
Acostumbrados ya a los anuncios incesantes de Donald Trump que casi a diario ocupan los titulares de la prensa mundial, nuevamente el martes de los corrientes llama la atención del planeta con una propuesta para la defensa antimisiles de Estados Unidos que ha denominado la “Cúpula Dorada”. El mandatario dijo: “Hemos seleccionado oficialmente una arquitectura para este sistema de última generación”. Tendrá un costo aproximado de 175.000 millones de dólares y se espera que esté finalizada para 2029.
Se prevé que el sistema incluya capacidades terrestres y espaciales capaces de detectar y detener misiles en las cuatro fases principales de un posible ataque: detectarlos y destruirlos antes de un lanzamiento, interceptarlos en su fase más temprana de vuelo, detenerlos en el aire a mitad de su trayectoria o detenerlos en los últimos minutos mientras descienden hacia un objetivo.
Desde la óptica nacionalista y conservadora de Trump, el escudo representa la máxima expresión de la soberanía y la autodefensa. La narrativa se basa en la invulnerabilidad y protección absoluta del territorio y de la familia estadounidense, con un tono emocional de seguridad y poder. El MAGA en su máxima expresión.
Esta iniciativa nos trae a los finales de la Guerra Fría, cuando Ronald Reagan en 1983, aprobó un ambicioso plan para desarrollar un sistema de defensa antimisiles que protegiera a Estados Unidos de ataques nucleares soviéticos. El sistema, que implicaba interceptar misiles en el espacio, fue visto como una forma de hacer inútiles los misiles nucleares y potencialmente acabar con la amenaza nuclear soviética. Algunos analistas han dicho que ese proyecto que intentó replicar la URSS fue uno de los motivos de la disolución de la misma por los gastos tan grandes que supuso en perjuicio del funcionamiento de ese país, además del reacomodo doctrinario que significaba alterar el sistema de Destrucción Mutua Asegurada (MAD por sus siglas en inglés) como paradigma de supervivencia de ambas potencias.
En este nuevo contexto vale la pena destacar algunas consideraciones importantes en cuanto a la repercusión de esa propuesta en el sistema internacional y en particular en lo que se refiere al equilibrio de las capacidades nucleares de manera fundamental.
En los últimos años los desarrollos de misiles hipersónicos han tenido un avance espectacular. Algunos alcanzan velocidades muy superiores a más de Mach 5 (o 5 veces la velocidad del sonido). Esto significa que pueden viajar a velocidades de al menos 6.150 km/h. El Oreshnik ruso puede alcanzar velocidades aún mayores, llegando a Mach 11. Al mismo tiempo la defensa frente a ellos ha tenido avances, aunque no suficientes, por lo cual la Cúpula Dorada supondría tomar ventaja superlativa en tiempos de reacción. De lograrse este objetivo, gran parte del armamento de destrucción en masa quedaría obsoleto para el resto de las potencias nucleares y en evidente posición de vulnerabilidad.
El otro asunto es la carrera armamentista en el espacio ultraterrestre. Desde hace décadas se ha intentado crear un mecanismo jurídicamente vinculante sobre la prevención de la misma en el órgano negociador de la ONU en Ginebra que es la Conferencia de Desarme. Sin embargo, la brecha que mantiene a su favor Estados Unidos frente a Rusia y China ha hecho imposible tal acuerdo. Por tanto, a pesar de dicho desequilibrio, la falta de normas en la materia contrariamente ha motivado los intentos de militarización del espacio ultraterrestre, especialmente por parte de China.
La protección de Estados Unidos unilateral plantearía serias preocupaciones sobre su relacionamiento con los miembros de la OTAN, pues quedaría como un socio minusválido en los acuerdos de defensa mutua, además de que va a profundizar las divisiones en el debate interno europeo sobre asumir su propia defensa y las implicaciones presupuestarias que puedan alterar las economías y las propias políticas en los países.
Inmediatamente al anuncio de la iniciativa, China mostró su "profunda preocupación" por el proyecto anunciado por Trump y pidió a Washington que abandone el plan porque "solo contribuirá a crear una carrera armamentística global”. Por su parte, el Kremlin abogó este miércoles por la reanudación del diálogo sobre la seguridad estratégica con Estados Unidos tras el proyecto anunciado por el presidente de Estados Unidos de construir el sistema antimisiles "Cúpula Dorada".
El equilibrio nuclear se basa hoy en la certeza de la retaliación asegurada. Las potencias con armas nucleares mantienen flotas submarinas estratégicas que garantizan un segundo golpe, disuadiendo el primer ataque. El desarrollo de un escudo antimisiles que, en teoría, neutralice la capacidad de represalia, rompe este equilibrio, aumentando la probabilidad de un ataque preventivo y, por ende, un conflicto nuclear devastador. En suma, la ilusión de invulnerabilidad puede hacer el mundo más peligroso, no más seguro.
Por lo pronto, el anuncio de Trump está generando serias preocupaciones y tensiones en el sistema internacional que van desde respuestas en posibles cambios de doctrinas de defensa militar, los aumentos en el gasto militar en detrimento del desarrollo económico y social de los países concernidos, incluyendo los propios Estados Unidos y la disminución del papel multilateral en materia de desarme y control de armamentos y por ende afectar la paz y seguridad internacionales.