Apóyanos

De los laicos venezolanos Roscio, Toro, Acosta, al papa León XIII

...los preceptos del evangelio hacen al verdadero ciudadano... (François-René, vizconde de Chateaubriand) El fallecimiento del papa Francisco y la elección de su sucesor León XIV nos remitió al doctor Juan Germán Roscio y su profético ensayo “El triunfo de la libertad sobre el despotismo” (1815), que a juicio del historiador Domingo Miliani “precedió en muchos […]
  • X
  • Facebook
  • Whatsapp
  • Telegram
  • Linkedin
  • Email
  • X
  • Facebook
  • Whatsapp
  • Telegram
  • Linkedin
  • Email

...los preceptos del evangelio hacen al verdadero ciudadano...

(François-René, vizconde de Chateaubriand)

El fallecimiento del papa Francisco y la elección de su sucesor León XIV nos remitió al doctor Juan Germán Roscio y su profético ensayo “El triunfo de la libertad sobre el despotismo” (1815), que a juicio del historiador Domingo Miliani “precedió en muchos años las más avanzadas consideraciones de una doctrina social de la iglesia manifestada en encíclicas papales de finales del siglo XIX (De Rerum Novarum (1891) hasta nuestros días), convencido aquel de que… "La doctrina de Jesucristo era una declaración de los derechos del hombre y de los pueblos".

Al respecto, todo indica que no hay duda de la influencia de genios en el siglo XVII, como Rousseau, Voltaire y Montesquieu en los venezolanos proindependentistas Francisco Miranda, Gual y España, Miguel José Sanz, y posteriormente Bolívar, pero sería en 1816 cuando Juan German Roscio confesaría sus “errores políticos” en su libro La libertad sobre el despotismo: "Predispuesto de esta manera, me entregué a la lectura y meditación de la Biblia para instruirme en todos los documentos políticos que en ella se encuentran, para lo cual, adopté el método de confesión imitando a san Agustín por haberme parecido el más apropiado y expresivo de la multitud de preocupaciones que me arrastraban en otros tiempos".

Años después, el diputado Fermín Toro se enfrentaría a la Ley de Contratos del 10 de abril de 1834, de apenas 7 artículos. Sólo el primero estableció que: “puede pactarse libremente que, para hacer efectivo el pago de cualquier acreencia, se rematen los bienes del deudor, por la cantidad que se ofrezca por ellos el día y hora señalada para la subasta”, lo que llevaría a la quiebra de hacendados, remate de propiedades y, en consecuencia, descontento político y social, a la que dará cuenta en su ensayo Reflexiones sobre la Ley del 10 de abril de 1834, publicado en 1845, de profunda inspiración bíblica, recordando, entre otros capítulos, el XXIII, cap. 19 (Deuteronomio): “No prestarás a usura a tu hermano, ni dinero, ni granos, ni cualquier otra cosa”, sosteniendo que:

"La libertad absoluta de la usura y los remates judiciales sin restricción alguna en favor de los deudores son perjudiciales a los intereses morales y materiales de Venezuela".

El licenciado Cecilio Acosta sería otro laico del siglo XIX venezolano que tomará de las Sagradas Escrituras inspiración para sus ideas políticas y sociales a lo largo de su obra, recogida en dos tomos. Allí está un opúsculo “Caridad”, publicado el 10 de diciembre de 1855, a propósito de anunciarse la epidemia del cólera, exponiendo:

“La naturaleza de la virtud cristiana está en ser práctica, y no especulativa; social y no de convención; de amor y no tirana… Ya San Agustín había dicho que la caridad, la más grande de las virtudes, debe ser entre los hermanos alegre; y antes que San Pablo, que la caridad no tiene envidia de nadie”.

Al respecto, en 1891, mucho después del Manifiesto Comunista, el papa León XIII emitiría su ya centenaria encíclica Rerum Novarum como doctrina social de la iglesia católica y a la que seguirán otras, de los papas Pío XI, Pío XII, Juan XXIII, Paulo VI, Juan Pablo II y Francisco, con una interesante coincidencia: la designación de su sucesor, el cardenal Robert Francis Prevost Martínez, que ha tomado por nombre León XIV, especulándose sobre una nueva apertura más allá del compromiso evangelizador de la iglesia, a lo que se ha dado en llamar “la muerte de las ideologías”, imponiéndose despotismos de todo tipo, deshumanización de la política y del sistema democrático, lo que llama a reflexiones.

Ya en el centenario de la Rerum Novarum en 1991, el papa Juan Pablo II, dictaría su encíclica Centesimus Annus, “señal ser conmemorada con solemnes documentos, por los Sumos Pontífices, a partir de su cuadragésimo aniversario hasta el nonagésimo: se puede decir que su Iter histórico ha sido recordado con otros escritos que al mismo tiempo la actualizaban... concluyendo que la Iglesia tampoco cierra los ojos ante el  peligro del fanatismo o fundamentalismos de quienes en nombre de una ideología con pretensiones científicas o religiosas, creen que pueden imponer a los demás hombres su concepción de la verdad y del bien. No es de esta índole la verdad cristiana. Al no ser ideológica, la fe cristiana no pretende encuadrar en un rígido esquema la cambiante realidad sociopolítica y refocile que la vida el hombre se desarrolla en la historia en condiciones diversas y o perfectas. La iglesia por tanto, al ratificar constantemente la trascendente dignidad  de la persona, utiliza como  método propio el respeto a la libertad”.

[email protected]

Relacionadas