
El tema del apego y el desapego ha sido tratado por los grandes filósofos y sobre todo en las corrientes religiosas, aunque en esta última no se practica correctamente, partiendo de los dirigentes que viven en la opulencia. No me refiero a una religión en especial, solo lo que vemos y la información que recibimos de los que dirigen a un grupo de la fe maltratan con sus excentricidades a sus feligreses o seguidores. No soy antirreligioso, es que la historia nos lo demuestra. Por este mismo apego a dogmas, fanatismo e hipocresía, es que las corrientes “espirituales” son atacadas por las religiones, sobre todo porque se palpa la sencillez y entrega a los semejantes, por medio de la “la compasión y la bondad”, sin predicar premios y castigos. Todo parte de una frase de Confucio: "No hagas a otros aquello que no te gustaría que te hicieran a ti". El Maestro Jesús, en el Sermón del Monte, expresó: "Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos" (Mateo: 7:12 - Apóstol del Maestro Jesús y el autor del Evangelio que lleva su nombre). El profeta Muhammad (Mahoma era miembro del clan de Háshim, de la tribu de los coraichitas - Islamismo) dijo: "Ninguno de vosotros tiene fe hasta que ame para su hermano lo que ama para sí mismo". En la Tora, esta frase se expresa en varias formas, como: "amarás a tu prójimo como a ti mismo", que implica tratar a los demás con la misma consideración y respeto que uno desea para sí mismo. El libro del Maat, y sus 42 leyes, la diosa egipcia de la verdad, justicia y orden, promueve la armonía social y el equilibrio, y este principio se refleja en la necesidad de tratar a los demás con respeto, honestidad y equidad, evitando causarles daño o sufrimiento. Lao Tse (es una importante figura de China, cuya veracidad histórica se pone en entredicho), a través del Tao Te Ching (obra fundacional del Taoísmo tradicionalmente atribuido al sabio Laozi), no expresa directamente un concepto sobre este tema, "Wu Wei", la acción sin esfuerzo o la no interferencia, sugiere que actuar con armonía y respeto hacia los demás, aboga por el equilibrio, tanto interna como externamente, evitando la imposición y la coerción, es la forma más efectiva de interactuar con el mundo. Y la filosofía dice al respecto: es un principio fundamental de reciprocidad y empatía, base para la construcción de una sociedad más justa y armoniosa. La filosofía reconoce la Regla de Oro, como un principio fundamental para la convivencia humana. Leemos varias expresiones sobre este tema, con el objeto de hacer ver que nuestras relaciones con nuestros congéneres se basa en el desapego: de la hipocresía, los prejuicios, ambición desmedida, dogmas y fanatismo. Cuando renunciamos a los prejuicios, estamos orientándonos a seguir el sendero espiritual. No hay nada más perjudicial que estar juzgando a los demás. El apego a los deseos, como lo expresa Buda en sus cuatro nobles verdades, es la causa del sufrimiento humano. Todo el apego crea un velo para comprender las grandes verdades y para el desarrollo personal. Estas dos frases de Lao Tse, resumen el “No Apego”: “Solo aquellos que conocen la paz interna, puede entregárselas a otros” y “La vida es una serie de cambios naturales y espontáneos. No te resistas a ellos, solo crea dolor. Deja que la realidad sea la realidad”. Cuando necesitamos constantemente ser reconocidos, ser validados, nos crea inseguridad y soledad. El apego comienza en nuestra infancia, la necesidad de estar cerca de los autores de nuestros días, nos facilita confianza en nuestro desarrollo, pero si nuestros seres queridos, se extreman en el cuidado, crea un apego emocional donde el niño anda por el mundo solo, lo cual es inseguridad. Hay que trabajar muy bien la sobreprotección, es un atentado contra la libertad individual, porque lo que nos transmiten es el temor y esto es un absurdo, La Gran Energía Universal no imparte leyes sino principios, y su natural expresión es el amor y el perdón, es la liberación salvadora. No hagas el bien si no estás preparado para el desagradecimiento, porque es mejor ser uno mismo, que ser uno más de los demás. El que practica el desapego, practica el amor, y el que practica el amor, practica la ley trascendente. El apego no es trascendente, es de este plano físico y lo trascendente está más allá de lo físico. El apego nos impide desarrollarnos plenamente, tanto en lo psíquico, emocional, filosófico y espiritual. En el sendero iniciático, te lleva a romper las cadenas que te atan al plano físico. Es un lastre invisible en este viaje, que nos impide avanzar, es una sombra en el camino, nos hace personas toxicas e impedimos el desarrollo de las demás, como lo dice El Maestro Buda, es la base del sufrimiento. El Taoísmo dice que el desapego es como el fluir del agua. Cuando nos desprendemos totalmente de todo es como una muerte iniciática, un renacer a un estado superior, te deslastras del mundo profano. Hay que meditar, hay que encontrarnos con nosotros mismos, conocernos a nosotros mismos y no alejarnos de nosotros mismos. Si amas sin apego, entonces podrás confiar en todo y te crea una autoestima que te lleva a creer en ti mismo, y si tú estás bien, todo alrededor está también bien: tu hogar, trabajo y las relaciones con los demás. Si sientes que te aman, te dan fuerza, pero si amas te sientes pleno espiritualmente, porque cuando nos desapegamos, conocemos más profundamente a las personas. Esto nos ayuda a subir los niveles de nuestro estado de consciencia, es uno de los objetivos de la masonería. Todas las tradiciones del sendero espiritual: budismo, taoísmo, el cristianismo, el sufismo, etc., consideran el apego como un obstáculo para abrir consciencia. El apego nos ata a lo transitorio, en cambio el sendero espiritual nos lleva a la liberación y la paz interior. "El apego es la raíz de todo sufrimiento. La libertad está en soltar" (El maestro zen Thich Nhat Hanh fue un monje budista zen, escritor, poeta y activista por la paz vietnamita).