nos llevó a ver de primera mano qué pasaba en esas tierras reclamadas, y decidimos organizar una incursión para hacer un acto de soberanía en un territorio que tenemos muy claro nos pertenece. Pero que para sus habitantes no está claro a quién pertenece, sin son venezolanos, brasileños o guyaneses, pero sí está claro para ellos y para los guyaneses las cuantiosas riquezas minerales que extraen y de las que viven.

Posterior a esta incursión tres ciudadanos, dos diputados y un reconocido abogado, decidimos hacer un proyecto de ley para salvaguardar este territorio dando rango de estado al Esequibo, proyecto que fue respaldado, posteriormente, por la fracción parlamentaria opositora, pero engavetado por los diputados oficialistas, pues para ese momento no era de importancia la defensa del territorio. Esa dejadez que demostraron estos dos gobiernos de la mal llamada revolución bolivariana, permite entender el falso nacionalismo que han demostrado en sus actuaciones y en el manejo de la defensa del territorio. Muchas oportunidades de actuar en su defensa tuvieron en estos 20 años, pero intentar hacer algo cuando ya tenemos la soga al cuello es algo que está en las manos de los tribunales internacionales que se basan en las medidas cautelares que existen y no en las decisiones éticas o fueras del proceso judicial. Un ejemplo claro de la importancia de insistir, resistir y persistir. La pérdida de nuestro Esequibo puede llegar a ser  ejemplo del abandono de la lucha por lo que nos pertenece: la libertad, la democracia y el territorio nacional.

@freddyamarcano

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