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Soberanía popular, República y militarismo

  Me ha satisfecho, enormemente, el libro Bolívar y la gestación de la patria criolla, de José Rodríguez Iturbe. En mi criterio hace un análisis bien fundamentado de lo que ha sido el culto a Bolívar y la ideología militarista que subyace en ese culto, que ha impedido una auténtica República y consolidación de instituciones […]
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Me ha satisfecho, enormemente, el libro Bolívar y la gestación de la patria criolla, de José Rodríguez Iturbe. En mi criterio hace un análisis bien fundamentado de lo que ha sido el culto a Bolívar y la ideología militarista que subyace en ese culto, que ha impedido una auténtica República y consolidación de instituciones democráticas.

Si bien es cierto que encontramos en las constituciones venezolanas, desde 1819 hasta la actual de 1999, han mantenido invariablemente que el pueblo es el soberano, en la práctica hemos vivido, a pesar de la disposición constitucional, que los militares o civiles investidos de militares se han erigido en tutores del pueblo desconociendo la capacidad de la decisión popular. Precisamente, Rodríguez Iturbe dice “La patria criolla tuvo en su gestación un pecado original: la imposición de un personalismo pretoriano que colocó en las fuerzas de las armas la capacidad de la decisión política”. A manera de ejemplos, tenemos: Guzmán Blanco, Cipriano Castro y Juan V. Gómez, siendo civiles, se transformaron en militares y por la fuerza de las armas impusieron su gobierno.

Por lo general, las revoluciones se han hecho con la fuerza de las armas, caso México (Pancho Vila, Emiliano Zapata), en Cuba con Fidel Castro.  En América Latina los que participaban de las ideas socialistas trataron de imitar la forma de ascenso al poder de Fidel formando las guerrillas. En su momento fueron combatidos por los ejércitos, lo cual indujo a los grupos a minar el estamento militar, infiltrando cuadros juveniles en las academias militares e ideologizando a cadetes y jóvenes militares con la supuesta doctrina nacionalista de Bolívar y la incapacidad de los políticos de regir el país. No hay duda de que los dirigentes formados en Cuba estaban convencidos que la única manera de imponer su régimen era por la fuerza. 

Chávez era producto de esa estrategia izquierdista, por ello, intentó el golpe, en el cual estaban comprometidos varios grupos de izquierda. En Chávez concurría, más que a ningún otro del grupo faccioso, la mentalidad militarista que el pueblo es incapaz de tomar una decisión política correcta. A ello se sumó la conseja de Fidel de encarnar el bolivarismo. Llegó al poder mediante elecciones, por una campaña populista y unas alianzas con la derecha que ansiaban el manejo del poder, pero en su interior estaba el plan de liquidar las instituciones y hacer prevalecer su revolución con la fuerza de las armas.

Para llevar a cabo su proyecto decidió que debía comprometer al componente militar, la manera idónea, era que participaran en el reparto del botín. En la época de la democracia se permitió al Alto Mando Militar que hiciese fortuna en el poder. Hubo comisiones, tráfico de influencias en contrataciones, manejo a discreción del presupuesto militar, entre otras cosas. Chávez, intencionalmente, amplió esas formas corruptas, por otra parte, desarticuló el poder vertical militar, creó los REDI (descentralización del mando militar) para que cada jefe montase su estructura de poder y forma de participar en el botín. No obstante, aún había resistencia en la Fuerza Armada acerca de un proyecto personalista, antidemocrático y saqueador. En su enfermedad terminal, Fidel maniobró para que se nombrase sucesor a un fiel cuadro suyo.

Por ello, Maduro gobierno no ha hecho sino acentuar la destrucción institucional, la liquidación del Estado de derecho, echar por tierra las vías democráticas, consolidar el poder de las armas y asumir que la pandilla cívico-militar gobernante encarna al pueblo. Lamentablemente, la falta de autenticidad democrática en los que fungían de líderes opositores, pues, de alguna manera andaban en la misma mentalidad de imponerse por la fuerza o los ardides, que ha dado paso a que la pandilla los soborne y ponga a su servicio, no ha sido posible construir una unidad sin personalismos. MCM en su autenticidad, entendió lo que padecía el pueblo y estableció una identidad con él, obligando a muchos políticos a colocarse a su lado.

Pienso que mientras no entendamos que estamos frente a una dictadura con mentalidad militarista, la cual no se liquida por las vías democráticas institucionales, pues asume que el pueblo no tiene capacidad política y ellos reencarnan la voluntad del pueblo, no habrá forma real de derrumbar la tiranía. Mientras haya sobornados o ilusos que crean que hay que aprovechar espacios que brinden en elecciones controladas por el régimen, se estará apuntalando a esa mentalidad militarista. 

Debemos hacer valer la autenticidad que la soberanía reside en el pueblo. Esto supone una estrategia unitaria asimétrica. Debemos asumir una militancia activa en la construcción de una demanda ciudadana de libertad. Debemos tomar una militancia activa en el reclamo de nuestros derechos, en la libertad de información, en la lucha por la liberación de los presos políticos, en combatir la corrupción, el abuso de poder. La lucha es larga, comencemos ya. ¡Hasta el final!

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