El hotel está en un terreno cercano a las faldas del volcán Tequila. El silencio de la vida del campo y los cálidos colores de los sembradíos de la planta del agave con la que se produce el tequila se mezclan para dar una sensación de tranquilidad y relajación.
“Llegas a un lugar donde vas a respirar tranquilidad y aire puro, vas a ver los campos, a los animales que andan entre los agaves. Eso es lo que muchos vienen buscando”, afirma.
La idea de construir este hotel surgió hace 10 años por el dueño de La Cofradía, la fábrica que está a unos metros. Al principio, las habitaciones eran cuartos comunes, luego surgió la idea de ofrecer “un concepto innovador”, más allá del lujo cinco estrellas, que atrajera al público nacional y extranjero.
Además de las habitaciones de tipo rústico, el hotel ofrece cata de tequila, recorridos por el pueblo mágico, actividades en la naturaleza, fogatas para resguardarse del frío y observar las estrellas, así como la posibilidad de hacer su propia botella de cerámica o adoptar un agave.