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Miguel Gutiérrez: El fotoperiodismo en Venezuela es como un deporte extremo

El fotoperiodista considera que ejerce la mejor profesión del mundo pese a las vicisitudes que implica ejercerla en un país repleto de censura y represión

Por EFE
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El fotoperiodista Miguel Gutiérrez, coordinador de fotografía de EFE en Venezuela, admite que trabajar en este país, donde la censura campa por sus anchas, es como practicar un «deporte extremo» porque es como una «olla a presión» que «puede estallar en cualquier momento».

Y es que Gutiérrez sabe muy bien de lo que habla porque a lo largo de su trayectoria profesional ha vivido situaciones límite: ha sido disparado, agredido, robado a punta de pistola; le ha retenido la policía e intentado robar su equipo o requisado fotos que había tomado para que no informara de lo que ocurría.

A pesar de todas estas vicisitudes -de los restos de metralla que lleva en su cuerpo y de vivir en lo que Arturo Pérez Reverte denominaría un «territorio comanche»-, a este reportero no le frena nada porque le «apasiona» su profesión, que considera una de las «mejores del mundo».

«Todo trabajo conlleva riesgos, algunos más que otros como el caso específico del fotoperiodismo, pero es que ejercer cualquier labor en este país es casi un deporte extremo: doctores sin medicinas, ingenieros sin herramientas, cocineros sin comida, periodismo sin acceso a la información», añade.

Sus instantáneas dan la vuelta al mundo

Miguel Gutiérrez, de 36 años, es de esos informadores gráficos intrépidos, que trabaja con pasión, y eso se nota en lo que hace porque sus instantáneas dan la vuelta al mundo; de los que siente que «el día tiene pocas horas» para la cantidad de noticias interesantes que hay que contar y de los que analiza las historias desde una «perspectiva diferente».

A este fotoperiodista, de gran olfato informativo, le gusta contar sobre todo historias humanas, de esas que ayudan a solucionar los problemas de la gente… como cuando un grupo de militares apresó a una manifestante, que la tenía contra el suelo y le pisaba la espalda.

Su cámara captó la imagen y se viralizó en las redes sociales en cuestión de minutos; la gente preguntaba por el paradero de la joven, porque no se sabía dónde la tenían detenida, relata Gutiérrez con satisfacción, tras recordar que poco después recibió la llamada del padre agradeciendo su trabajo porque la foto llegó a las «altas esferas» y la pudieron liberar.

Subraya que el «radicalismo» es lo más grave a lo que se enfrenta en su día a día en Caracas y dice que cuando alguien asume que «el periodista es el enemigo todo pierde perspectiva». Cita, como ejemplo, cuando un militar disparó contra su pecho -y le dio por error en el hombro-, en el momento que hacía la foto de un soldado que estaba ahorcando al vicepresidente de la Asamblea Nacional.

Se trata de uno de los innumerables avatares que sufre en Venezuela, un país donde los profesionales de la información se ven obligados a incluir muchas veces en su habitual equipo de trabajo, además de la cámara de fotos y video, un chaleco antibalas, un casco y una máscara antigás.

Reportajes multimedia

El reportero gráfico confiesa que está «supercontento» con los «reportajes transmedia» (reportajes multimedia) que se están realizando en EFE, enmarcados en una nueva línea de negocio de la agencia, porque son «una ventana para mostrar con mayor profundidad lo que acontece».

Muestra de ello es el reportaje multimedia en que participó recientemente -y que dio la vuelta al mundo-, en el que contaba el drama que vive una veintena de niños venezolanos con leucemia que espera un trasplante urgente de médula para salvar sus vidas, así como la lucha de sus madres por conseguir un milagro.

Gutiérrez, quien inició su andadura profesional en la Agencia France-Presse, defiende «el trabajo engranado» entre departamentos para crear «contenidos nuevos» y aboga por cambiar la mentalidad y «dejar la independencia de formatos» para hacerlo «como un solo organismo».

Ante tanto avance tecnológico, rechaza que los medios de comunicación vayan a desaparecer como pronostican algunos, pero incide en que hay que actualizarse y centrarse en las redes sociales, y ofrecer unos «productos visuales» adaptados a las demandas de los usuarios de las nuevas plataformas, como Telegram, Twitter, Instagram.

Y para los medios tradicionales, defiende la necesidad de que EFE apueste por los paquetes de fotografías adaptados a los clientes: galerías temáticas, contenido para redes sociales, reportajes o ensayos… «Todo dependerá de cuánto se quiere expandir y a qué público se quiere llegar», aduce.

Reivindica también el gran potencial que tiene EFE, con las millones de fotografías que alberga el Archivo Gráfico, y apuesta por poner en valor ese «capital», a través de especialistas en el tema de las redes sociales, «para poder romper las fronteras» con los contenidos generados por la agencia.

Las protestas como el detonante del cambio político

Gutiérrez cree en el poder de la protesta y se muestra convencido de que los venezolanos «subestiman» esta posibilidad: no son conscientes de que sus acciones y reivindicaciones pueden ser el «detonante del cambio en el país».

El periodista recibió en 2011 el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, máximo galardón otorgado en Colombia a los profesionales del periodismo, reconocimiento que recibieron, en ediciones anteriores, otros periodistas, como Álex Grijelmo, ex presidente de EFE, o Juan Luis Cebrián, uno de los fundadores de El País.

 

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