La perspectiva de un sol

El viejo almirante sentía que el reflujo esofágico le amenazaba y lo ponía al borde del vómito. Como uno de esos temporales que acostumbraba enfrentar navegando desde su puente de mando en sus tiempos de comando -¡Ahh que tiempos aquellos!- ejecutando su rol de maniobra y ensayando su zafarrancho de combate en las encrespadas aguas […]
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El viejo almirante sentía que el reflujo esofágico le amenazaba y lo ponía al borde del vómito. Como uno de esos temporales que acostumbraba enfrentar navegando desde su puente de mando en sus tiempos de comando -¡Ahh que tiempos aquellos!- ejecutando su rol de maniobra y ensayando su zafarrancho de combate en las encrespadas aguas del mar Caribe. En algún momento pensó en el colapso cardiaco y se tomó la tensión. Los valores estaban normales. Solo el pulso se había acelerado después de la lectura de la resolución de ascenso que estaba circulando en su teléfono inteligente desde sus grupos de colegas, también retirados como él. Eso era intolerable.

Fíjense cómo un sol puede poner a un colectivo a enturbiar una perspectiva. A difuminarla. No se está apelando en el relato a las incandescencias de los rayos del astro rey cayendo en las espaldas desnudas y cansadas en una travesía en las ardientes arenas del Sahara, sin nada del vital líquido y a punto de la extenuación. Se trata de otro sol, de otro recorrido y con la disposición de las comodidades básicas y necesarias para opinar. A pesar de la sensación de estómago lleno y pesado, ardor en el estómago y en la garganta, dolor en el pecho, tos luego de comer, el malestar general, los eructos y el sabor desagradable en la boca todavía lo acechaban. 

Hay un ruido, generado desde el medio militar activo hacia la reserva activa, por el reciente ascenso al grado de general de brigada de la aviación militar de un coronel técnico. Antes ya se había disparado otro escándalo con otro oficial pero asimilado. El coronel es un profesional surgido de los antiguos suboficiales que pasaron a otra condición desde una decisión tomada por el entonces presidente Hugo Chávez. Ese es el tema de origen de la incomodidad entre los viejos soldados.

Es una indignación inútil y sin soporte, que ha podido evitarse quizás si se hace un repaso a la historia; incluso si se extiende la comparación con otras corporaciones militares de otros lares se acepta que la arrechera es de gratis. Ese paralelo entre las Fuerzas Armadas Nacionales (FF.AA.NN.) y la Fuerza Armada Nacional (FAN) es de una inutilidad de brinquito. Como establecer una analogía entre un ornitorrinco y un sacapuntas. El U. S. Army Training and Doctrine Command (TRADOC) y las universidades norteamericanas han sacado en el tiempo tantos generales como West Point con los oficiales comisionados. El general Ramón Florencio Gómez, quien ocupó durante cinco años el cargo de ministro de la Defensa durante el gobierno del presidente Raúl Leoni, no aparece en el libro de promociones de algún instituto de formación profesional y su nombre tampoco está en las placas que presiden el gran hall de la Academia Militar de Venezuela. No recibió su sable de mando de algún presidente de la república y comandante en jefe de las viejas FF.AA.NN. en una ceremonia de graduación conjunta de alféreces y guardiamarinas en el patio de honor. El general Ramón Florencio fue útil a la democracia en ese quinquenio y ayudó a la democracia en ese largo periodo de violencia y de asedio de la violencia guerrillera a la Constitución y la democracia sin necesidad de tener a otros generales y almirantes a quienes pudiera decirle compadre o llave. Algo de esa irritación contra el aviador ahora ascendido se vivió también con los oficiales procedentes del CEFOE, del BAFORE y del CECAO, y ahora de la reserva. Fueron útiles y ayudaron a una coyuntura. Como probablemente lo es para la revolución, la promoción de este coronel.

La institucionalidad militar que la reserva activa (algunos se ponen a punto de infarto con este término) conoció en mayoría, ya es cosa del pasado. Los viejos jefes solo aceptan que se les diga militares en situación de retiro a pesar de que esa situación fue sustituida hace mucho tiempo por la LOFAN, pero cobran sus magras pensiones y los bonos de guerra que complementan, desde el IPSFA como la odiada reserva activa. Con una certificación y un registro en el neto de sus haberes que dice resaltado: Reserva Activa. No dicen ni pío. Y ni de vaina renuncian a esas asignaciones en protesta.

Las FF.AA.NN. empezaron a morir después del 4F cuando enfermaron de gravedad, pasaron a la unidad de cuidados intensivos (UCI) inmediatamente después del triunfo electoral del teniente coronel Hugo Chávez en diciembre de 1998 y murieron cuando el comandante presidente renunciado regresó al poder nuevamente el 13 de abril de 2002. Todo fue culpa de un virus inoculado conspirativamente por muchos de los que se quejan ahora porque un coronel no egresado de alguno de los institutos de formación profesional (cunas de la revolución) le pusieron un sol de general. 

De manera que es un error sacar conclusiones sobre la actual FAN tomando como referencia las FF.AA.NN. No encaja la comparación. La analogía es distante. El ornitorrinco es un animal, un mamífero australiano y de Tasmania, semiacuático y endémico, pone huevos y da a luz crías vivas; en cambio el sacapuntas es un objeto e instrumento para afilar los lápices. Sencillo.

Las FF.AA.NN. tenían obediencia a la Constitución Nacional, su mandato surgía de un juramento que se hacía a Dios y a la república en presencia de la bandera nacional. La FAN está montada para apoyar a la revolución bolivariana, su precepto es cumplir la memoria y el legado de Hugo Chávez frente a un juramento que se hace en el cuartel de la montaña (CLM) como el que se le hacía al Führer durante el III Reich. Es de una alta probabilidad que un grupo de quienes ahora se quejan por el sol del coronel aviador en sus hombros, tengan responsabilidad de encubrimiento, coautoría o negligencia en la conspiración de febrero del 92, suspiraron íntimamente a medida que se iba desarrollando el golpe del 4F, brindaron en su casa la noche del 6 de diciembre de 1998 y en algún momento tuvieron en su escritorio durante la situación de actividad presidiendo en su oficina, el libro de Lucas Estrella titulado El oráculo del guerrero para ganar puntos con el comandante.

La pregunta que surgiría viendo el debate y las lanzas quebradas a punto de suicidio colectivo desde el campo de batalla de WhatsApp y otras redes sociales es la siguiente: ¿Cómo ayuda esa bilis regada generosamente como lava hirviente por la vesícula de quienes protestan y se descargan a través de las cuentas digitales por el ascenso del coronel y el sol que ya ostenta, en que la actual FAN ayude al cambio político iniciado el 28J? Que asuman su papel protagónico antes, durante y después de la etapa revolucionaria.

Es verdad… un sol encandila y pone a perder la perspectiva. El viejo lobo de mar se hubiera evitado el susto.

Ámsterdam, 4 de julio de 2025

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